En lo que podría considerarse un estupendo ejemplo de un error no forzado, el gobierno logró solo y sin ayuda que se disparen en simultáneo el dólar y las tasas de interés, zigzaguear en la política monetaria hasta volverla incomprensible, sembrar la desconfianza en los mercados y ponerse en contra a los bancos, uno de los pocos ganadores del actual modelo económico.

Con bajo riesgo electoral (los consultores le auguran al oficialismo una performance entre aceptable y buena en los próximos comicios de septiembre y octubre) y con el FMI ablandando su lista de requisitos para prestar dinero, la (im)pericia del equipo económico liderado por Luis Caputo parece ser el factor principal del cuadro financiero de los últimos días.

En él se destaca una suba de la tasa de interés a niveles estratosféricos; sucesivas comunicaciones del Banco Central para subir hasta el 50% los encajes (la proporción de los depósitos en el sistema financiero que deben permanecer inmovilizado); ventanillas de liquidez que se cierran y se abren; pases que se eliminan y que reaparecen; y emisiones extraordinarias de títulos públicos que se arman de la noche a la mañana.

La desconfianza de los mercados quedó evidenciada en el fracaso de la licitación de títulos del último miércoles, cuando el Tesoro apenas logró renovar el 61% de los vencimientos. La diferencia de $ 5,8 billones quedó dando vueltas en los mercados, a tiro de impactar sobre el dólar. Eso activó todas las alarmas en el tablero de control del gobierno.

El desbarajuste se potencia porque la política monetaria es el corazón de las creencias de Javier Milei, quien dejó de lado todas las preocupaciones que deberían figurar en la agenda de un jefe de Estado para priorizar la relación entre el peso, el dólar y las cuentas fiscales. Por eso llama la atención que el presidente tolere los errores de su equipo económico. Salvo, claro, que hayan seguido expresas instrucciones suyas.

Dificultades

El eje de los problemas pasa por la dificultad para manejar los agregados monetarios y para evitar que el exceso de liquidez presione sobre el dólar, cuyo valor el gobierno pretende mantener en niveles no muy altos por cuestiones meramente electorales. La eliminación de las Lefi, el título a tasa fija usado para ese fin, evidenció gruesas fallas en la sintonía fina. Para retirar el exceso de liquidez, el gobierno subió la tasa del 29% que pagaban las Lefi al 69% efectivo anual de las Lecap. “Estas tasas no son endógenas, son un delirio”, resumió el economista Fernando Marull, de FMyA.

Las sucesivas subas de encaje y la suscripción casi forzada de títulos para integrar el encaje aumentaron el descontento de los bancos. Por eso el jueves el Central armó un zoom con más de un centenar de gerentes y ejecutivos de esas entidades, en el que asomaron inconsistencias técnicas que no sólo arruinan el negocio de los banqueros, sino que los ponen al borde de la responsabilidad penal por incumplir las normativas.

Hernán Lacunza, exministro en 2019 y referente económico del PRO, calificó los sucesos de los últimos días como “un camino aleatorio, mix de medidas expansivas y contractivas, algo desconcertante. Con la tasa de interés en 70%, quizás reconocer que no todo marcha acorde al plan sea más estabilizador que insistir en lo contrario”. Además pidió “explicitar un esquema poco extravagante”, en contraposición al actual.

Esta semana, en un webinar del grupo financiero Mega Qm, el economista Ricardo Arriazu dijo lo que todos sospechan: que “el objetivo número uno del gobierno antes de las elecciones es que no se le escape el dólar” y que está dispuesto a cualquier cosa para lograrlo. Con su tonada tucumana, criticó duramente la falta de manejo de la tríada dinero-tasa de interés-tipo de cambio.

“Yo creo que todavía no tienen definido cuál es la variable de control. Ya no hay más tasa de política monetaria, pasaron a licitar títulos y manejar la cantidad de dinero, pero no les funcionó. Ahora están volviendo a fijar tasas de interés, pero cuando hay un cupo para la licitación también están fijando la cantidad de dinero. Están buscando el mecanismo para adecuarlo a sus creencias”. Lejos de ser un opositor, Arriazu es uno de los referentes de Milei: en su primera juventud trabajó en el equipo de asesores de José Alfredo Martínez de Hoz.

Mientras tanto, la deuda en pesos del gobierno crece día a día, alimentada por un nivel nominal de tasas que, ingeniería contable mediante, no se computa como intereses pagados (lo que permite maquillar el superávit financiero) sino como deuda que se va acumulando. “Los problemas de liquidez pueden mutar en problemas de solvencia si persisten durante algunos meses las tasas reales extremadamente positivas”, advirtió Jorge Carrera, ex director del Banco Central. Muchos recordaron la bola de nieve que Federico Sturzenegger (el «Coloso» que ensalza Milei) armó con las Lebac cuando estuvo en el Banco Central. Esa fue la génesis del “reperfilamiento” que el macrismo dispuso en 2019. Esa palabra volvió a sobrevolar la City en estos días, aunque nadie se anima a pronunciarla. «

Caputo y el manejo del BCRA

En medio de una situación de por sí enmarañada, Luis Caputo aumentó la confusión en la red social X. En un largo posteo, dijo que “la política monetaria actual es simple, transparente y rules-based”. Aunque pretendió dar una idea de previsibilidad, terminó admitiendo que luego de cada licitación de deuda se procederá según cómo la situación sea “entendida por el BCRA”. De paso, el encargado del Ministerio de Economía se atribuyó la potestad de explicar qué es lo que hará el Banco Central que preside su socio en la actividad privada, Santiago Bausili. La falta de independencia de este último organismo, que hasta hace un par de años causaba escozor entre dirigentes preocupados por la salud republicana, parece haberse convertido en un punto anecdótico.