“Ahora la Argentina es un parangón (sic) de la estabilidad macroeconómica”, definió esta semana en una entrevista el CEO y fundador del unicornio fintech Ualá, Pierpaolo Barbieri. Al mismo tiempo, su empresa figuraba en un grupo de tecnológicas que, según versiones, transitan la mitad de 2025 con reestructuraciones y despidos en sus plantillas de personal.

El empresario es uno de los que más creció en los últimos años gracias a su capacidad para los negocios, pero también en el contexto del despegue de la era digital, especialmente a partir del confinamiento por la pandemia de Covid 19, que disparó la actividad de los servicios financieros a distancia. Otra condición favorable fue el impulso estatal a través de políticas de promoción, como exenciones impositivas extraordinarias, entre otras, para fomentar la «economía del conocimiento».

Su impresionante crecimiento profesional y económico, le permitió ganarse un lugar en la exclusiva foto de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la entidad privada que integran los dueños de las compañías más grandes e influyentes de la economía argentina.

Desde su residencia en Nueva York, Barbieri ponderó una estabilidad que parece no ser una garantía para los trabajadores de los servicios basados en conocimiento (SBC), quienes pasan a engrosar una lista desocupados cada vez más extendida, como reveló el Indec en su informe de Mercado de Trabajo relativo al primer trimestre del año.

Razones de pesos

Lo que confunde a los trabajadores del ámbito tecnológico es que este fenómeno se produce bajo el gobierno de La Libertad Avanza, que llegó al poder con un discurso de modernización e impulso a la creación de unicornios tecnológicos, la tecnología digital y la inteligencia artificial.

Para explicar el paso de la motosierra, los despedidos cuentan que las empresas se limitan a argumentar necesidades de reestructuración y alegan cuentas que dejaron de cerrar en el devenir de la economía local.

En el último informe Argenconomics, de la cámara sectorial Argencon, se señala que el salario representa el 70% del costo total de producción y que las empresas pudieron sortear el aumento de los salarios medidos en dólares (por el bajo valor de la divisa) gracias al traslado a sus precios ya que la demanda global es pujante. Pero advierte: «La capacidad competitiva de nuestras exportaciones se verá afectada por la competencia de países con costos sensiblemente inferiores».

La situación del sector ganó visibilidad a mediados de este mes, cuando empezaron a trascender versiones de que Globant preparaba despidos masivos para compensar los malos resultados del primer trimestre y que incluyeron una caída contundente de las acciones de la compañía en Wall Street.

Redes en llamas

La empresa quiso aclarar y no pudo. Mientras el CEO, Martín Migoya, otro empresario de AEA, expresaba que “el espíritu de construcción y reinvención de Globant está más fuerte que nunca”, el CFO, Juan Urthiague, reconocía inquietud por las “incertidumbres del actual entorno económico global”.

Mientras tanto, el periodismo especializado y los sindicatos del sector agregaban que el capítulo argentino del ajuste contempla un cronograma de cierres en seis provincias, que comenzaría el 30 de junio, con las oficinas de Mendoza y Tucumán; seguiría el 31 de julio, con las sedes de Ushuaia y Bahía Blanca; y finalizaría en fecha a definir con cierres de locaciones en Rosario y Resistencia.

Pero el caso Globant abrió una compuerta de la que brotaron más denuncias de crisis y despidos en otras tecnológicas importantes que rápidamente ganaron espacio en redes sociales como X o Reddit.

El periodista Maximiliano Firtman canalizó muchas de esas denuncias con posteos en X y señaló a Ualá y Avature entre las empresas que están desvinculando personal, además del Banco Santander, IBM, Kyndryl Argentina y Atos. La información aclaraba que las desvinculaciones se vienen realizando en forma paulatina y no masiva, tras la finalización de proyectos.