Hace frío en Alaska, donde entre dos de los dueños del mundo se decide el destino de la humanidad. En la Franja de Gaza, claro, todo lo contrario. Una ola de calor no hace más que ahondar la magnitud de la catástrofe humanitaria. Las dificultades para dar ayuda persisten; la escasez de alimentos provoca que los gazatíes, grandes y chicos, sigan muriéndose de inanición; el combustible y los elementos esenciales brillan por su ausencia; los ataques israelíes por aire y por tierra siguen destruyendo o matando lo que encuentran a su paso y, como si fuera poco, las temperaturas abrasadoras agravan el sufrimiento de la población: se registran temperaturas superiores a los 44° lo que provoca serios casos de deshidratación, en un marco de escasez de agua potable disponible. Como si fuera poco.
A la vez, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la hambruna en la Franja se halla en la actualidad en su nivel más alto desde que comenzó el conflicto en octubre de 2023. El dato provisto por la oficina de las Naciones Unidas documenta que ya se produjeron, al menos, 235 muertes relacionadas con la desnutrición. Pero lo más patético de la información revela que, entre ellos, nada menos que 106 son niños. No habla el informe sobre las consecuencias irreparables que ya se produjeron en los todavía vivos, más allá de los muertos.
Sí refiere a las multitudes desesperadas, que a menudo son baleadas por los francotiradores israelíes, mientras buscan los envíos de ayuda alimenticia. En el último mes, el PMA revistó 1012 camiones que transportaron casi 13.000 toneladas de alimentos desde los pasos fronterizos de Kerem Shalom y Zikim .Sólo 10 llegaron a los almacenes, el resto fueron descargados en el camino.
Tal vez, la contracara sean esa docena de niños gazatíes enfermos que fueron trasladados esta semana a Zaragoza, desde Jordania para recibir tratamiento en hospitales españoles. Los trasladaron en un avión A-400 medicalizado, que retornaba de llevar 12 toneladas de ayuda humanitaria que sería lanzada en Gaza desde el aire.
La mayoría de esos niños llegó a España con sus familias en el avión del Ejército del Aire procedente de Ammán (Jordania). De inmediato fueron trasladados en ambulancias a varios establecimientos del norte de España: el Hospital de Cruces (Baracaldo) y el Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat). El programa del gobierno español, que no se replica en el resto de Europa como solicitó la propia Organización Mundial de la Salud, ya pudo completar la evacuación de 44 menores gazatíes heridos o enfermos y de un centenar de sus familiares. La primera evacuación se realizó a finales de julio de 2024. La cuarta se llevó a cabo hace pocas horas. El Estado español destaca las dificultades que enfrenta en este tipo de acciones humanitarias, especialmente por la actitud de las autoridades israelíes.
El presidente español, Pedro Sánchez, junto a las autoridades de Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Noruega, Portugal y Eslovenia expresaron hace unos días su condena al plan anunciado por Israel para ocupar la ciudad de Gaza, a la vez que rechazaron «cualquier cambio demográfico o territorial en el Territorio Palestino Ocupado». Sostienen que esas acciones «constituyen una violación flagrante del derecho internacional humanitario».
El fútbol le salvó la vida
Khaled Dader nació en Gaza, en 1998. Es futbolista del Deportivo Vallecas, de España. Pelo y barba abundante, ojos grandes, muy elocuentes. «No sé qué significa ‘infancia’, solo la conozco por su nombre. La mía estuvo llena de guerra y destrucción en la Franja de Gaza». No se guarda nada. Acota: «Salimos de debajo de los escombros y continuamos con nuestros sueños y ambiciones». También define: «La sensación de sobrevivir no es sólo un buen sentimiento».
Su padre, Jamil, fue jugador y técnico de básquet. Su tío, Ibrahim Abu Al-Sheik, fue atleta. Khaled se entrena ahora en las instalaciones del club, en El Pozo, una zona humilde de Entrevías, en Madrid. Debutó en la Primera división de Palestina con tan sólo 17 años, en el Gaza Sporting Club. Ese día metió un gol: «Estaba tan feliz… Yo era uno de los jugadores más prometedores de la liga. Pero muchos de mis amigos jugadores, así como el presidente del club, fueron asesinados durante los ataques”. El club Al-Najma de Bengas le sirvió para salir de Gaza. Luego saltó a España. No pierde la fe: «Vi que era la única manera de sacar a mi familia de allí. Todavía lo espero”.