Por ahora es un misterio qué diablos arreglaron Donald Trump y Vladimir Putin en la íntima charla que mantuvieron por cerca de tres horas en la base militar Elmendorf-Richardson, de Alaska. Pero no estaría mal entender algunas cosas que pasaron esta semana como parte del libreto establecido entre ambos. O de las cartas que se van mostrando.
Como se dijo en estas páginas, el presidente de EE UU anunció ese mismo viernes que había informado a Volodimir Zelenski de lo que se había charlado para un posible acuerdo de paz en Ucrania y dijo que lo recibiría el lunes en el Salón Oval. Pero los líderes europeos gastaron llamadas desesperadas ese domingo para pedir que los no dejaran afuera. La foto que circuló por las redes brevemente fue la del inquilino de la Casa Blanca de frente, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el secretario general de la OTAN, Mark Rutte; y los jefes de Estado y de Gobierno de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Finlandia -Emmanuel Macron, Friedrich Merz, Keir Starmer, Alexander Stubb- del otro lado del escritorio, aceptando, sumisos, las reprimendas del boss, con un mapa al costado donde se ven los territorios ucranianos incorporados a Rusia.
El escenario recordó aquella foto de una cumbre de la OTAN de 2018 en Bruselas en la que la entonces canciller Angela Merkel, apoyada en un escritorio, parecía estar reprendiendo a Trump, como acojonado en su silla. Bien dicen que la venganza es un plato que se come frío.
Y esta vez la imagen trascendió luego de cuatro semanas en que el jefe de la Casa Blanca obligó a que Von Leyen -Europa, vamos- aceptara un acuerdo comercial con aranceles de 15%, el compromiso de compra de unos 750.000 millones de dólares en gas estadounidense y de invertir 600.000 en territorio de Estados Unidos
En un reportaje a la cadena Fox, Trump insistió el martes en que Ucrania no debe formar parte de la OTAN y sorprendió diciendo que la Unión Soviética y luego Rusia tenían razón en exigir que la organización militar atlántica no debería estar en sus fronteras. Poco antes había ordenado desplegar buques de guerra en aguas del Caribe y aplicó la excusa del narcotráfico para emitir una nueva amenaza contra el gobierno bolivariano. Rusia tiene estrechos lazos y acuerdos militares con Venezuela, y para EE UU América Latina es el “patrio trasero” al que se pretende aferrar en medio de su derrumbe en otros lares. De modo que el mensaje sería: “la OTAN fuera la frontera rusa y Rusia fuera de mis fronteras”. En mayo pasado, Nicolás Maduro estuvo en Moscú para celebrar los 80 años del fin del nazismo y Putin le abrió las puertas al ingreso a los BRICS.
El miércoles, mientras desde todo el planeta llueven manifestaciones de rechazo al genocidio en Gaza y y el Ejército convoca a 60.000 reservistas para la ocupación total, Trump ensalzaba la figura de Benjamin Netanyahu en una entrevista con el programa radial The Mark Levin Show. Pero como no puede con su genio, usó una alabanza un tanto fuera de lugar habida cuenta del pedido de captura del Tribunal Penal Internacional contra el ultraderechista para un autoelogio desmesurado: «(Netanyahu) es un héroe de guerra. Supongo que yo también lo soy. A nadie le importa, pero también lo soy. Quiero decir, yo planeé aquello». Se refería al ataque a la central nuclear iraní de Fordow del 22 de julio al que sus propios acólitos repudiaron por mostrar una suerte de sumisión a las estrategias de Israel.
Este sábado se informó la detención de Serhii Kuzientsov, un oficial del servicio de inteligencia ucraniano (SBU) de 40 años al que se sindica como el coordinador del atentado al gasoducto Nord Stream, que puso fin al transporte de gas a bajo precio de Rusia a Alemania, en septiembre de 2022. El hombre, que tiene todos los boletos para ser considerado un perejil en este entramado de altos intereses geopolíticos, fue capturado en Rimini, la patria chica del genial Federico Fellini. Lo detectaron, dice la información, precisamente tras haber comprado un ticket de avión para ir de Polonia a Italia. «