El corazón de las políticas neoliberales -si es que tienen corazón- está en la transferencia de recursos de las y los trabajadores a las empresas. Para eso licuan los salarios liberando los precios de todos los productos, incluidos los alimentos, atacan la legislación que garantiza derechos a quienes producimos y hacen lo posible por eliminar los sindicatos. El objetivo de todo eso no es la felicidad de quienes trabajamos, sino generar una transferencia brutal de recursos hacia los grupos económicos y obligarnos a pensar sólo en lograr la subsistencia de nuestras familias.

Eso fue lo que hizo la última dictadura militar, que contó con el respaldo de los principales grupos económicos nacionales e internacionales, junto con el capital financiero que acompañó la destrucción de las industrias. Para eso, impusieron a sangre y fuego una reforma laboral que -30 mil detenidos desaparecidos mediante- arrancó una cantidad de derechos que nunca logramos reconquistar.

Algunos de esos derechos los pudimos recuperar. Entre ellos están el derecho a huelga y la negociación colectiva para mejorar nuestros salarios. Esos dos fueron de los primeros derechos atacados por la última dictadura, que tenía -como lo demostró la historia- un plan para destruir la organización de la clase trabajadora.

Por eso, lo primero que hizo la dictadura fue prohibir los sindicatos y licuar los salarios, que perdieron 40 puntos porcentuales entre 1976 y 1977. La muerte, la desaparición, la tortura y el robo de niños fue de la mano del ajuste, el recorte y la precarización de quienes generamos valor.

Este gobierno tiene una política económica similar. En los primeros tres meses de gobierno, el presidente Javier Milei firmó el nefasto Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23 -escrito por las patronales y hoy suspendido temporalmente por la Cámara Laboral- que intenta liquidar el derecho laboral argentino para hacernos más difícil la vida a quienes trabajamos y para que ganen más las corporaciones a las que sirve todo su gabinete. También ataca fuertemente el derecho de huelga para atar de manos a las y los trabajadores ante la intransigencia empresaria.

Tienen una angurria sin límites. En los primeros tres meses de gobierno licuaron los salarios en más de 22 puntos. Es decir, en solo cien días lograron achicar más los salarios que los 20 puntos que recortó Mauricio Macri en cuatro años de gobierno y multiplicaron por cuatro los 5 puntos que se perdieron durante el gobierno de Alberto Fernández.

Por eso, este 24 de marzo, en este nuevo aniversario de un golpe de Estado, decimos Nunca Más a la miseria planificada y vamos a seguir reclamando paritarias libres para tener los salarios dignos que nuestras familias merecen. La democracia se fortalece cuando su clase trabajadora puede vivir mejor y cuando puede defender sus derechos usando las herramientas que necesite como es la huelga.