Con 11 canciones nuevas, Alan Sutton y las Criaturitas de la Ansiedad vuelven al ruedo. El próximo 9 de agosto, en el ya emblemático Teatro Gran Rex, presentan Berrinche, un disco que surgió de la necesidad de reconectar con la esencia creativa que el constante crecimiento en plataformas y redes les había quitado. Al menos eso sentían. Se trata de un trabajo con una particularidad: fue hecho de manera muy artesanal, casi como una exploración lúdica, grabado en apenas 13 días y de forma consecutiva en una cabaña en El Calafate. Ese entorno bucólico fue el ambiente perfecto para volver a la raíz de su estilo, entre lo emocional y lo irónico, con una mirada particular sobre la realidad.

Encararán una gira por teatros, con público sentado, buscando generar una experiencia más íntima que la que solían ofrecer. El tour los llevará nuevamente a ciudades como Montevideo, Ciudad de México, Santiago de Chile, Bogotá y Madrid. Todo con arreglos acústicos, guitarras de nylon, percusión improvisada y con la intención de ser una pausa reflexiva. Dejarán que la nostalgia haga su trabajo, hablando del amor, la amistad, el miedo y el duelo de las pérdidas. “Es un disco para intentar, dentro de tanto caos, estar un poco mejor”, admite Alan.

–¿Cómo fue la decisión de encarar un nuevo disco, distinto a los anteriores?
–Somos una banda independiente y todo lo manejamos nosotros. Promover Algo tiene que cambiar fue un proceso bastante largo: estudio de redes, generar accesibilidad a nuestra música, llegar a nuestro propio nicho. Fue un trabajo arduo, que además de darnos muchas gratificaciones, nos quemó. Entonces Berrinche surge como una necesidad de hacer desde la descontractura, desde la delicadeza, algo en otra sintonía. Para dejar plasmadas un montón de canciones que tenía compuestas y necesitaba bajarlas y que quedaran. Tengo una suerte de obsesión: si me muero mañana, necesito que las canciones existan y estén listas.

–¿Entonces se fueron a la Patagonia?
–Sí, nos prestaron una cabaña en El Calafate y grabamos el disco tal como se escucha, no le agregamos nada. A priori iban a ser canciones acústicas, pero con Gero —mi mano derecha, el productor y guitarrista de la banda— nos empezamos a cebar. Desde el comienzo sabíamos que iba a ser algo natural. Cada disco es un viaje en el tiempo, porque uno compone antes. Yo ahora estoy escribiendo las canciones de lo que vendrá, y sin embargo estamos sacando un disco con el ambiente del momento en que fue grabado. Escribí casi todas las canciones en una etapa un tanto bajón, por así decirlo. Pero es un disco donde utilicé todo mi oficio para sublimar emociones. Creo, insisto, que es un disco para tratar de estar mejor. Me alegra dejárselo a la gente, para que le sirva, para que acompañe lo que les pasa. Siempre nos entusiasma buscar y ser genuinos con esa búsqueda. Y como tenemos un público amplio, en su mayoría joven, nos gusta invitar a sentir, a pensar, a vivir algo distinto. Venimos de algo más rockero, y bajar unos cambios en un tiempo tan vertiginoso me parece importante. O al menos es una suerte de experimento.

Alan Sutton: “Si me muero mañana, necesito que las canciones existan y estén listas”
Alan Sutton.

–¿Sus letras son algo catártico para ustedes, pero también generan empatía en quienes las escuchan?
–Me parece importante ser directo. Me tomo con responsabilidad el hecho de comunicar algo. Lo que más me importa es comunicar ideas. La música son sentimientos e ideas, y me parece importante ser claro. Si bien cada quien hace lo que quiere con su arte, a mí me interesa que en cada estrofa haya un mensaje. Más en tiempos de individualismo rancio como este, donde es fundamental hablar de la importancia del otro. Nosotros tratamos de dejar algo con nuestro paso por el mundo, para que sea un lugar mejor.

–¿Qué te inspira a escribir?
–Las canciones siempre son un anhelo: uno estira los brazos hacia el infinito. Escribo, primero, para decir lo que me pasa. Y después me encanta encontrar gente que acompaña eso. Me parece algo bellísimo y mágico. Pero insisto: hay que pensar desde otro lado. No solo hablar de sexo, drogas y dinero. Y no lo digo en plan careta: todos podemos consumir, hacer lo que sea, pero no hace falta hacer apología todo el tiempo. Estamos en una época rara en cuanto a los contenidos, y nosotros tratamos de no ir por fórmulas ganadoras, sino por amar la música y decir lo que nos pasa. Está bueno intentar aportar algo distinto y nutritivo, también para que no todo se pudra. No hay que darse por vencido ante el sistema reinante. Hay que seguir buscando nichos de gente que quiera escuchar. Si alguien de 15 años te escucha, lo que uno dice puede ser una semillita. Yo creo en eso. Es una suerte de propósito. Porque la fama, el reconocimiento o lo que carajo sea, tienen que ser siempre un medio, no un fin. Si no, te deprimís. Yo creo que hay algo más y milito por eso.

–¿Cómo se preparan para el Gran Rex?
–Es un lugar hermoso. Estamos armando una escenografía que, de algún modo, va a emular aquella cabaña del Calafate. La puesta va a ser un tanto teatral. Vamos a tocar el disco entero y también las canciones que a la gente le gustan. Vamos a ir de acá para allá, pero centrados en Berrinche. Es un disco muy ligado a su historia, al lugar donde fue creado. Los anteriores buscaban la perfección, que todo sonara ideal. En cambio acá fue distinto: se escucha el fuego, las sillas, las pisadas. La cabaña es parte del disco. Nos parecía importante hacer un show que reflejara eso.

–¿Cómo tomás los ataques de ciertos sectores hacia la tarea artística?
–No hay que dejarse doblegar. Lo que más rescato de mi banda es la familia que somos. Lo más importante de todo, al final del día, son los equipos que podamos armar para sobrevivir. Estoy eternamente agradecido de hacer música con mis mejores amigos. Lo más importante es tener un propósito, buscar una trascendencia grupal. Unirse con personas que conecten y hagan algo extraordinario. Veremos qué trae el futuro. Vamos a seguir. Vamos a experimentar con otros sonidos, con otras músicas, siempre hablando de lo que sentimos. Nuestra única constante es cambiar. Y si algo funciona, lo vamos a cambiar igual. Siempre trabajando desde el amor, nunca desde el odio.



Alan Sutton y las Criaturitas de la Ansiedad

Presentan Berrinche, su último disco. 9 de agosto a las 20:30 en el Teatro Gran Rex, Av. Corrientes 857.