El ejercicio de la memoria colectiva es fundamental, y el teatro —como tantos otros lenguajes— busca a menudo colaborar con esa tarea. Ese es el impulso que sostiene Cromañón nos pasó a todos, una obra que se presenta casi como una performance donde se cruzan teatro, sonido, poesía e imagen para explorar la memoria de la masacre ocurrida en el recital de Callejeros.

Declarada de interés cultural por la Legislatura porteña en 2019, vuelve en una función única con la intención de profundizar desde un enfoque artístico el impacto social y cultural de la muerte de 194 personas. A más de 20 años de los hechos, sigue vigente la necesidad de preguntar y preguntarnos.

Escrita y dirigida por Gustavo Moscona, la propuesta continúa indagando en un dolor interminable: “La obra nace de un libro que escribí, Esa Topper blanca y otros cuentos, donde relato momentos en los que no dimensionábamos lo que implicaba una tragedia de estas dimensiones. Yo estaba de viaje y no comprendí la magnitud de lo ocurrido hasta volver. Después, como profesor de Sociología, conocí a un pibe que sobrevivió y perdió a su amigo, que volvió a entrar para ayudar a gente que no conocía y murió. Ahí noté que todos tenemos una historia y apareció la idea de hacer una performance que hablara de eso”.

"Cromañón nos pasó a todos", un ritual colectivo para descifrar heridas que continúan abiertas

La obra no narra una historia única, sino que articula una constelación de relatos. “Es un espacio donde el público está de pie, como en un recital, y ve rostros de chicos y chicas que ya no están. También aparecen sobrevivientes, familiares y las múltiples repercusiones de lo sucedido. Hay algo de teatro documental, una suma de voces que conforman la complejidad de la apuesta. Hay músicos en vivo y no hay escenario. Y en ese juego surge la posibilidad de recordar. Es muy difícil abordar Cromañón sin caer en el golpe bajo, pero siempre intentamos no bajar línea ni juzgar”, explica el director. Con emoción agrega que algunos familiares se acercaron a agradecer el respeto: “Uno de ellos nos dijo algo que nos conmovió: ‘Mi hijo hubiese sido amigo de ustedes’”.

Moscona destaca la potencia del hecho artístico para pensar lo colectivo. “El trabajo teatral tiene un compromiso que estos cuatro años de función reafirmaron -puntualiza-. La respuesta del público fue muy buena y la convocatoria para volver es casi espontánea. El teatro es fundamental, más aún cuando algunos sectores lo atacan con tanta virulencia”.  También recuerda cómo ciertos espacios políticos ligados al macrismo capitalizaron la tragedia, un aspecto que la obra tampoco omite.

"Cromañón nos pasó a todos", un ritual colectivo para descifrar heridas que continúan abiertas

Docente en la UBA y en la Universidad de Capitán Sarmiento, Moscona estudia el neoliberalismo y dicta materias de sociología, historia y cine: “El teatro me permite pensar desde otro lugar y sostener una mirada social que problematiza lo que pasa y por qué. El arte favorece imaginar mundos posibles, versiones de lo que ocurrió o pudo ocurrir”.

La obra no elude lo que muchos omitieron en su momento: la bengala en un recinto cerrado, las salidas de emergencia encadenadas, las habilitaciones irregulares y la responsabilidad del Estado. “Eran variables que estaban ahí, pero no las vimos hasta que fue tarde. El Indio Solari dijo alguna vez que era una bomba que nos íbamos pasando de mano en mano y le explotó a Callejeros. Y así fue.” También recuerda una frase de Spinetta sobre la idea equivocada de que el público es parte del espectáculo: “Sonaba clasista, pero con el tiempo se entiende lo que quería decir.”

"Cromañón nos pasó a todos", un ritual colectivo para descifrar heridas que continúan abiertas

Moscona es también autor de la obra Soñé con ellas, en la que fantasea con el encuentro de Micaela García, Marita Verón y María Cash. “Tiene la idea estructural de A puerta cerrada, de Jean-Paul Sartre, y es más teatral, la de Cromañón es otro dispositivo. Pero ambas trabajan la memoria desde distintas aristas”, señala. El autor y director volverá en marzo, abril y mayo, el año que viene, para hacer una comedia titulada Llegaron los chicos: “Es una obra de humor escéptico, de una pareja que adopta a unos jóvenes del conurbano bonaerense, para ser más precisos de González Catán, que se llaman los hermanos Cabrera. Y el choque generacional y de estratos genera humor desde la reflexión de cómo vemos a los otros. En una obra como esta te das cuenta que la gente también necesita reír, divertirse, pero no por eso dejar de pensar”. «


Cromañón nos pasó a todos

De Gustavo Moscona. Con Catalina Albanese, Silvina Arditi, Camila Berguier, Gerardo Centurión, Gabriel Crespo. Sábados 13 de diciembre a las 22. Única función. En El Sábato Espacio Cultural, José Evaristo Uriburu 76 (CABA).