El impacto del ataque a la ciencia por parte del gobierno de Javier Milei tiene implicancias en el presente y a futuro. Si la situación no se revierte, podría tener consecuencias tan drásticas como la desaparición del prestigioso Instituto Balseiro, que lleva siete décadas especializando físicos e ingenieros de la región.

Profesores e investigadores de la institución alertaron que la “pérdida acelerada de docentes experimentados” por el “creciente deterioro salarial––que hoy alcanza niveles pocas veces vistos en su historia–– está llevando a la posible desaparición de una institución reconocida internacionalmente que tanto ha entregado a la Argentina a lo largo de 70 años”.

Así lo expresaron quienes integran el Colegio de Profesores Permanentes del Instituto Balseiro en una carta dirigida –a principios de mes- a la Asociación Física Argentina. La enviaron con el objetivo de visibilizar “las serias dificultades que están afectando la reconocida capacidad” del emblemático instituto ubicado en Bariloche.

En su mensaje destacaron “la necesidad de medidas urgentes que permitan revertir esta situación”.

Un circuito que se resquebraja

El Instituto Balseiro fue creado durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, en abril de 1955, en un gran predio de 46 hectáreas, a 9,5 kilómetros de la ciudad de San Carlos de Bariloche, sobre la ruta E. Bustillo que conecta a la ciudad con Llao Llao. Nació sobre la base de un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), refrendado por el Gobierno Nacional.

En la actualidad se dictan allí cuatro carreras de grado: Licenciatura en Física, Ingeniería Nuclear, Ingeniería Mecánica e Ingeniería en Telecomunicaciones. En cuanto a los posgrados, la oferta es amplia: Carrera de Especialización en Aplicaciones Tecnológicas de la Energía Nuclear (CEATEN), Especialización en Física Médica Clínica, Maestría en Física, Maestría en Física Médica, Maestría en Ingeniería, Doctorado en Física, Doctorado en Ciencias de la Ingeniería, Doctorado en Ingeniería Nuclear y Doctorado en Investigación Interdisciplinaria Vinculada a Salud.

Según resumieron los docentes en su carta “cada año el IB forma aproximadamente 60 egresados de grado, 20 de especializaciones, 30 de maestrías y 20 egresados de doctorados. Una fracción significativa de estudiantes de maestría y doctorado se desempeña en el Instituto como Ayudante de Primera (AP) o Jefe de Trabajos Prácticos (JTP). Este esquema genera un recambio ‘natural’ de docentes: al graduarse, entre 15 y 20 personas por año dejan el IB por razones laborales o vocacionales. Esto representa una pérdida regular que varía entre el 6 y el 8% del plantel de AP y JTP––, la cual ha sido compensada históricamente por la incorporación anual de estudiantes de posgrado”. En problema –cientificidio mediante- es que ese circuito se está resquebrajando.

Atentado al futuro

Históricamente, quienes egresan del Instituto se vuelcan a proyectos nacionales e internacionales en el campo de la ciencia, la tecnología y la industria. Sobre todo, con aportes a las Ciencias Físicas y áreas de la tecnología nuclear, aeroespacial y de las telecomunicaciones. El fuerte de la institución está dado por la experiencia de quienes forman a las y los futuros expertos: quienes enseñan son por lo general a su vez investigadores y/o tecnólogos activos que trabajan en temas de avanzada. En un alto porcentaje, estos docentes se desempeñan en el Centro Atómico Bariloche (CAB) y tienen su cargo principal como personal de la CNEA, del CONICET o la UNCUYO.

La carta advierte que “en el momento actual el IB ha llegado a una situación crítica por la pérdida de docentes altamente capacitados, quienes se ven obligados a buscar otros horizontes, a causa de los muy bajos salarios que reciben como investigadores de la CNEA o del CONICET con lugar de trabajo en el CAB. Las causas identificadas por quienes se han desvinculado incluyen: salarios no competitivos que resultan insuficientes para cubrir alquiler, manutención familiar o servicios básicos; jubilaciones anticipadas motivadas por la incertidumbre respecto de cambios normativos; limitaciones institucionales para extender la actividad docente y restricciones presupuestarias”.

Esto implica que al recambio habitual de docentes –que permitía que la rueda siguiera girando- se suma el éxodo de profesores experimentados que no pueden ser reemplazados por pares de su mismo nivel: “La actual ola de desvinculaciones impacta de manera significativa en profesores con 15 o 25 años de experiencia, lo cual incluye a los adjuntos, asociados y personal cercano a la edad jubilatoria. Las primeras estimaciones disponibles indican que esta pérdida adicional eleva la salida anual total a niveles que se ubican entre el 10 y el 20% del plantel docente”.

Ese éxodo de docentes –sobre el que ya se advertía desde el año pasado- “compromete significativamente la capacidad del IB para sostener la docencia de grado en áreas críticas, la continuidad de líneas de investigación estratégicas, la tutoría de estudiantes de maestría y doctorado y la articulación con proyectos de la CNEA en áreas de alta relevancia y pertinencia tales como medicina nuclear, reactores, neutrónica, materiales, seguridad radiológica y tecnologías avanzadas”.

A esto se suma la disminución del ingreso a los posgrados ––en particular, a los doctorados–– que amenaza la reposición natural de formadores, “lo cual afecta directamente la capacidad académica del IB en las áreas de Ciencias Físicas y de Ingeniería. Paradójicamente muchos de los profesionales que dejan el CAB se suman a empresas y proyectos impulsados por el Gobierno Nacional, en muchos casos sin un compromiso de continuar apoyando las actividades del IB”.

El riesgo es claro: “si no se revierte la tendencia actual es inminente la disminución de la calidad de la enseñanza e incluso peligre la continuidad de las actividades regulares del Instituto, porque se va perdiendo hasta la capacidad de dictar cursos básicos. Además, en el corto y mediano plazo se afectará crucialmente la posición histórica del Instituto como generador de recursos humanos para la CNEA pues, como se sabe, la recuperación de tales capacidades insume décadas”.

Éxodo de científicos

Ante el 70 aniversario del instituto que hoy corree peligro, su exdirector Carlos Balseiro destacó días atrás que “es importante tener estos centros de conocimiento avanzado porque es lo único que nos va a permitir sentarnos en los foros de discusión que definen cuál va a ser el futuro del mundo y de nuestro país en particular”.

“Si no podemos acceder a esos foros simplemente vamos a ser espectadores y alguien va a decidir qué va a ser de nuestro futuro –lamentó- Para poder acceder a esas instancias tenemos que aportar algo. No vamos a poder hacer ciencia de primerísima calidad en todos los frentes del conocimiento, pero en biotecnología la Argentina se destaca, en tecnología nuclear se destaca, en algunas áreas de física también. Esas son las cosas que van a poder ayudarnos –si son bien manejadas- a avanzar hacia un país desarrollado. No existió nunca un país que haya podido desarrollarse, avanzar, sin apoyarse en la creación de conocimiento”.

Lo dijo en diálogo con El Destape Radio, y alertó que “los chicos se reciben y buscan nuevos horizontes y muchos están buscando terminando su formación doctoral en el exterior. Cuando eso pasa, es difícil recuperarlos después. Si uno pierde una generación de gente es un atraso de muchos años para la ciencia de nuestro país”.