Tal vez uno de los relatos más representativos de lo que fue alguna vez lo real maravilloso en Nuestra América sea el origen del nombre “Honduras”. En alguna de esas versiones –no en todas- algunos cronistas, como Don Antonio de Herrera y Tordesillas (1549-1626), sostienen en la “Historia de los hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra firme del mar de los Océanos” (1601) que tal denominación fue originada por Cristóbal Colón himself, que luego de escapar de tormentas marítimas y del peligro de naufragar en los arrecifes que tiene toda costa, exclamó: “Bendito Dios, que salimos de estas honduras”.
Sin embargo, la actualidad política nos trae a otras cuestiones igual de gravosas que el imperialismo español que acechan ahora a esa nación llamada Honduras. Digamos que en los años 1980 el gobierno de Ronald Reagan instala en Palmerola una de las bases más importantes para atacar al gobierno sandinista de Nicaragua, con el financiamiento obtenido por Oliver North en lo que fue el escándalo Iran-Contras. Todavía están destacados unos 1500 efectivos por allí a las órdenes del Comando Sur de Estados Unidos. Las cosas se complican cuando en 2006 Manuel Zelaya es electo presidente. En efecto, rompe la amable y lucrativa convivencia entre el Partido Liberal y Partido Nacional que hasta el momento habían regenteado el país. Por supuesto, el intento de lograr una política soberana resultó en el golpe de Estado de 2009, cuando gobernaba el demócrata Barack Obama y era Secretaria de Estado la más demócrata Hillary Clinton. Durante los tres gobiernos fantoches que siguieron, descollaron el narcotráfico, la corrupción generalizada y la privatización de tierras, que acaso son lo mismo. Uno de esos presidentes-títere es Juan Orlando Hernández (JOH), del PN, que fue extraditado en 2022 a los Estados Unidos, donde fue condenado a 45 años de prisión por tráfico de drogas, armas y financiamiento del Chapo Guzmán (Cartel de Sinaloa) para la campaña electoral que lo llevó al gobierno en 2014. En 2021 Xiomara Castro -la compañera de Zamora- asumió la presidencia por el Partido LIBRE, por Libertad y Refundación. Hubo reformas, también desencantos. En las elecciones del 30 de Noviembre compitieron Rixi Moncada, la candidata a la sucesión de Castro, Nasry Asfura por el PN y Salvador Nasralla por el PL.
La campaña electoral será considerada como uno de los ejemplos de la guerra cognitiva, aplicada como instrumento de la nueva doctrina Monroe para América Latina. Los pentecostales decían que Honduras sería Venezuela o Cuba si ganaba Rixi, algunos católicos denostaban la “ideología de género”, todo amplificado por las redes sociales que además repitieron hasta el cansancio que Nasralla divide el buen voto, que con Moncada se acabaría la ayuda internacional, que había que estar alineado con Estados Unidos so pena de caer en el abismo, con infinidad de memes destinados a embarrar a Moncada y Nasralla para embellecer a Asfura. El tiro de gracia lo asestó Trump himself, cuando indulta a JOH y amaga con aumentar los aranceles aduaneros y deportar inmigrantes hondureños si pierde Asfura. Afirma que hay que combatir a los narcocomunistas. Sobretodo amenaza con detener las remesas que se reciben de los ciudadanos en el extranjero, que representan entre un 20 y un 25% del PBI de Honduras. Un acto de violencia imperialista a través del ejercicio del terrorismo económico en absoluta violación de la Carta de Naciones Unidas. La doctrina Trump reemplaza “la regla de oro”, esa que decía “no le hagas a los demás lo que no quieres que hagan a ti” por la “regla de plomo”: “haz a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Ese dogma de la guerra cognitiva le permite además cambiar el plomo en oro, o al menos en petróleo y demases.
Todo anduvo mal el día de la elección. Parece que Nasralla y Asfura picaron en punta, y dejaron a Moncada en tercer lugar. Pero hubo problemas técnicos en la empresa que debía entregar los primeros resultados debido a la filtración de las claves para funcionar. Fallas en la verificación de la identidad de los electores, inconsistencias masivas en los resultados de urnas, votación bajo los efectos de emoción violenta producto de la guerra cognitiva… La presidenta Xiomara declaró inválidas las elecciones, apoyada por el Congreso de Honduras que declaró “un pueblo sometido a amenazas no vota con libertad, por lo que las elecciones realizadas en tales condiciones carecen de plena validez democrática y jurídica». El mal ya está hecho, nadie cree en nada. Objetivo imperial cumplido.
En la Argentina, que sufrió ataques de la misma índole en las últimas elecciones, ninguno en la dirigencia le presta atención al tema de la guerra cognitiva. Algunos por complicidad, otros por pereza, los más por ignorancia. Sólo la Senadora Alicia Kirchner argumenta por la urgencia de una ley de soberanía cognitiva que defienda nuestros intereses nacionales en el mundo digital. Vox clamantis in deserto. ¿Qué Dios nos salvará de estás altas honduras?