Annobón, apenas un par de montículos verdes en medio del Golfo de Guinea, alberga unas tres mil almas que sobreviven con la elegancia de quien sabe que la geografía los olvidó y los imperios los vendieron por unos caramelos de madera espolvoreados con azúcar impalpable. La isla guarda un historial que combina colonizadores despistados, tratados que parecen notas de compra y un abandono sistemático tan consistente como un café aguado.
UNO. Los portugueses llegaron en 1475, miraron alrededor y dijeron “bastante verde por acá” y la bautizaron como Ilha do Ano Bom (Isla del Año Bueno), como si un nombre bonito pudiera garantizar la felicidad de sus habitantes. España tomó nota años después, con un tratado que fue un trueque de estampillas entre sobrinos de reyes y luego desapareció con negocios turbios, concesiones extrañas y la sublime seguridad de que todo aquello era suyo por derecho divino y papel mojado. Franco, por supuesto, supervisaba todo desde algún despacho decrépito mientras se entretenía con ejecuciones y pasajes de la Biblia mal interpretados.
Lo cierto, se dice, es que alguna vez Annobón dependió del Virreinato del Río de la Plata. Hoy los annoboneses usan este detalle como bandera histórica: “Si los españoles nos conectaron con Argentina, por algo será”, dicen entre risas nerviosas y gestos que mezclan incredulidad con resignación.
Cuando Guinea Ecuatorial se independizó en 1968, los españoles se evaporaron con deudas, estructuras rotas y la tranquilidad de quien ha hecho un “favor” al mundo sin asumir consecuencias. Annobón quedó bajo Malabo, con un gobierno central que la administra como un bonsái que nadie riega y con habitantes que aprenden a sobrevivir en una mezcla de ingenio y paciencia infinita, mientras el resto del planeta hace como si la isla fuera un error de impresión en los mapas.

DOS. En 2022, algunos annoboneses dijeron “basta” y proclamaron independencia. José Luis Nchama y Orlando Cartagena Lagar se autoproclamaron primer ministro y vocero, al mando de una república que todavía nadie reconoce, pero que ellos gobiernan con la intensidad de quien dirige un país imaginario vía zoom. Y desde Madrid, la capital de lo que aborrecen.
La vida diaria en la isla se parece a un sorteo kafkiano: quién sobrevive a la falta de combustible, quién logra enviar un mensaje sin que lo intercepten y quién aguanta más horas de espera para una taza de café.
Cartagena Lagar visitó Buenos Aires hace apenas unos días para explicar los “lazos históricos” con Argentina y, por lo tanto, cómo el gobierno de Javier Milei debería apoyarlos. Estuvo en el Congreso, se reunión con diversos dirigentes, como, por caso, Adolfo Pérez Esquivel. La idea suena por lo menos paradójica, incluso para quienes están acostumbrados a discursos políticos ilógicos, pero, además de los mundiales de la FIFA, el país tiene vasta experiencia en causas que parecían improbables.
Igualmente puede decirse que Annobón no está sola. En África hay una nueva ola de estados emergentes en el Sahel desde que Burkina Faso, Níger, y Malí crearon un nuevo bloque que discute las viejas fronteras y lazos con Europa para alinearse con el nuevo orden de Eurasia que lidera Rusia. ¿Posibilidades? Pocas, pero a la selección de Carlos Bilardo también le auguraban en México 1986 que no pasaba de la fase de grupos y terminó con la consagración de la mano de Maradona.
TRES. El gobierno argentino mantiene silencio prudente, mientras algún círculo académico se plantea si el debate merece la pena, apoyo moral o, al menos, algunos intentos de atención.
Mientras, Annobón resiste la indiferencia global con una mezcla de tenacidad y humor absurdo. Su reclamo no es solamente geopolítico sino existencial: quieren ser escuchados, reconocidos y, de paso, jugar un amistoso sin que nadie se burle de su geografía.
Quizá la historia se escriba con estas osadías. Annobón prepara su jugada para demostrar que la geografía absurda, los colonizadores despistados y los negocios turbios no impiden que una isla pequeña sueñe a lo grande con aliados inesperados. «
Recursos y tricontinentalidad
Annobón es rica en biodiversidad marina: atún, pez espada y langosta abundan en sus aguas. Sus bosques conservan maderas preciosas y especies endémicas poco exploradas. La isla cuenta con reservas de fosfatos, piedra pómez y potencial para energías renovables, gracias a su alta radiación solar y a los vientos alisios. En el mundo, solo algunos países tienen posesiones en tres continentes:
Francia: Con territorios en Europa, América (Martinica, Guayana) y África (Mayotte, Reunión). España: A través de las Islas Canarias (geográficamente en África), sus plazas de soberanía como Ceuta y Melilla, y su territorio peninsular en Europa. Reino Unido: Posee territorios en América, África y Europa.
De aceptar a Annobón como protectorado o provincia, Argentina alcanzaría un estatus tricontinental: presencia en América, la Antártida y África. Este paso abriría vías nuevas en recursos pesqueros y proyección internacional inédita.

Entre épocas y referentes
1475: Navegantes portugueses descubren Annobón y la nombran Ilha do Ano Bom. 1778: España recibe Annobón mediante el Tratado de San Ildefonso, la integra al territorio conocido como Guinea Española.
Siglo XVIII-XIX: La administración colonial conecta la isla con el Virreinato del Río de la Plata y la Capitanía General de Venezuela. 1968: Guinea Ecuatorial obtiene su independencia; Annobón queda bajo dominio de Malabo. Décadas recientes: Exilio y reclamos de autonomía refuerzan una identidad diferenciada. 2022: Daniel Ucidana y José Luis Nchama impulsan la declaración de independencia annobonesa desde el exilio y redes sociales. 2025: Orlando Cartagena Lagar, figura mediática, viaja a Buenos Aires para solicitar la adhesión y respaldo internacional.
Entre los nombres destacados surgen:
Cándido Edu: futbolista con paso por la primera división de Guinea Ecuatorial y España.
Juan Obiang: atleta, participó en los Juegos Africanos de Brazzaville.
Rosa Tati: narradora y folklorista que preserva la cultura fang de Annobón en la diáspora.