El octogésimo aniversario de la derrota del nazismo fue este año otra batalla acerca de la Historia y cómo ésta se cuenta. Las celebraciones esta vez se produjeron en dos días diferentes (el 8 de junio en Occidente, el 9 de junio en Rusia), como es habitual, pero este hecho, en medio de la guerra en Ucrania, adquiere nuevo significado.
Este año, a esas celebraciones disjuntas se agregó una extraña proclamación del presidente Donald Trump. Este prometió que a partir de ahora habría en su país “una verdadera celebración de una victoria que se alcanzó mayormente gracias a nosotros, que ganamos esa guerra con mucha ayuda de nuestros aliados”. Añadió así una nueva capa a la disputa política sobre el significado de la derrota del nazismo y acusó tácitamente a todos sus predecesores desde 1945 de no haberlo hecho.
La memoria social de los grandes hechos históricos, siempre en reconstrucción, muestra variaciones notables. La atribución del esfuerzo de guerra de esta conflagración en particular ha sido un campo de batalla política durante estos 80 años. El Instituto Francés de Opinión Pública, institución señera del análisis demoscópico, preguntó a los franceses apenas terminada la guerra qué nación había contribuido más a la derrota de Alemania. La respuesta del 57% de los encuestados fue “la URSS”, mientras que sólo el 20% respondió “Estados Unidos”. En contraste con la opinión de quienes habían vivido la guerra, la respuesta de sus descendientes a la misma pregunta en 2024 arrojó un orden inverso: el 60% nombró a los estadounidenses y sólo el 25% a la URSS, un país que llevaba entonces 33 años desaparecido.
El vuelco de la opinión pública se explica en parte por el cine made in Hollywood, pero debe mucho también a los discursos de estado. El ejemplo más claro de esto es la centralidad que adquirió, a partir de 1984, cuando EE UU estaba en el sprint final de la Guerra Fría, la conmemoración del Día D en las playas de Normandía. Ese año, Ronald Reagan se mostró junto a los demás líderes de los antiguos aliados occidentales en un lugar al que el entonces presidente francés Charles De Gaulle se negaba a acercarse en 20 años antes, empeñado en resistir la reescritura en clave Washington-céntrica del final de la Segunda Guerra Mundial.
Al otro lado de la Cortina de Hierro, en Moscú, se hablaba, como se sigue hablando hoy, de la Gran Guerra Patria. La victoria se escenificaba con desfiles militares que glorificaban el sacrificio del pueblo soviético y mostraban los dientes militares de la URSS. Terminada la Guerra Fría, los rusos serían invitados a las conmemoraciones en el sitio de aquel desembarco. La invitación sería cancelada en 2023, después de la agresión rusa a Ucrania.
Las memorias de estado pudieron haber convergido tras el desmembramiento de la URSS, pero han evolucionado en direcciones divergentes, en paralelo con el surgimiento de nuevas tensiones y líneas de falla geopolíticas, todas ellas, divergiendo a su vez de la historiografía científica.
Los enemigos de Rusia en la antigua órbita soviética, han empujado a instituciones de la Unión Europea a adoptar versiones de la guerra que hacen corresponsables del inicio de la misma a la Alemania nazi y a la URSS de Stalin y borronean el rol de los colaboracionistas en los países ocupados. Simétricamente, Putin ha puesto en el candelero a las decenas de miles de cómplices ucranianos de la ocupación alemana y del exterminio de los judíos, ignorando a los millones de ucranianos sin los cuales el esfuerzo de guerra soviético contra Hitler no hubiera alcanzado para derrotarlo.
Recortada contra esas disputas de sentido agudizadas por eventos de los últimos 40 años, la batalla de los festejos de esta semana lo dice todo sobre las opciones de política exterior que enfrentan hoy a los países que hace 80 años estaban aliados contra el mal absoluto. Paradójicamente, los muestra unidos en el empeño por banalizar ese mal y en la renuncia a una pedagogía ciudadana que intente asegurar que nunca más retorne. «
* * Coordinador del Programa de Política Internacional, Laboratorio de Políticas Públicas.
RENE
10 May 2025 - 23:32
buena nota