«Hay muertes que parecen ajenas», dice Claudia Piñeiro desde España, donde fue a visitar la Feria de Libro de Madrid y a donde volverá luego de viajar a Grecia, para presentar su última novela en la Semana Negra de Gijón.

Y continúa: «Una chica escort que cae al vacío desde un edificio puede interesar  un rato por el morbo de qué estaba haciendo ahí, si había una fiesta sexual, si había drogas. Pero después se convierte en una muerte ajena porque la gente piensa que es una chica escort, con la que no tiene nada que ver».

La muerte ajena es, precisamente, el título de su última novela publicada por Alfaguara. En ella narra la historia de dos mujeres hijas de un mismo padre y de distinta madre. La mayor es una exitosa periodista que nunca quiso encontrarse con su padre luego de que se separara de su madre y formara otra familia. Tampoco quiso conocer a su hermana menor por fidelidad a su madre. Hasta que aparece la noticia de que una chica escort cayó al vacío desde un departamento de un quinto piso.

Esa chica es su hermana. Esa chica es la hermana que nunca quiso conocer. Sobre esta situación la autora urde una novela de trama muy compleja en la que salen a la luz los oscuros entretelones del poder y en la que se plantea una pregunta fundamental: cuál es la verdad, qué es real y que no lo es. Esa pregunta inquietante caracteriza el momento en que vivimos, atraviesa el espíritu de la época.

Claudia Piñeiro: "Hoy nadie sabe muy bien qué es la realidad"

Claudia Piñeiro

– ¿Tenías ya muy pensada la novela antes de ponerte a escribir?

-Hay partes que se piensan antes, que son las que tienen que ver con cómo va a ser la historia. Pero en este caso, como yo quería que la novela tuviera que ver con lo que está pasando ahora que no se sabe bien dónde está la realidad, qué es real y qué no, en las distintas versiones sobre el mismo hecho, tuve que poner mucho cuidado porque la novela tiene narradores poco confiables, algunos menos confiables que otros.

Cuando se pasa de una versión a la otra, la pregunta es quién miente. Uno podría decir que la historia de la novela habla de dos hermanas, una es escort y la otra, periodista; una cae al vacío desde un edificio y la otra debe decidir si como periodista y como hermana, se pone a investigar esa muerte o no. Esa trama no es demasiado compleja pero combinar todo eso en las distintas versiones sí fue bastante complejo.

-¿Cómo surgió la idea de esta novela?

-Mis novelas siempre aparecen por una imagen disparadora que se me mete en la cabeza, me acompaña, comienza a moverse y a mostrarme conflictos hasta que digo acá hay una novela y empiezo a tirar de la cuerda. La imagen que surge en principio tiene casi la categoría de los sueños porque puede venir de algo que me dijeron, de una historia que me contaron, de una película, de un cuadro, de muchas cosas, por lo que uno no sabe bien de dónde vino.

En este caso, en cambio, sé que la idea tuvo que ver con un hecho real que ocurrió en Argentina y que tiene que ver con una chica brasileña que era escort y que cayó de un piso de Recoleta hace un par de años. Ese fue el disparador pero la novela no tiene que ver con eso.

-Yo recordaba ese hecho y lo reconocí en tu novela. No sé qué pasó después.

-Todavía no se averiguó nada y fue muy impresionante porque la chica supuestamente había venido a Argentina a estudiar. En los noticieros se vio al padre que viajó por la muerte de su hija y lo que decía es que ella  había venido a Buenos Aires a estudiar.

Ahí se ve que la prostitución no siempre tiene que ver con un problema de subsistencia por provenir de una familia humilde. Hay chicas que trabajan de escort por otros motivos Además, este es un país en el que hubo varios casos de mujeres que cayeron al vacío,  por lo que esa imagen para mí remite a todas las anteriores.  

Tu novela abarca un período muy largo que comprende la dictadura. No contás sobre la dictadura, pero la traés al presente.

-Claro, porque en la novela hay una familia que tiene miembros empresarios, que ha tenido vínculos con la dictadura, que ha abusado de detenidas y desaparecidas y, ya en democracia, algún miembro de esa familia se dedicó a tener un prostíbulo vip. De todas mis novelas, esta es la que tienen más referencias a la realidad. La hermana periodista, por ejemplo, gana el Premio Rey de España de Periodismo por un trabajo de investigación.

Yo me enteré de que hubo una investigación verdadera que hizo Rolando Graña sobre una chica que aparecía en los programas de televisión como los de Neustad y Grondona con Cecilia Pando. Se presentaba siempre muy recatada, con traje sastre, no sólo a reivindicar a los militares sino también a opinar sobre cómo había que vivir, formar una familia… Todo muy conservador. Un día, Rolando Graña  le hace una cámara oculta en Mar de Plata y resultó que esa chica tan recatada manejaba un prostíbulo en Mar del Plata.

Claudia Piñeiro: "Hoy nadie sabe muy bien qué es la realidad"
Foto: Mariano Martino
Claudia Piñeiro: "Hoy nadie sabe muy bien qué es la realidad"

-Eso no lo recordaba.

-Lo que pasa es que yo tengo amigos muy memoriosos y con los que charlo cuando estoy escribiendo. Facundo Pastor me dijo que no me olvidara de ese caso porque me iba a servir mucho para la novela. Entonces, me puse a investigar. En algún momento, esta chica que tenía  un prostíbulo en Mar del Plata había sido la novia de Astiz. Hay fotos de ella sentada en la sala donde se realizó el juicio a Astiz por apología del delito.

A lo largo de la historia argentina y, seguramente, también en la de otros países, hay vínculos muy fuertes entre la prostitución y la dictadura, los servicios de inteligencia y los poderosos. En ese momento se produjo una discusión sobre si era o no válido mostrar que esa mujer se dedicaba a la prostitución porque eso era una violación a la intimidad. Pero el tema es que esa mujer aparecía en los canales de televisión como ejemplo. Creo que hoy ni siquiera nos plantearíamos ese tema, pero en ese entonces había más prejuicios respecto de algunas prácticas y esa mujer daba cátedras acerca de cómo vivir, entonces tenía sentido hacerlo.

-Vos decís algo interesante en la novela y es que, en todo caso, la prostitución, si es que es indigna, no es el único trabajo indigno porque se trabaja muchas veces por sueldos indignos y se trata de manera indigna a los trabajadores y trabajadoras, aunque no vendan sus cuerpos. Yo no tengo una idea formada acerca de la prostitución, no sé si es un trabajo como cualquier otro o no.

-A mí me pasa lo mismo que a vos y que a la protagonista de la novela, que comienza a meterse en ese mundo y de ahí que se encuentren esas reflexiones en La muerte ajena. Esa es una pregunta abierta del feminismo. Las abolicionistas están en contra de la prostitución y las regulacionistas entienden que si hay prostitución se debe proteger a las trabajadoras y debe haber cierta regulación. Yo investigué posiciones de los dos lados y en la novela cito un libro de Diana Maffía en el que recoge testimonios de quienes están a favor y de quienes están en contra.

Escucho una campana y me parece que tiene buenos argumentos, pero escucho la otra y también encuentro buenos argumentos. Mientras no me decida por una posición u otra siempre voy a defender que si la mujer quiere hacer ese trabajo, lo haga como cada uno hace su trabajo con la dignidad que cada trabajo tiene. Me parece válida la pregunta acerca de qué dignidad tiene el trabajo de bajar a una mina y estar allí muchas hora, dedicarse a limpiar lo que otros ensucian o despedir a un montón de gente en la fábrica donde trabaja. Parece que solo es digno aquello en que no está involucrado el cuerpo.

Creo que en toda la novela hay preguntas abiertas, que más allá de la trama policial, nada queda del todo cerrado, que hay una pregunta de tipo filosófico acerca de qué es la verdad y para quién algo es una verdad. No sé si eso se fue dando en la escritura o fue intencional.

-Fue intencional porque creo que en el siglo XXI la verdad es un concepto más esquivo. En muchas de  mis novelas hay distintos puntos de vista, pero en esta no es eso lo que se sucede, lo que se mueve es la realidad. Nadie sabe cuál es la realidad. Eso es algo que sufrimos varios  de nosotros a diario cuando aparece una noticia acerca de algo. Uno se pregunta si eso será cierto o será una fake news por lo que trata de buscar fuentes que le confirmen si eso es verdadero o no. Ese es un trabajo agotador porque, finalmente, nunca sabés cuál es la versión verdadera. Por supuesto que también hay gente que no se preocupa por encontrar la versión verdadera.

El presidente hace un comentario en las redes sobre un niño que está dentro del espectro autista y muestra fotos que ese niño se sacó con Cristina y con Massa y dice que el chico es un operador K, lo que es una barbaridad absoluta. Luego Grabois pone fotos del mismo chico en las que está con María Eugenia Vidal, con una mujer que forma parte del gobierno actual y con varias personas más. Lo que dice Grabois es que ese chico y su mamá difunden los problemas de chicos del espectro autista y se reúnen con personas que potencialmente podrían ayudar. Si pudieran reunirse con Milei, probablemente también lo habrían hecho.

Por supuesto que no importa la idea política, pero quien sólo vio el posteo de Milei va a creer lo que dice Milei. Creo que la novela replica esa situación: no sé si lo que me están contando es la verdad. 

La cocina de la escritura

–¿Cómo se escribe una novela con una estructura tan compleja y cuánto tiempo te llevó hacerlo?

–Me llevó un año escribir La muerte ajena pero la tuve mucho tiempo antes en la cabeza y fui pensando cosas que tenían que ver con la estructura, con el narrador, con determinados detalles de la novela antes de escribir la novela misma. Fui tomando apuntes de todo eso. Luego sentarme frente a la computadora y poner, por ejemplo, capítulo 1 y largarme  a escribir me llevó un año.

Pero esta novela requirió muchísima corrección y vueltas atrás para no meter la pata con las versiones de un mismo hecho de los distintos narradores. Permanentemente tuve que ir haciendo ajustes porque cuando escribía la segunda versión sobre un mismo hecho, por ejemplo, me daba cuenta de que el narrador de esa segunda versión no podía saber lo que sí sabía el primero. Eso sí fue un trabajo complejo. Tuve que ir ajustando las distintas versiones y fue una tarea muy minuciosa controlar qué se podía decir y qué no en cada  una de ellas.

El género policial

–En tus novelas suele haber una trama policial. En La muerte ajena también la hay. ¿Vos creés que tus novelas se encuadran dentro del género policial?

–Creo más bien que en mis novelas hay un corrimiento del género policial,  porque si alguien espera que se descubra al asesino, que se sepa quién mató a la víctima y por qué, eso no va a pasar. Sí va pasar que el lector pueda deducir qué fue lo que pasó.

–Lo que pasa es que lo que atrae del policial clásico es que da una respuesta.

–Sí. Piglia decía que el lector de policiales exige  una respuesta contundente. Por eso escribió Blanco nocturno que tiene un final abierto.

–Yo llegué a preguntarme cuando leía La muerte ajena si era realmente una novela policial.

–Yo no discuto más eso porque, en general, la gente dice que una novela es policial cuando tiene algunos elementos del policial. Quien busque en mis novelas una novela policial clásica a lo mejor se decepciona porque no va a responder a la pregunta clásica de quién fue el asesino. Pero si me preguntan qué es La muerte ajena, de qué trata, yo contestaría que es la historia de dos hermanas que tiene elementos del policial y que ojalá que cuando vaya a La Semana Negra de Gijón a presentarla a todos les encante, pero siempre estoy forzando los límites del género.