Babasónicos llega a Cuerpos Vol. 1 en un momento de consolidación masiva -con dos fechas en el Estadio Ferro este fin de semana- y de una continuidad creativa inquieta. Si Trinchera (2022) fue el álbum de la introspección pandémica, este nuevo volumen se erige como su contracara necesaria: el registro del contacto violento con un exterior cambiante y fragmentado.

No es la primera vez que la banda permea su universo de ficción con la realidad: lo hicieron en Miami (1999) frente al menemismo. Ahora, el título mismo -que juega con los cuerpos físicos y los caídos- anuncia una mirada sobre un presente entendido como campo de batalla. Es el mapa de un mundo que se desarma, trazado por quienes se niegan a tocar la misma canción.

“Cuerpos Vol. 1”: Babasónicos disecciona el presente en un laboratorio de sonidos futuristas
Babasónicos toca este fin de semana en Ferro.

La banda abandona cualquier fórmula previsible para abrazar la experimentación como norma. La base sigue siendo el rock, pero desintegrado y recombinado: riffs de guitarra incisivos se funden con atmósferas electrónicas hipnóticas y beats que buscan más la tensión que el baile fácil. Hace un par de discos y unos cuantos años que Babasónicos ya suena a una banda del mundo como Depeche Mode, Erasure o New Order.

El elemento más revolucionario es la voz de Adrián Dárgelos. Dejando atrás su registro característico, se convierte en un instrumento de mutación constante, procesado, distorsionado y llevado a límites casi robóticos como en Maracuyá o a una vulnerabilidad felina en Miau. Esta decisión no es un efecto, sino el núcleo del concepto: el cuerpo vocal como primer territorio de crisis y transformación.

La estructura de las canciones es polimórfica. Evitan el desarrollo lineal, construyéndose y desarmándose en tiempo real, como en Advertencia, donde los elementos aparecen y colapsan. Este caos controlado refleja la sensación de un mundo que pierde sus coordenadas. Contrastes como el groove tropical de Cocos con la balada sintética y cínica de Mercado Blue muestran un dominio total del clima emocional, demostrando que, incluso en la fragmentación, su poder de seducción permanece intacto.

Las letras operan como aforismos del desencanto. Dárgelos disecciona sin piedad los temas del presente: la crueldad como canon que nos pide la nueva humanidad: el futuro viene con un paquete de humillaciones por presenciar en primera fila canta “Revelaciones aparte”, la destrucción del lenguaje: seamos los últimos seres con la contraseña del habla dicen en “Miau”, la lógica mercantil aplicada a la vida y el amor: la vida vale cuando la podés pagar al doble describe fríamente “Labios apilados”.

Lírico y conceptual: No habla de la realidad, sino que la filtra a través de metáforas sensoriales. El resultado es una obra que, en su propio hermetismo y desobediencia formal, se erige como un acto de autonomía radical. El tema final, «Mi propia música», suena así como un manifiesto: ante un paquete de futuro incómodo, la única respuesta posible es seguir creando, desde los escombros, un sonido propio, íntimo e intransferible.

Babasónicos captura el espíritu de una época

Cuerpos Vol. 1 es un disco necesariamente incómodo y fascinante. Babasónicos no solo captura el zeitgeist de un país y una época, sino que lo somete a un proceso alquímico donde la angustia se transforma en riesgo estético, y la fragmentación, en una nueva y compleja unidad. Lejos de la complacencia, confirman que su mayor virtud, después de tres décadas, sigue siendo la capacidad de mutar, de incomodar y, sobre todo, de seguir importando. Dárgelos y compañía vuelven a ir a piletas más profundas.

“Cuerpos Vol. 1”: Babasónicos disecciona el presente en un laboratorio de sonidos futuristas

Lejos de la inmediatez narcotizante del mundo digital, el disco construye belleza no desde el bombardeo de estímulos, sino desde la intimidad vulnerable y la observación microscópica del propio cuerpo y la memoria. Es aquí donde la banda libra su batalla: contra el olvido, la fugacidad y la superficialidad, proponiendo un ritual de belleza oscura y reflexiva como el último territorio de resistencia auténtica.

Cuerpos Vol. 1 se afirma como un manifiesto sonoro de madurez desafiante. En él, Babasónicos ejecuta un movimiento doble: honra su esencia a través de melodías pegadizas y su característica lírica introspectiva, mientras procede a una disección quirúrgica de su propio formato, es otro disco de Babasónicos pero no es otro disco de Babasónicos. 

El resultado es una obra de estructura polimórfica, donde las reglas de la canción pop se corrompen; los riffs de guitarra conviven con paisajes electrónicos que no decoran, sino que redefinen la textura, y la voz de Adrián Dárgelos se somete a mutaciones radicales, transformándose en un instrumento más de esta nueva agitación poética y musical. Este desmontaje controlado -esta decisión de construir canciones que simultáneamente se hacen y se deshacen- es la respuesta formal a un presente fragmentado.

“Cuerpos Vol. 1”: Babasónicos disecciona el presente en un laboratorio de sonidos futuristas
La tapa del nuevo disco.

Lo dicho: decimocuarto disco de estudio de la banda que en poco más de 30 minutos y 9 canciones, recorre caminos sinuosos propios de una empresa tan fina, elegante y plástica que resulta Cuerpos Vol.1. Disco que no tiene que envidiarle nada a cualquier artista o banda de categoría mundial, y que probablemente sea parte de la consulta constante de quienes hacen pop en estas latitudes del mundo. 

Lejos de la complacencia, el disco erige su propia lógica interna, una nueva elegancia al afirmar que convierte cada escucha en un acto de resistencia contra la previsibilidad de los algoritmos y la saturación de los géneros. Así, lo que podría sonar a experimento disperso se revela, en última instancia, como un gesto coherente y osado: la prueba de que, tras tres décadas, la verdadera tradición de Babasónicos es la reinvención constante y la negativa a tocar la misma canción.

Cuerpos Vol. 1, de Babasónicos