“¿No ven las pirámides en la Luna? ¿No ven los cadáveres en el mar?”, grita el barbudo Pato Larralde en el epígrafe de De a montones llegan a escucharse. Potente entrada cantada -los versos de Los Antiguos- para la nueva novela de Juan Ignacio Pisano, pluma ejemplar de la ciencia ficción argenta contemporánea. New weird, vieja sci fi, rótulos for export que no le hacen justicia a esta delgada pero potente novela distópica. Hija putativa de la gauchesca parida en estas pampas del demonio y ensayo novelado sobre la relación entre la tecnología y las fuerzas de seguridad. Ácido argentino hecho libro.
Hay ecos de la biblia Martín Fierro y de la borgeana “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” en De a montones llegan a escucharse. Pero, sobre todo, hay gritos y escenas desgarradoras que remiten a la literatura sobre los años del horror de la última dictadura cívico-militar en la Argentina. Un pasado que es futuro y nos habla demasiado de nuestro presente en el país de no me acuerdo.

En su tercera novela, luego de El último Falcon sobre la tierra (2019) y El viento de la pampa los vio (2021), Pisano cuenta la historia de un padre que intenta rescatara a su hijo de las garras de sus apropiadores, y en esa batalla que tiene como escenario las fronteras y la Ciudad Alta -esa urbe donde los grupos de tareas de los milicos siguen operando hace décadas- se juega la esperanza y la resistencia para días que serán más justos y humanos.
El policía Medina empieza a recibir cartas de su padre, comienza a escuchar voces. Su pasado, la historia de su sangre y la sangre derramada, la verdad le llega en fragmentos, en la voz coral de los marginados, «de a montones». Para sabotear la violencia estatal, como hicieron Fierro y Cruz, en ese momento en que Medina descubrirá su íntimo destino de lobo, no de perro gregario: “Ahora ya lo sabe, M’hijo. Ahora ya sabe todo. Tal vez no lo sabe a conciencia, tal vez le quede masticar lo que todavía no muerde palabra, pero en el fondo de las fibras de su cuerpo ya está asentado lo que tiene que conocer, lo que lo mueve y hará de su vida un territorio nuevo: ya lo verá”. Podría sonar “Tu eres su seguridad” de Hermética al final de la novela: “Si buscas libertad, ya no andés por fuera / Hombre de mil nombres naces ya, naces ya”.