Bernardo Arévalo asumió la presidencia de Guatemala tras una inédita jornada porque la demora en la instalación de la nueva composición del Congreso y la elección de sus autoridades retrasó más de ocho horas la agenda protocolar y generó dudas sobre la jura, zanjadas en parte por la fuerte presión internacional y de la Corte de Constitucionalidad.

Lo que debía ser una sucesión de pasos formales se alargó por horas y hasta puso en duda la asunción de Arévalo, en principio por desinteligencias en el parlamento en torno a si los diputados electos estaban en condiciones legales de asumir y, atado a eso, a la designación de autoridades, en medio de desbordes de los controles de seguridad por manifestaciones.

Arévalo, nacido en Uruguay, inició su gestión en un acto en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias para completar un período de 4 años hasta 2028.

El presidente del Congreso, Samuel Pérez, anunció la investidura de la vicepresidenta, Karin Herrera, y luego se produjo la asunción de Arévalo con la entrega de las insignias de mando que había dejado el presidente saliente, Alejandro Giammattei.

Tras asumir, Arévalo dijo que lo «llena de profundo honor asumir esta responsabilidad, evidenciando que nuestra democracia tiene la fortaleza necesaria para resistir, y que mediante la unidad y la confianza podemos transformar el panorama político en Guatemala».

Y, según lo recogido por la prensa internacional, sostuvo que «estos últimos meses, nos hemos enfrentado a complejas tensiones y desafíos que llevaron a muchos a pensar que estamos destinados a un retroceso autoritario».

«Para miles de personas estos meses sugirieron el resurgimiento de la dictadura en Guatemala. Sin embargo, el pueblo de Guatemala ha demostrado su sabiduría», acotó.

En tanto, el sitio de la Presidencia de Guatemala anunciaba hoy en su página web que «estará disponible próximamente» la comunicación sobre la gestión del nuevo presidente, donde planean difundir «información detallada sobre las políticas públicas que están transformando Guatemala y cómo el compromiso social de Bernardo Arevalo está impulsando el cambio positivo».

«Explorarás su visión para el futuro de la nación, así como la importancia de la participación ciudadana en este viaje hacia un país más fuerte y equitativo», indicó el anuncio en fondo azul posteado para los usuarios.

La gestión de Arevalo promete dar «forma al futuro de Guatemala» para «fomentar la participación activa de la comunidad en la construcción de un mejor mañana», según lo anunciado por la página oficial de la presidencia que avizora un «viaje hacia un Guatemala más próspero y esperanzador».

Quién es Bernardo Arévalo

El sociólogo y exdiplomático Bernardo Arévalo llegó a la jefatura del Estado con un partido nuevo después de haber enfrentado una dura disputa judicial pero arropado por sectores juveniles y comunidades originarias que lo convirtieron en bandera contra la corrupción, una idea que él alimentó con la promesa de combatir al “pacto de corruptos”.

Si a su padre, Juan José Arévalo, le tocó terminar con décadas de dictaduras cuando llegó a la presidencia en 1945, a él le corresponderá poner fin a una serie de gobiernos de derecha, tras haber ganado en agosto la segunda vuelta con la propuesta de una agenda social y de cambio.

Arévalo nació en 1958 en Montevideo debido al exilio de su padre en Sudamérica y Francia, luego de que fuera derrocado Jacobo Árbenz en 1954 por una invasión fraguada por Estados Unidos.

“Lo mejor está por venir”, es la etiqueta que la cuenta de la red X de Arévalo tiene desde hace semanas. Y a horas de jurar, escribió: “Estamos a punto de empezar un nuevo capítulo en la historia de Guatemala. No solo asumo un cargo, sino también el compromiso de trabajar por y para cada uno de ustedes”.

A sus 65 años, Arévalo será el 52do presidente constitucional del país. Lo escoltará la nueva vicepresidente Karin Herrera.

El mandatario vivió en Francia y México y llegó a Guatemala a los 15 años. Fue vicecanciller en 1994-1995 y embajador en España entre 1995 y 1996, en el gobierno de fallecido presidente Ramiro de León Carpio.

Durante su campaña electoral prometió seguir los pasos de su padre para mejorar la educación, reducir la violencia y atacar la pobreza, que afecta al 59% de los 17,6 millones de guatemaltecos.

«Yo no soy mi padre, pero recorro el mismo camino», declaró cuando cerró su campaña en la plaza central de la capital.

En su primera pelea por el Ejecutivo, Arévalo dijo que no legalizará el aborto libre -la legislación actual lo permite solo cuando está en peligro la vida de la mujer- ni el matrimonio igualitario, pero no permitirá la discriminación ni estigmatización por género ni religión.

Casado con una médica -su tercera esposa-, es licenciado en Sociología por la Universidad Hebrea de Jerusalén y doctor en Filosofía por la Universidad de Utrecht (Países Bajos).

Desde su victoria sobre Sandra Torres, Arévalo y el Movimiento Semilla enfrentaron una ofensiva judicial encabezada por la Fiscalía, que el socialdemócrata asegura fue encomendada por la élite político-empresarial para evitar su ascenso al poder.

En esa pelea, tuvo un inusual respaldo generalizado desde el exterior: la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Mercosur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Estados Unidos y la Unión Europea apoyaron su camino al poder.

De ahí sus insistentes denuncias de un intento de golpe y del “pacto de corruptos” que temía su llegada al palacio Nacional.

Políglota, desde enero de 2020 hasta hoy ocupó una banca de diputado y desde el año pasado es secretario general de Semilla, la fuerza política que fundó con académicos e intelectuales y con la que ahora llegará al sillón que hace 78 años ocupó su padre.