Hasta las seis y media de la tarde de este miércoles, cerca de Victoria Villarruel sólo acotaban que ya no había margen para lamentos desde la Casa Rosada. Aseguraban que le anticiparon «hace meses» a los funcionarios del presidente que la vida del DNU 70/23 se estaba acortando drásticamente en el Senado. «No sabemos si al número 1 le interese demasiado», eludió una fuente consultada sobre el presunto malestar de Javier Milei ante la decisión de la vicepresidenta de sumar a la sesión de este jueves el tratamiento del decreto más importante de su presidencia. Por la tarde arreciaron versiones de un volantazo, de una Villarruel que daba marcha atrás a pesar de las advertencias que había lanzado. Los planteos, que inundaron las redes en su contra, apuntaban a una decisión ejecutiva de la titular del Senado para deshacer la convocatoria que había firmado. No pensaba hacerlo y no lo hizo, pero intentó un acuerdo político para postergar el tratamiento una semana más. Genuina o no, Villarruel intentó postergar por unos días la sesión de este jueves y no tuvo éxito.

Lo propuso en la reunión de Labor Parlamentaria que estaba prevista para las 18 de este miércoles y ordenar el transcurso de la sesión que comenzará (comenzó) a las 11. La vicepresidenta repitió los intentos que habían hecho antes los integrantes de su bloque, una minoría de siete bancas. Los radicales y peronistas le contestaron que no, que no había margen para una postergación nueva. En el caso de Unión por la Patria repasaron la cantidad de pedidos de sesión que habían reclamado para tratar el DNU y que Villarruel había desoído. Detrás de cada pedido dicen que la titular del Senado avisó por todos los medios que se estaban gastando las balas para impedir que el rechazo pudiera llegar al recinto.

En la última semana hubo un acelerador de la interna que estalló en las entrañas de la fórmula presidencial. Villarruel demoró la decisión para frenar el aumento del 28% en las dietas de los senadores y emular lo que hizo su vecino Martín Menem en Diputados. La vicepresidenta se habría opuesto a hacerlo y Milei le ordenó hacer lo contrario con un tono muy distinto al afectuoso abrazo que se dieron hace dos semanas, cuando ella lo recibió en la puerta del Congreso en la previa de la Asamblea Legislativa para inaugurar el período 142 de sesiones ordinarias. Si todo sale a contrapelo de los deseos del Gobierno, este año de trabajo legislativo será el primero en registrar el rechazo de un DNU por parte de una de las dos Cámaras del Congreso. 

Cuando avanzaba la reunión de labor, la  vicepresidenta supo del comunicado oficial de la Oficina del Presidente. Se enteró al mismo tiempo que los senadores que estaban en la reunión. Todos leyeron desde sus celulares el texto de dos páginas. Estaba dirigido a ellos y a Villarruel en especial. Desde ese momento el tema que parecía no importarle demasiado se transformó en una expresión pública del presidente que busca condicionar la sesión y, por sobretodo, a la vicepresidenta. «El potencial rechazo del DNU 70/23, que actualmente se encuentra próximo a una definición de la Corte, conllevaría a un grave retroceso en los derechos y necesidades del pueblo argentino, implicando, por ejemplo, el regreso de la Ley de Alquileres, el retorno al sistema rígido de obras sociales sindiales, el sostenimiento del modelo corrupto de los Registros Automotor, y la anulación de la política de cielos abiertos, entre otras», advirtió una parte del comunicado.

La otra pareció apuntar a Villarruel. «El Gobierno Nacional espera que el Poder Legislativo no se deje cautivar por el canto de sirena de quienes pretenden «anotarse» victorias de corto plazo en detrimento del futuro de los 45 millones de argentinos», insiste el párrafo donde alimenta las intrigas polisémicas. La mención de victorias podría apuntar a la oposición pero también a la titular del Senado. Los presentes en la reunión de labor creyeron lo segundo en forma unánime, incluso los del PRO que acompañarán al oficialismo como sea. En la Rosada deslizaron que incluso hubo presiones directas, casi a la misma hora, para que ella retrocediera sobre sus pasos.

Foto: Prensa / Senado

Milei cree que meter el tratamiento del DNU 70/23 ahora «entorpce las negociaciones y el diálogo entre los distintos sectores de la dirigencia política». «Tanto el tratamiento apresurado del DNU como la iniciativa de promover una fórmula jubilatoria sin consenso violentan el espíritu de acuerdo promovido por el presidente en su convocatoria al Pacto de Mayo», remarcó el texto que, quizás, fue lanzado antes de las 19 para que fuera leído en vivo mientras transcurría la reunión de labor.

La virulencia discursiva de la Rosada liberó a José Luis Espert. El economista, que preside la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados se reconcilió el año pasado con Milei y esta semana confirmó su incorporación oficial al bloque de La Libertad Avanza. Se enteró del pronunciamiento de Milei durante una entrevista al canal de cable LN+. Le preguntaron si Villarruel pretendía desestabilizar al Gobierno con esta decisión. «Acá hay una decisión política (…) Además se podrían haber tratado los DNU anteriores», contestó Espert y ante la insistencia disparó: «No se, a la luz de esto me genera dudas» y confirmó la desconfianza del entorno presidencial con la titular del Senado.

El comunicado presidencial le subió el voltaje a una sesión que ya venía recargada por las sucesivas postergaciones que Villarruel impuso, hasta que pudo. Milei cree que podría haberlo evitado y ganar más tiempo. En el Senado aseguran cerca de la vicepresidenta que avisó con tiempo que la oposición tiene amplias chances de voltear el DNU en una de las dos Cámaras del Congreso. La ley 26.122 establece que un DNU sólo pierde vigencia cuando es rechazado por las dos Cámaras. Sin embargo, si una de las dos lo hace, hiere la legitimidad del instrumento y resquebraja su aplicación. El texto de la oficina de Milei confirma que esa posibilidad les preocupa y si sucede decidieron echarle la culpa a Villarruel, en una disputa que escala a cielo abierto entre el presidente y su vice, en una impensada reedición de la pésima relación que tuvieron, mientras estuvieron en el poder, Alberto Fernández y Cristina Kirchner entre 2019 y 2023

Milei considera una amenaza el tratamiento del DNU y la equipara con el fallido intento opositor por emplazar y acelerar el debate para modificar la fórmula de actualización jubilatoria. Acorde a la política del shock, en esta etapa se arremolinaron los tiempos en el Congreso. La sesión fallida fue el miércoles al mediodía y cayó, en parte, por la ausencia de los diputados que responden a los gobernadores de Salta, Gustavo Sáenz, de Rio Negro, Alberto Weretilneck, de Misiones, Hugo Passalaqua y de Entre Ríos, Rogelio Frigerio. Todos lo hicieron como parte de las negociaciones que mantienen con la Casa rosada. El paquete de intercambios no pasaría solamente por la sesión de la Cámara Baja, sino también para evitar que prospere la votación negativa del DNU. Los aludidos no habrían aceptado y el cuórum no esta en duda. No se sabrá si es parte de un gesto o porque La Libertad Avanza también bajará al recinto para tratar los demás proyectos con dictamen que están en el temario.

Foto: Prensa / Diputados

La intensidad de los contactos entre la Rosada y los gobernadores confirman que Milei no cuenta con Villarruel para persuadir a nadie. En la oposición reiteran que tienen los votos de sobra para los 37 del cuórum y para una mayoría que podría arañar los 40. La base la aportarán los bloques de UxP, con 33 voluntades, que podrían crecer a 35 con dos de los tres integrantes del cisma peronista encarnado en Unidad Federal. El entrerriano Edgardo Kueider y el correntino Carlos «Camau» Espínola votarán en contra y se diferenciarán de Alejandra Vigo, del peronismo cordobés. El gobernador Martín Llaryora no movió a sus diputados para la sesión por las jubilaciones y podría hacer lo mismo con la senadora y consorte del exmandatario Juan Schiaretti.