Benjamin Achimeir, de 14 años, había sacado a pastorear las ovejas en una granja en el viernes a la mañana. A la tarde las ovejas regresaron sin él. Este sábado un dron de la Unidad 636 del Cuerpo de Defensa Fronteriza encontró su cuerpo con señales de haber sido asesinado. Antes de que el gobierno israelí siquiera acusara del crimen a terroristas a los que jura encontrar y castigar, los colonos salieron a destrozar viviendas, golpear a pobladores de la aldea de al- Mughayyir, causando varios heridos y un muerto y, para completar la escena, apalearon a un fotorreportero israelí que tomaba imágenes de la barbarie y le destrozaron el equipo.

Los incidentes se produjeron en una región de Cisjordania cercana a Ramallah. El portal del Times of Israel afirma que los colonos enardecidos quemaron casas y automóviles y que el Ministerio de Salud palestino dijo que tres personas habían resultado heridas. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, pidió no “tomar la ley por mano propia” y prometió hallar a los culpables. El fotógrafo Shaul Golan, del diario Yedioth Ahronoth, dijo que estaba “tomando fotografías cuando vi a un grupo de judíos enmascarados emerger de un olivar cercano, caminando… como si fuera su propio pueblo. Filmé mientras incendiaban casas (…) Uno de los niños me vio y llamó al resto. Me golpearon sin piedad, me rompieron un dedo y me quitaron el bolso para quemar todo el equipo de fotografía que había dentro (…) Comencé a decirles: ‘No soy árabe, soy judío’. Corrieron hacia mí y me agarraron, gritando: ‘Eres judío, ¿cómo no te avergüenzas de ti mismo? (…) Me dejaron desnudo y tiraron las llaves de mi moto al fuego para que no tuviera cómo llegar a casa. Tenían odio en sus ojos”.

En un artículo que firma el periodista israelí Oren Ziv en los sitios Local Call y +972 se dan testimonios de palestinos que viven en esas regiones y que cuentan de qué manera son continuamente corridos por los colonos. Son regiones que pertenecen legalmente a Palestina a pocos kilómetros de la sede de la Autoridad Nacional. “Antes de las últimas elecciones, los colonos huían rápidamente si había algunos de nosotros. Hoy atacan porque el gobierno está con ellos. La policía, el ejército y el Shin Bet (Servicio de Seguridad) están todos con ellos”, dice Ali Abu al-Kabash, de 60 años.

“Por 25 años vivimos una vida normal –agrega el poblador palestino- hasta que los colonos vinieron y construyeron dos asentamientos (la Granja de Micah y Malachei HaShalom). Bloquearon el camino entre que baja hacia Fasayil. Pastorearíamos en la zona, pero vinieron en nombre del gobierno y la Autoridad Civil y dijeron que esa tierra pertenecía a los colonos. Trajeron ovejas para que se alimentaran con la comida que nosotros preparamos para nuestras ovejas… Ellos entraron a nuestras casas, algunas veces con muchos soldados, tomando fotos, incluso cuando había niñas, mujeres y ancianos presentes”.