Ya pasaron cuatro años desde que una comitiva del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP) de la provincia de Chubut ejecutó de un tiro en la cabeza a Martín Alejandro John, apenas Tino para todos en el paraje Las Golondrinas, cerca de la localidad de El Hoyo, durante un operativo desmesurado en su casa que incluyó una veintena de efectivos, bombas de estruendos y gases lacrimógenos. Tino tenía 63 años, era paciente psiquiátrico y al momento del disparo estaba calmado. El primer fiscal del caso y hasta el poder político provincial encarnado en el ministro de Seguridad aunaron esfuerzos para deformar el caso –el escándalo– e instalar que los efectivos sólo habían rebatido el ataque de un sujeto peligroso en defensa de propios y terceros. La lucha incansable de Claudia Costa Basso, pareja de Tino y testigo del infame crimen, terminó por imponer la verdad: tres policías serán juzgados por un tribunal popular acusados de homicidio.

“Fue realmente una carrera con obstáculos –dice ahora Claudia y en su tono se adivina el alivio–; cuatro años en los que no paré, yendo a todos lados para defender a Tino. Llevé el reclamo de justicia al Congreso; le escribí al presidente Alberto Fernández diciéndole que, si el Ejecutivo Nacional no me ayudaba, el crimen de mi pareja iba a quedar impune; presenté el caso ante el relator especial de la ONU. Así descubrí que había un blindaje a las autoridades de ese momento en Chubut (en referencia al entonces gobernador Mariano Arcioni). Fue muy duro porque estaba enfrentando al Estado poniendo en evidencia la connivencia entre los policías, el poder judicial y el gobierno provincial”.

A principios de mayo, el juez penal de Esquel, José Luis Ennis, resolvió enviar a juicio al oficial Luis Américo Moggiano por el delito de homicidio agravado (con expectativa de pena de prisión perpetua); la misma suerte corrieron el jefe de la comisaría de El Hoyo, Omar Eduardo Martínez, y el jefe del GEOP, Cristian Alejandro Soto, aunque ellos rendirán cuentas por homicidio culposo e incumplimiento de deberes como funcionarios públicos. El inicio del proceso está fechado para el 16 de septiembre en la Oficina Judicial de Lago Puelo, donde un tribunal popular decidirá sobre la culpabilidad de los policías.

Jugar a la guerra

El 26 de mayo de 2021, una llamada a la comisaría de El Hoyo alertó sobre disparos en la zona. Cuando los policías se acercaron, Tino les impidió el paso a su chacra. “Él era bipolar y se había descompensado por los incendios en la zona; tenía todos los pies quemados por salvar nuestra casa. Había habido tomas de terrenos y ese día se había metido gente a nuestra chacra y Tino disparó al aire para que se fueran”, recuerda Claudia.

La mañana del 27 los que volvieron a la chacra de Tino fueron los miembros del GEOP. “Tiraron la puerta abajo y entraron como 20 policías con cascos y armas largas; me agarraron de la nuca y me ataron con precintos. Escuché que arriba tiraron un ladrillo para romper un vidrio. Hubo explosiones, gases lacrimógenos. Fue una ejecución”.

El entonces ministro de Seguridad provincial, Federico Massoni, opinó lo contrario. “El accionar de la policía de Chubut ha sido extremadamente correcto (…) se ha cumplido con todos los protocolos, así que no tengo ningún reproche respecto a eso”, afirmó en rueda de prensa.

La misma línea argumental convalidó el fiscal Carlos Díaz Mayer (tardó un año y medio desde el hecho en abrir la investigación), cuando solicitó el sobreseimiento del oficial Moggiano, autor del disparo y único imputado hasta ese entonces, por considerar que “no hubo un error. Estaba cumpliendo con lo que la ley le marca”.

En 2023, la causa pasó a manos del fiscal de Esquel, Martín Robertson, quién se diferenció de su antecesor. «Los funcionarios policiales a cargo del operativo tenían en el abanico de las posibilidades razonables, varias alternativas destinadas a evitar la pérdida del bien jurídico vida, que en definitiva se perdió”, concluyó.

La vida sin Tino se le hace cada vez más difícil a Claudia. “Vivimos 16 años juntos, era el amor de mi vida. Yo creo que justicia sería que Tino resucitara, pero eso no va a ocurrir. Por eso quiero que todas las personas que, por acción u omisión, despreciaron la vida de mi pareja paguen», dice, y enseguida agrega: «La última imagen de Tino que tengo es verlo subiendo las escaleras para protegerse. Su muerte pudo ser evitada; los policías lo asesinaron por brutalidad, negligencia, impericia, falta de humanidad y por jugar a la guerra”. «