El secretario de Defensa, Lloyd Austin, anunció, en el marco de una gira por Medio Oriente, la creación de una nueva coalición bélica liderada por Estados Unidos, esta vez para combatir a las fuerzas yemenitas que controlan el paso por el estrecho de Bab el-Mandeb y el acceso por el sur al mar Rojo, un punto neurálgico para el transporte naval hacia el canal de Suez y el Mediterráneo. La alianza, bautizada Guardián de la Prosperidad, está formada sobre la base del Grupo de Trabajo 153 de las Fuerzas Marítimas Combinadas que se puso en marcha en abril de 2002 para garantizar la circulación desde la región del golfo de Aden. «Los países que buscan defender el principio fundamental de la libertad de navegación deben unirse para abordar el desafío planteado por este actor no estatal», dijo Austin desde Dubai, en referencia a los hutíes, el grupo armado que controla gran parte del territorio yemenita y del aparato estatal y militar en ese extremo de la península arábiga y que a partir de la respuesta israelí a la operación Tormenta de Al Aqsa realizada por Hamas el 7 de octubre pasado, atacan el tráfico con destino a Israel.

Austin, un general de cuatro estrellas que tras su retiro formaba parte del directorio de empresas fabricantes de armamento como Raytheon, pasó el lunes por Tel Aviv para corroborar en una conferencia de prensa junto a su par israelí Yoav Gallant la voluntad de la administración de Joe Biden de seguir apoyando a Israel para la liberación de todos los rehenes que aún están en manos de Hamas. «Continuaremos proporcionando a Israel el equipo que necesita para defender a su país, incluidas municiones críticas, vehículos tácticos y sistemas de defensa aérea», dijo el titular del Pentágono tras una reunión con el primer ministro Benjamin Netanyahu. Ya que estaba, pidió a Irán, uno de los principales apoyos externos a los hutíes, que no se involucre en los ataques contra buques comerciales para no escalar las tensiones.

La situación en Gaza es cada vez más desesperante para los pobladores, que ven su territorio arrasado por las fuerzas de Israel y denuncian la muerte de alrededor de 20.000 personas, casi la mitad de ellos niños, en lo que incluso en ámbitos judíos se considera un verdadero genocidio. Estados Unidos viene bloqueando decisiones en el Consejo de Seguridad de la ONU para un inmediato alto el fuego y el ingreso de ayuda humanitaria. Este sábado, una nueva resolución aprobada por 13 votos insta a permitir el suministro de ayuda «a gran escala y sin obstáculos» a la Franja de Gaza para evitar una hambruna generalizada. Hace dos semanas, Washington se había opuesto a un cese de hostilidades y el rechazo contó con la abstención del Reino Unido, otro integrante de ese selecto club con derecho a veto. Ahora, la propuesta no tuvo rechazos, pero se abstuvieron EE UU y Rusia, lo que es casi lo mismo. De hecho, Israel –que no está en esta ocasión en el Consejo de Seguridad– anunció que continuarán sus ataques por tierra y por aire en la Franja «hasta que Hamas sea eliminado y sean liberados los 129 rehenes».

Pero a Israel y a las empresas petroleras los ataques en Bab el-Mandeb les generan pérdidas directas e indirectas. Por un lado, por las consecuencias para los buques que puedan ser bombardeados. Por el otro, por el rodeo que deben hacer a través del sur de África para evitar esa amenaza. El 40% del comercio mundial atraviesa el mar Rojo y según estimaciones no oficiales ya se registraron quebrantos por 80.000 millones de dólares a raíz del desvío obligado de más de 120 portacontenedores. En esta semana se reportaron ataques contra los buques M/V Swan Atlantic y el MSC Clara por su negativa a responder a las comunicaciones de los milicianos y la petrolera británica BP y la transportista taiwanesa Evergreen anunciaron que no cruzarán para no sufrir pérdidas hasta que la situación se calme.

La coalición que intenta armar EE UU sería de 20 países, pero algunos que se informaron en principio no terminaron de confirmar su presencia. Ya habían dado el sí el Reino Unido, Francia, Bahréin, Canadá, Italia, Países Bajos, Noruega, y las islas Seychelles. España, que primero apareció como firmante, todavía estaba en fase «analizando». Es que existe el peligro de que los ataques se extiendan a buques no relacionados con Israel en represalia y los hornos no están para bollos.

Los hutíes, una de las comunidades yemenitas nucleadas alrededor de Ansarollah (Seguidores de Alá), tienen el control de la mayor parte del país desde que tomaron la capital, Sanaa, durante una larga y cruenta guerra civil que se inició en el año 2014. Hasta abril pasado, luchaban contra las fuerzas que apoyaba Arabia Saudita y sí, cuentan con respaldo iraní. Pero desde que bajo auspicio de China la monarquía saudita se reconcilió con la República Islámica de Irán, tienen el manejo de casi la totalidad del país. No sólo eso, adquirieron mucha experiencia en combate moderno y por esa razón tienen a mal traer a las naves de vigilancia de las Fuerzas Marítimas Combinadas, la coalición con base en Bahrein surgida para contrarrestar los ataques piratas desde Somalia.

Con el simple pero efectivo recurso de drones que ellos mismos están produciendo dentro de su territorio, a un costo irrisorio en comparación con el armamento occidental, confían en sus fuerzas y dicen: «Si los estadounidenses se plantean ir más allá, implicarse más y cometer locuras apuntando contra nuestro país apuntaremos contra ellos».  «

Geopolítica y BRICS

Cuando se anunció la ampliación de los BRICS, en agosto pasado, lo que quedó muy evidente fue que entre los nuevos invitados había algunos que geopolíticamente son centrales para el control del comercio internacional de petróleo y también de los suministros que la economía mundial necesita con desesperación.
El mapa muestra que Irán, Arabia Saudita, Etiopía, Egipto y Emiratos Árabes Unidos no solo están parados arriba de petróleo sino que están ubicados en nudos estratégicos, tanto sea para el tráfico como para el bloqueo del flujo sanguíneo que mueve al mundo. Irán y EAU tienen la llave del estrecho de Ormuz, Egipto el canal de Suez pero también una costa en el Mar Rojo y algo más abajo está Etiopía. Del otro lado de ese curso de agua está el reino saudita. Yemen se les quedó afuera porque la situación desde el punto de vista institucional es difusa.
En Aden reside el Consejo de Liderezgo Presidencial de Yemen, una entidad que tiene el reconocimiento internacional pero en la práctica ni siquiera los que deberían ser sus representantes están en el país. Rashad al Alimi, un exasesor del que fuera presidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, quien renunció el año pasado para facilitar una salida negociada, suele residir también en Riad.
Este sábado la ONU anunció la reanudación una mesa de diálogo para encauzar la situación en Yemen mediante una hoja de ruta entre todos los actores. Incluido el jefe del movimiento hutí, Mohamed Abdul Salam.