Denise Sciammarella sostiene con convicción científica de que nada de lo que sucedió con Sciammarella Tango estaba en los planes: ni que se convirtieran en “una orquesta arqueológica que haga investigación porque eso no lo hace nadie”, ni que fueran sólo mujeres “porque orquestas femeninas hay pocas”, ni que su conformación fuera cosmopolita “porque está llena de extranjeras”. Que Sciammarella sea una doctora en física que actualmente trabaja en unidad mixta internacional que el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) posee en la Argentina -en la Facultad de Ciencias Exactas, dependiente del CNRS, la UBA y el CONICET- tampoco tiene relación al respecto. Al azar le debemos el muy buen A Villoldo, tercer disco de la Sciammarella Tango que acaba de ser lanzado en plataformas digitales.

“Ocurrió -reafirma con la misma convicción-. Lo importante es que una vez que ocurrió, lo adoptamos como una elección, y lo mantuvimos. Es una característica nuestra el cosmopolitismo, ser una orquesta femenina y una orquesta de rescate de patrimonio perdido: somos una orquesta triplemente marginal -ríe-. Primero porque hacemos repertorio marginal, que quedó en los márgenes de la historia; segundo porque somos mujeres, y las mujeres sufrimos la marginación en el tango; y por último el extranjero, al que también se desprecia porque se cree que no sabe de tango. Sin proponérnoslo estamos derribando prejuicios muy presentes en el tango. Ocurre por azar, pero ocurre por azar porque en otro tiempo, incluso por azar, habría sido imposible: hoy hay mucha presencia femenina y hay muchos extranjeros que son la diáspora inversa: gente que se viene a vivir a Buenos Aires por amor al tango.”

Denise es familiar directa de Rodolfo Sciammarella, compositor de tangos, fundador de Sadaic y músico publicitario pionero. El 40 aniversario de su muerte fue la excusa que el azar le dio para hacer algo más con eso que siempre le había gustado: el canto. Recuperó Gordinflón -entre otros-, tango olvidado que Rodolfo había grabado con Bustamante, cuya partitura encontró en el azaroso San Telmo: “Los anticuarios son una de mis principales fuentes de investigación. Me dio la pauta de que así como ése había quedado en los márgenes de la historia, podría no ser el único a recuperar. Y eso nos embarcó con la orquesta en una tarea arqueológica de salir a buscar patrimonio musical perdido.”

No es la primera -ni será la última- científica que también se dedica a la música. Tampoco será la única que sostenga que ambas disciplinas tienen “más cosas en común de lo que se cree”. Lo que parece singular de Denise Sciammarella es su relación con el azar. “Estaba trabajando en algo muy abstracto: el comportamiento no lineal (hoy está de moda ya que la no linealidad de la pandemia es lo que nos impide saber qué va a pasar). Es la revolución que cambió el paradigma en la física. La ciencia no lineal, la dinámica no lineal, el caos, que es el nombre más común y marketinero, nos mostró que podemos conocer las ecuaciones, conocer el fenómeno -que es determinista, no aleatorio-, y sin embargo no podemos predecir. Eso es culpa de la no linealidad.” Su doctorado es sobre Estructura Topológica de Flujos Caóticos; en sus palabras: “Tratar de encontrar con la topología -una herramienta matemática- una manera de clasificar los sistemas dinámicos. Una de las primeras aplicaciones de mi desarrollo fue a una señal de voz humana, y eso hizo, casualmente, que me terminara dedicando muchísimo tiempo a el estudio de la voz.”

Es tentador citar el “ya lo sabes nada es casualidad”. Pero la tentación cuántica puede más. Ella, primero, ríe, y luego dice: “El concepto de cuanto en física es el de un salto. Se podría hacer una especie de historia cuántica del tango, en el sentido de que su continuidad no es tal. Tiene una historia muy interrumpida, saltos bruscos, no sólo en lo musical, sino en el ánimo de los tangos. Hablan del tango llorón y cuando te vas para atrás, a los inicios con Villoldo, por ejemplo, no tiene nada que ver con ese estado de ánimo: era jocoso, divertido, tenía alegría. Creo que por eso este disco está tan lleno de sorpresa. Cuanto más atrás uno se va en el tiempo, contrariamente a lo que uno podía esperar, hay una riqueza de otro orden, que al entrar en diálogo con la riqueza actual, con todo ese saber que se fue acumulando, produce cosas sorprendentes. Es una linda forma de verlo, esas discontinuidades; esos estados de ánimo tan distintos por los que fue atravesando el tango, al punto que lo dieron por muerto y hoy está claro que para nada es así.”