Construir un lenguaje pictórico propio no es sencillo. Jugarlo, sentirlo, y reinventarse a lo largo de cuatro décadas tampoco. Esto es algo que puede apreciarse en una selección acotada a 15 años de búsqueda prolífica en la muestra de Florencia Böhtlingk presente en Malba Puertos, el espacio gratuito y extensivo del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) dispuesto como continuidad de una bahía, en Escobar.

Es así que cumpliendo un año de existencia, la Sala Bosque, del nuevo espacio museográfico que recibió unas 260 mil visitas desde su inauguración -muchas de ellas por primera vez en un museo de bellas artes-, renueva un compromiso con el entorno de acercar el arte a nuevos públicos en un contrapunto referenciado en paisajes, retratos y naturalezas muertas del imaginario de la artista, que oscilan entre las geografías de la selva de Misiones y el Paraje La Bonita, y por otro lado, el Río de la Plata.
Inaugurada el 20 de septiembre, la exposición ofrecerá talleres educativos y podrá visitarse gratis hasta marzo en el exclusivo complejo de Puertos de la empresa Consultatio, en el partido de Escobar, provincia de Buenos Aires.
Es así que bajo el nombre “Florencia Böhtlingk: Juro que todo esto sucedió en un día. Obras 2010—2024”, se exhibe la primera muestra antológica de carácter institucional sobre la artista en el Malba, bajo la curaduría de Alejandra Aguado. En concreto, se exhiben unas 90 obras compuestas por acuarelas y pinturas de variado tamaño y series temáticas.
“Florencia Böhtlingk (Buenos Aires, 1966) empezó a pintar a finales de los 80, y se formó buscando un camino propio en una época en que “la academia no era una necesidad”, según indica la artista.

Esto la llevó a transitar por las escuelas de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y Ernesto de La Cárcova donde estudió con Jorge Demirjian entre 1985-1989. Una formación que continuó con Luis Felipe “Yuyo” Noé (Buenos Aires, 1933-2025), y luego participando de la Beca Kuitca (1994-1995), y numerosas exposiciones.
“Tuve varios periodos, pasé por períodos surrealista, períodos romántico”, dice a Tiempo Argentino la artista e indica lo apropiado de la elección curatorial que destaca un proceso de trabajo traducido en la elección del nombre de la muestra como guiño: “Juro que todo esto sucedió en un día”.
Observadora de un entorno que luego plasma en pinturas, Böhtlingk se define “como una pintora muy cercana a la naturaleza”. “Hay un afán de registro para recordar, para la memoria. Siempre se dice que el arte es como ese deseo de posesión” y la pregunta es “¿por qué quiero poseer ese paisaje?, ¿por qué no puedo vivirlo solamente?. Pero en mi caso lo pienso mucho y creo que es para la memoria, para recordar un instante”, expresa y agrega que “con los años esto es lo que más me va cerrando, como una ayuda a la memoria, un registro de momentos”.
El recorrido comienza con dos óleos centrales donde las palabras configuran sentidos propios, continúa con dos obras recientes de “Los grandes proyectos” de 2024, dispuestas frente a frente, y sigue con paisajes que reúnen accidentes geográficos, atmósferas, exuberancias vegetales y la presencia humana en un territorio condensado, en óleos que contrastan y potencian otras obras presentes.
En cambio, los bocetos de acuarelas como primera impronta de memoria realizados “en un momento caliente”, según expresa la artista, se traducen en el trabajo de taller sobre lienzos como: geometrías, ritmos y curvas de colores que rememoran situaciones y sensaciones de visitas y encuentros con amigos, paseos a orillas del río, vegetaciones estilizadas o fascinantes garzas.
También están presentes los retratos de su hijo leyendo “Crimen y castigo” (2012) -la novela de Fiódor Dostoievski-, o bien sus cuatro hermanas y dos autorretratos bien distintos, contrastando la intimidad pictórica con un soleado exterior espejado en el agua.

¿Qué te queda de Yuyo?: “El juego, la alegría. En esa época la educación del arte, por lo menos en pintura era muy patriarcal, canónica, y también de hacértela difícil y si aguantabas era lo tuyo, y si no, ibas por otro lado”, esgrime crítica.
Es que Yuyo le dio otro tipo de permiso, la incentivó al impulsar el «dale, vamos, seguí, divertite, está bien así”, algo que “fue un poco de aire, alegría, de juego”. Y si bien la palabra juego “no está bien vista, en el arte, es súper válida”, y añade crítica que si “en el arte decis juego te miran mal o lo descartan”, pero en cambio, para ella es algo clave.
Böhtlingk y la serie de Misiones
Por otro lado, en esta gran síntesis de su trayectoria de más de tres décadas, Böhtlingk encontró “elementos propios para pintar esa selva misionera” que la cautiva desde 1992, más allá de las referencias a los grandes de la historia del arte.
En el paisaje, se despega del peso de la historia para trocar por un “lenguaje pictórico más constructivista, más desapegado de esa tradición del siglo XIX”. O sea, lo que se observa como una síntesis, “fue un trabajo de ir sacándose las prendas hasta quedarse con lo básico, como decía Noé. Es un descubrimiento”, explica.
Así, saltos de agua, garzas recurrentes, estilizadas orquídeas, hojas y cuerpos humanos, decoran y encuentran “distintas formas de aparecer”, en el decir de la curadora, y como paradoja, la composición sintética admite en la tela una profusión de elementos e instala un “diálogo entre la geometría y todo lo que surge ahí adentro, mágicamente”, según la artista. Y entre los desafíos, más allá de lo constructivo, revela el trabajo con el color, el cual reduce la paleta cromática para, por ejemplo, “pintar un cuadro con dos colores, combinarlos entre ellos hasta lograr toda la gama”..
Algunos títulos son “Las palabras son imágenes” (2020) de la Serie Misiones o “Las elecciones” (2019), ”Paraje La Bonita”, “Garzas violetas verano” (2013), “Villanueva en el taller” (2014), “Cena utopías” (2014) o bien “Más allá de la infoesfera” (2024), entre otras.
Otras son pinturas de ofrendas umbandas, propiciatorias de buena fortuna, en tiempos críticos. Son memoria de ceremonias que observa en paseos por la ribera del Río de la Plata y después recrea, como “Ofrenda Oxum” (2022) -que se replica en una de 2024 no expuesta y más sintética-, una naturaleza muerta impregnada de tonos dorados.
“Son objetos que encuentro en mis recorridos por el río y hay dos cuadros donde aparecen restos de ceremonias. En uno está muy sintetizado y eran increíbles los colores. Me emocionaba y parecía una provocación salir a caminar y encontrarme con estos restos que hablan sobre la realidad del país, porque casi todos son pedidos para que salgan los papeles, y por trabajo”, explica sobre el sincretismo religioso africano rioplatense. Es más, “cuanto más crisis hay, más ofrendas aparecen con más collares, frutas, más miel” como “Oxum que tiene colores dorados y naranjas”, colores que integra a la paleta.

“Recuerdo que había uno hecho en una caja de Efectivo ya, y esto es un reflejo de la necesidad”, con objetos que “se fueron mezclando por el encanto de las flores, los collares, los colores”. Y agrega: «Las disfruto el doble porque en mi pintura hay algo de síntesis africana y es como que África llega también por ese lado”, y se refleja también en Brasil, como una hermandad”.
Para Aguado, la selección responde a “un momento en el que se consolida la identidad de la pintura de Florencia que la hace reconocible con tanta claridad”, porque “en este periodo se afianzan esas composiciones de base geométrica, paletas reducidas a complementarias, de iluminación de la perspectiva”, pero también “se consolidan los dos ejes grandes a los que dedica gran parte de su obra como son la serie a Misiones, a las reservas misioneras, y a la ribera del Río de La Plata”.
Es una práctica “anclada en la tradición del paisaje y del retrato, bajo el dominio de una ´urgencia de registro´, en palabras de la artista, y con el color como disparador, su pintura nos enfrenta a imágenes que traen reminiscencias del arte popular e ingenuo, a la práctica del grabado, y a algunos códigos formales del arte prehispánico, y que pretenden dar cabida a cada uno de los ingredientes del tiempo y espacio transitado”, escribe la curadora.
En definitiva, “la exposición acompaña la reflexión de Florencia al mostrar pinturas que parecen ser el resultado de una ensoñación, pero son testimoniales y buscan poner en una imagen y capturar en la tela todo lo que sucede a su alrededor, no solo las aves cruzando el cielo o la luz del sol posada sobre la ladera de los montes, sino también hábitos y costumbres y encuentros con la familia y amigos”, apunta.
La visita a la muestra
“Juro que todo esto …” podrá visitarse hasta el 8 de marzo de 2026, de jueves a domingos de 12 a 19 con entrada gratuita en Alisal 160, Bahía, Puertos, Escobar (Panamericana km 45).
Pero eso se acompaña de muchas referencias, porque como indica Aguado: “parte del atractivo de la pintura de Florencia es que juega con nuestro imaginario, nuestro inconsciente histórico y aparece todo, desde Gaugin a las vanguardias del puntillismo, a la pintura naïf, a la talla religiosa. En su pintura aparecen 1000 capas de la historia de la pintura”, dice Aguado”.
“Son obras maduras de un artista que viene trabajando y pintando incansablemente desde finales de los 80”, y se trata de un estilo guiado “por su capacidad de asombro y su afán pictórico inagotables”, destaca Aguado, con quien Böhtlingk colaboró en la exposición “Manifiesto verde” (2023) del Museo Moderno de Buenos Aires, con un gran mural.
