Como muchos cineastas a lo largo de la historia, Cecilia Kang quiso debutar como directora con un film que hablara de una de sus obsesiones: la comunidad coreana. Su documental Mi último fracaso tiene origen en esa necesidad, aunque la parte más fáctica surgió a partir de una ruptura amorosa que la llevó «a escuchar boleros todo el día». «Y ahí estaba ‘Mi último fracaso’, del Trío Los Panchos. Fue como el motor sentimental», dice. Y puso manos a la obra con su tema: averiguar cómo se construye la identidad -esa que las rupturas amorosas ponen en duda- y que tiene que ver con descifrar “si somos más la mirada del otro o es una construcción propia”.

Kang es argentina, hija de padres coreanos, y al comenzar el film tenía decidido mostrar con exactitud a qué se debían sus críticas a la comunidad. Y lo hizo. El tema es que esa exactitud no fue la que esperaba. “Muchos amigos me decían que cambiara el título, que parecía negativo, pero para mí era lo contrario: en la película termino mostrando mi fracaso en evidenciar mis críticas, porque me di cuenta de que no sabía por qué la gente tomaba las decisiones que tomaba, que siempre tiene un motivo y que hay que escuchar y entender”.

Así que para empezar, Kang recurrió a gente bien conocida: sus afectos más cercanos, que incluyen madre, hermana, profesora de dibujo de chica, entre otros. Por esta última empieza el film y es, acaso, la parte más formal del documental. «Con Diego Saguí (director de fotografía) teníamos todo muy imaginado de cómo debía ser cada personaje, y en verdad era todo muy de estudiante de cine, algo que también tenía que ver con mi inseguridad». Por suerte para ella y para la película, esa primera experiencia le empezó a mostrar que lo que ella pensaba de su comunidad respondía más a sus prejuicios que a lo que encontraba en la investigación. “A medida que filmamos nos dimos cuenta de que seguir así nos haría perder la posibilidad de registrar lo real, lo espontáneo.” Y Kang se decidió por lo real, opción que dota al film de una frescura por momentos encantadora.

La cosa no terminó ahí. La decisión por lo real la llevó a la cuestión de su participación en la escena, y de qué tipo. La película honesta, que quería que surgiera del contacto con los personajes, se completaba con una contraparte propia: “Ellas (las tras protagonistas) la hicieron por mí, porque se los pedí, no por algún tipo de interés en la película. Y en un momento me plantearon que me tenía que hacer cargo, y asumir mi lugar. Y lo hice”.

Mi último fracaso se exhibe los sábados a las 20 en el Malba. Figueroa Alcorta 3415. «

Una invitación para jugar en el bosque los domingos por la noche

Aventuras y ganas de divertirse. Es lo único que hace falta para ser parte de Juguemos en el bosque, el programa que arranca esta noche por Telefe.

Conducido por Diego Korol, el ciclo de entretenimientos se divide en episodios donde juegan cuatro grupos de pareja. Uno de los integrantes del equipo estará disfrazado de animal y tendrá que pasar por distintos desafíos. El segundo miembro del equipo servirá como su guía. «Es un formato que tuvo éxito en varios países», adelanta Picho Straneo. «Cada uno estará disfrazado de un animal, con trajes que vinieron de afuera y que tienen un sistema de refrigeración», comenta.

El talentoso actor uruguayo participa de la conducción junto con Ivana Nadal. «Soy una especie de guardabosque que está enamorado de Caperucita Roja, que interpreta Ivana», explica el actor que, además, está comenzando a grabar su papel en la segunda temporada de Loco por vos.

«Soy un laburador, por eso acepto desafíos que puedo llegar a hacer, está bueno no estar trabajando siempre en lo mismo», puntualiza Straneo. Juguemos en el bosque saldrá los domingos a las 21:15. «