El asedio a la cultura por parte del gobierno de Javier Milei no cesa. De todas las áreas que han sido avasalladas y desguazadas por despidos, recortes y cese de proyectos, el cine y el sector audiovisual parecen ser uno de los objetivos contra los que más se ensaña la ultraderecha Una película de terror más realista que le toca al sector audiovisual. La idea es destruir una de las industrias más prestigiosas del país, a través del desmantelamiento de todo lo existente: aseguran que no se reincorporará a los 170 trabajadores que ya fueron despedidos del INCAA y aún echarían a más personal. El cine Gaumont, sala emblemática y espacio de difusión para el cine nacional y las producciones independientes, se cierra y se vende. Por otra parte, no habrá tampoco más apoyo a festivales como de de Mar del Plata y Ventana Sur, y es inminente el cierre del canal Cine.ar y la plataforma gratuita de películas y series argentinas Cine.ar Play, entre otros avasallamientosque demuestran el desprecio por el arte que esgrime esta gestión.

La Junta Interna de ATE en el INCAA se reunió este lunes reunión con Carlos Luis Pirovano, actual presidente del organismo y lanzó un comunicado que encendió todas las alarmas. “El objetivo es claro: el vaciamiento. Apuntan al cierre del organismo incumpliendo la ley, con la excusa de una excepcionalidad”, comentó a Tiempo Ingrid Urritia, delegada general de ATE del instituto de cine. “Por ley, se debe fomentar y regular toda la actividad cinematográfica en el territorio, tanto lo que se produce como lo que ingresa; pero con el achique, la reducción y el ‘ordenamiento’ evitan cobrarle, por ejemplo, a las plataformas por mostrar películas. Siendo este uno de los principales consumos, se podría colaborar con el fondo de fomento, para seguir el camino del autofinanciamiento y para que no se reduzca la actividad, ya que los cambios en el sector son inevitables. Pero aún así no hay interés por hacerlo”.

La referente gremial del INCAA amplía: “En vez de eso, se paraliza el corazón del organismo con despidos en sectores que tienen que ver justamente con el fomento, o que deciden qué proyecto puede ser interesante para recibir apoyo económico a la producción, o cuáles se pueden realizar. Igualmente, la pérdida de puestos de trabajo ataca a todos los sectores: se echó a personas que se encargaban de temas como rendición de costos, clasificación de películas en desarrollo y exhibición, todas áreas clave para un funcionamiento ideal”. Urritia también lamenta el cierre de un programa como La escuela va al cine, que acercaba al arte a los alumnos de sectores vulnerables que nunca concurrieron a una sala.

Según informaron los trabajadores, Pirovano, designado recientemente con la firma de la ministra Sandra Pettovello y el presidente Javier Mile, enfatizó en la reunión con representantes del sindicato que su objetivo es continuar con una segunda etapa despidos en la planta transitoria, retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas para la planta permanente. Además, con vistas a reducir el gasto, el interventor puso en duda el valor de mantener tanto un canal de televisión como una plataforma de cine, y planteó la eliminación o al menos la reducción de las actividades de control, llevadas adelante por la Gerencia de Fiscalización, así como el cierre de los programas de alcance federal.

El cine Gaumont, donde se pueden ver las mejores películas del cine nacional comercial e independiente a precios populares.


Motosierra contra la producción y a favor de las plataformas


“Los despidos anunciados sólo representan un 0,7% del presupuesto mensual, es decir que no resuelve el problema que plantean en términos presupuestarios. Esto es claramente un desinterés por la soberanía cultural que representa este instituto. Que además es autárquico, lo cual se sostiene con recursos que vienen del propio sector, algo que nos cansamos de decir. Son 700 mil puestos de trabajo que se generan, directa o indirectamente, con esta industria. Por lo cual tiene un efecto positivo en el PBI. Lo que se demuestra que hay un interés ideológico en conseguir que la cultura no se desarrolle. Una cultura que es crítica, que siempre resiste a los peores momentos de nuestra historia, siempre tomando un rol activo, con documentales y en ficciones que ponen en la luz lo que nos pasa como sociedad”.

Para la delegada de ATE, “hay que resistir convocando a distintos sectores, para luchar contra este ajuste en todo el estado. Todos los días el avance con más anuncios de despidos nos tiene alerta. Marzo es un mes complejo, porque muchos contratos se vencen, por lo que exigimos la necesidad de organizar un paro nacional, con sindicatos de base y centrales sindicales detrás. El plan de lucha es primordial y no se puede dar margen de espera ante la dureza del ataque a la clase trabajadora. En este caso, nos toca como trabajadores estatales del INCAA”.

Por su parte, Mayra Bottero, realizadora y coordinadora de Unidxs por la Cultura, un colectivo que representa distintas agrupaciones de todo el arco productivo de las industrias de se sector, opina que “no dejan de sorprender las primeras decisiones del nuevo presidente, anunciando despidos y demás recortes. Para los realizadores es un golpe, porque la estructura necesita de cada uno de ellos para funcionar como corresponde. Son muchos pasos, y con más de 200 películas que se venían haciendo por año, se necesitan muchas manos, no menos”. Para Bottro, el INCAA no puede funcionar eficientemente con menos recursos. “El golpe a la distribución es grande. Cerrar el canal y la plataforma es condenar al olvido miles de miradas, y es darle menos libertad de elección al público. Es ilógico pensar en privatizar o cerrar una sala que es un orgullo, el epicentro de los estrenos nacionales. Para todos los que hacemos películas tiene una importancia simbólica. Es un lugar histórico, de intercambio, y una casa para nosotros”.

Una de las tantas movilizaciones en defensa de la industria audiovisual argentina.
Foto: Diego Paruelo

Bottero también aclara que “el cine construye y genera más dinero y riqueza del que pide al estado. Es mentira que producir películas sea una pérdida para el país, sino todo lo contrario. Son puestos de trabajo, no sólo en cuanto a filmar, sino que además son muchas las universidades que dan la carrera audiovisual en sus currículas; con los avances de la tecnología cada vez es más necesario para profesionalizarse y dar productos de calidad. Hay escuelas privadas y estatales que forman personas para esta industria, que no tendrían razón de ser si no se mantiene la cantidad de producción diversa y federal. Estamos en estado de alerta y próximos a convocar a una gran asamblea de todo el sector para defender la actividad igual que lo hicimos en 2017, para evitar que este desguace termine con todo el arte cinematográfico de la Argentina”.

Contra la soberanía cultural


El cineasta Fernando Krichmar, integrante de DOCA (Documentalistas de Argentina,) alerta sobre la situación: “Todas estas medidas demuestran cierto sadismo y revanchismo contra la cultura. Es sabido que el INCAA, al autofinanciarse, no es un gasto significativo, y en vez de ir a buscar más ingresos yendo por las plataformas, que es donde realmente se puede recaudar y mejorar el sector, van por los trabajadores. Es increíble que quieran cerrar el único cine de argentina que tiene entradas a 400 pesos, siendo una sala donde se pasan todas las películas nacionales, de las más exitosas a las menos conocidas, todas, por lo cual recauda bastante. Ni siquiera pensaron en subir la entrada, con lo cual hasta podría tener ganancias”.

Para el director, “el gobierno anterior fue tibio en tratar de imponer la cuota de pantalla y de obligar a las grandes distribuidoras y cadenas a pasar lo que se producía en nuestro país. Hasta había películas que tenían éxito en festivales del exterior, pero que acá costaba mostrar, y la sala del barrio Congreso era un lugar que aseguraba que se vean. Ahora es más grave: se quiere eliminar el cine argentino”. El realizador habla, incluso, de maltratos: “Con comentarios como que ‘hay muchas mujeres’, o a una trabajadora venezolana le dijeron que ‘porque no se iba al instituto de su país’, cuestiones típicas del machismo y el neofacismo que nos gobierna. La agresividad es su método”.

Krichmar cree en su espacio de militancia, acostumbrado a la lucha, y que así seguirán, en las calles, defendiendo lo que consideran justo. “De Glayser, Pino Solanas, Birri. hasta los que seguimos sus ejemplos, sabemos que no tenemos que achicar ante este CO de segundo nivel que nos puso la bestia que nos gobierna. Este instituto no lo pueden destruir. Si este gobierno quiere cerrarlo, no los dejaremos, y si lo logran, lo volveremos a abrir. Es el derecho que tenemos los argentinos de tener cine propio”. Y ejemplifica: “Es un derecho que existe desde que mi bisabuelo, Mario Gallo, en 1909 estrenó La Revolución de Mayo; eso que había nacido en La Puglia, en el Sur de Italia; pero la grandeza de la Argentina le permitió abrir un camino. Así se comenzó a construir la cinematografía nacional: el cine no muere. Si no existe del estado existirá desde la calle o la resistencia, pero el pueblo estará de pie”. Krichmar espera organizar abrazos y formas de acción para evitar el plan, “aunque debemos esperar también gestos políticos de distintos sectores, aunque sea pedirle peras al olmo, pero esto también debería ser una razón más para oponerse políticamente a este gobierno. Estaremos atentos a los pasos a seguir”, afirma.

Colaboró en esta nota: Martina Delgado