Daniel Divinsky, figura clave de la cultura argentina, falleció a los 83 años tras agravarse una afección renal que lo acompañó desde la infancia. Abogado precoz —se graduó con honores a los 20 años—, encontró su verdadera vocación en la edición, donde desplegó una mirada audaz y personal. En 1966, junto a Oscar Finkelberg y Jorge Álvarez, fundó Ediciones de la Flor, sello que bajo su dirección se convertiría en un referente de independencia y calidad, con un catálogo que superó los mil títulos y abarcó desde el humor gráfico hasta la literatura comprometida.
El mayor legado de Divinsky como editor fue haber publicado por primera vez en formato libro Mafalda, de Quino, en 1970, con tiradas iniciales de 200.000 ejemplares que se agotaban rápidamente. Pero su aporte no se limitó a este fenómeno: descubrió y consolidó a grandes nombres del humor gráfico argentino, como Roberto Fontanarrosa, Caloi, Liniers y Maitena, creando un espacio único para la sátira y la crítica social.

Divinsky, detención y exilio
Durante la última dictadura militar, su compromiso le costó la libertad: en 1977 fue detenido durante cuatro meses por publicar el libro infantil alemán Cinco dedos, cuya portada con un puño en alto fue considerada subversiva. Tras su liberación, se exilió en Venezuela, donde continuó trabajando en proyectos editoriales mientras su sello sobrevivía en Buenos Aires gracias a la lealtad de autores como Quino.
De regreso a Argentina en 1983, Divinsky relanzó Ediciones de la Flor con obras emblemáticas como Los Pichiciegos de Fogwill, reafirmando su perfil disruptivo. Paralelamente, incursionó en el periodismo cultural, dirigió revistas y participó activamente en la Cámara Argentina del Libro, donde defendió la bibliodiversidad y el rol de las editoriales independientes. Su estilo como editor se basaba en la intuición: «Si algo me gustaba a mí, seguramente le gustaría a otros dos mil locos como yo», solía decir, reflejando su conexión única con los lectores. Asímismo, fue durante muchos años el editor de la obra de Rodolfo Walsh.
En 2015, tras casi cinco décadas al frente de Ediciones de la Flor, Divinsky se desvinculó del sello tras diferencias irreconciliables con su exesposa y socia, Kuki Miler. Aunque alejado de la actividad editorial, siguió vinculado al mundo del libro a través de programas radiales y asesorías, manteniendo intacta su pasión por la lectura. Su influencia trascendió fronteras: desde la publicación de rarezas como Opio de Jean Cocteau hasta la traducción pionera de Vinicius de Moraes, su trabajo fue un puente entre Argentina y el mundo.
Divinsky deja un legado imborrable en la cultura argentina, no solo por haber popularizado a Mafalda o haber lanzado a los grandes humoristas gráficos, sino por haber construido un catálogo que desafió convenciones y resistió épocas oscuras. Sus cenizas, según su voluntad, serán esparcidas en el Río de la Plata, como un último gesto de conexión con el país al que tanto aportó.