Es un problema: las y los docentes lo vienen advirtiendo hace tiempo. La presencia constante de teléfonos celulares en las aulas genera no sólo un factor de distracción durante las clases, sino que abre las puertas a otras problemáticas como la proliferación de apuestas online entre chicos y adolescentes. En línea con medidas que se están tomando en otros países, y a partir de recomendaciones de organismos internacionales, se presentó un proyecto de ley para restringir el uso de celulares en las escuelas bonaerenses.

Fue elaborado por el senador provincial Emmanuel González Santalla, de Unión por la Patria. La iniciativa apunta a las escuelas primarias –públicas y privadas–, pero refleja la necesidad de dar el debate también a nivel secundario.

“Creemos necesario empezar a debatir sobre el uso de la tecnología en las infancias, las consecuencias negativas están a la vista y es necesario intervenir para lograr un uso responsable de los dispositivos digitales tanto dentro de la escuela como fuera de ella”, planteó el legislador.

Antecedentes globales 

Al difundir la iniciativa, González Santalla remarcó que “varios países de Europa ya comenzaron a prohibir o limitar el uso de dispositivos digitales en los establecimientos educativos de todos los niveles a partir del Informe Global de Monitoreo de la Educación (GEM 2023) de la UNESCO mediante el cual se advierte el impacto negativo del uso de estos dispositivos en los rendimientos académicos”.

En este sentido, tomaron medidas en Francia, Países Bajos, Reino Unido y algunas regiones de España, así como en Nueva Zelanda, Australia, Canadá y varios países asiáticos. Por estos días, el tema es materia de discusión en el Parlamento de Perú.

“El remplazo de las actividades lúdicas, imaginativas y compartidas con pares, por el juego en línea, muchas veces de contenido violento, provoca problemas de socialización en las infancias. Otros trastornos registrados por el uso excesivo de dispositivos digitales son problemas auditivos, oculares, de postura, tensión muscular, nerviosismo, angustia y estrés, todo ello con una repercusión directa en la conducta de la infancia y en el proceso de aprendizaje”, añadió González Santalla.

Hasta ahora hay escuelas o incluso docentes que toman medidas de forma individual, como pedir que dejen el dispositivo en una caja al inicio de la clase. Pero se trata, por el momento, de situaciones aisladas.

Fines pedagógicos

Desde el ámbito educativo hace tiempo que encendieron la alarma. “Tenemos que hacer algo con las pantallas y celulares dentro del aula. No es solo pedir que no los usen, sino establecer consensos. Hay una discusión técnica y política que dar, qué hacer con el celular en el aula, porque ha distraído mucho. No pueden no tenerlo en la mano. No pueden no tenerlo a la vista. Lo que nos pasa a todos. Uno va a comer y pone el celular arriba de la mesa. Les pido que lo guarden y lo ponen en el bolsillo, no en la mochila. No pueden guardarlo porque es más fuerte que ellos. Como si quedaran desnudos si no lo tienen cerca”, advirtió a Tiempo Manuel Becerra, profesor, magíster en Historia y formador docente.

“Es un problema, y la escuela una de las cosas que tiene que lograr es acostumbrar a estar un rato sin celular. Pero no lo puede hacer solo un docente aislado. Es una discusión que tiene muchas aristas, porque hay una cuestión de derechos individuales, porque las familias se van a poner intensas. No es solo una cuestión de alumnos, a veces los padres chatean cuando están en clase. Tu mamá también tiene que saber que, durante la clase, no”, acotó.

Fabio Tarasow, coordinador del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de Flacso, se pronunció en el mismo sentido: es un desafío para la escuela, pero no solo. Interpela a toda la sociedad. “No hemos logrado ser respetuosos del uso del celular, pasa en el cine, en todos lados. En la escuela tenemos el mismo problema. Su uso en el aula se justifica sólo si va a tener un fin pedagógico. Si no, se apaga”, enfatizó el especialista. El proyecto de ley presentado en territorio bonaerense contempla ese punto: que su utilización no esté permitida, en tanto “no sea requerida por personal docente”.

“Es menester que se desarrollen políticas públicas para que los niños y niñas del hoy y jóvenes del mañana adopten hábitos de autorregulación en cuanto a la distribución entre tiempos de estudio y distracción”, se propone desde los fundamentos del proyecto. Una apuesta por la regulación del Estado en pos de la calidad educativa y el bienestar infantil, en tiempos en los que la intervención estatal es denostada por el propio jefe de Estado.

Más de la mitad dice estar distraído con el teléfono

Cuando el año pasado se conocieron los resultados de la edición 2022 de las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), que cada tres años realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la mayor parte de las noticias sobre el tema en la Argentina tuvieron que ver con el bajo nivel de desempeño detectado a nivel local. Sobre todo, en Matemática. Pero hubo otro dato alarmante en cuanto al panorama educativo en el país: un 54% de los estudiantes encuestados (de 15 años) reconocieron que se distraen en clase usando dispositivos digitales. Si bien el problema es de alcance global –y las medidas tomadas en otros países así lo demuestran– el porcentaje en Argentina se ubicó por encima del promedio, que rondó el 30%.
Hay otra arista: el uso del celular para apuestas online. Docentes relatan cómo en plena clase los chicos pueden llegar a festejar o lamentar un gol en África. La mayoría son del secundario y usan tarjetas de sus padres, que no están ni enterados. Ganan o pierden hasta 60 mil pesos. Se identifican con streamers y con marcas que publicitan en las camisetas de sus equipos.