La Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Asamblea General de la entidad declararon 2026 como Año Internacional de la Mujer Agricultora, con la intención de centrar la atención global en el papel fundamental, pero a menudo subestimado, que las mujeres desempeñan en la seguridad alimentaria, la agricultura sostenible y el desarrollo rural a nivel mundial.
La presentación oficial se realizó el pasado 4 de diciembre en el Consejo del organismo, con la colaboración de Jordania e Irlanda, ocasión en la que también se designó el entrante como Año Internacional de los Pastizales y Pastores.
Allí se aclaró que la iniciativa busca impulsar reformas en los sistemas agroalimentarios, especialmente en el acceso al crédito, a la tierra y a oportunidades económicas. El objetivo es garantizar soberanía de las agricultoras sobre sus procesos de gobernanza, finanzas y tecnología, y una reducción de la carga de cuidados no remunerados.
El término “agricultora”, para el organismo, abarca a toda mujer que trabaja en los sistemas agroalimentarios, en diferentes capacidades y en todos los segmentos de las cadenas de valor. Esto incluye a agricultoras, productoras, campesinas, agricultoras familiares y pequeñas agricultoras, trabajadoras estacionales, pescadoras, trabajadoras de la industria pesquera, apicultoras, pastoras, silvicultoras, elaboradoras, comerciantes, poseedoras de conocimientos tradicionales, mujeres que se desempeñan en el ámbito de las ciencias agrícolas, trabajadoras formales e informales y empresarias rurales.
Asimismo, engloba a las mujeres en toda su diversidad: jóvenes y mayores, indígenas y de las comunidades locales, con discapacidad, y refugiadas y desplazadas. La definición comprende a las mujeres que trabajan tanto en el sector formal como en el informal, y reconoce su contribución independientemente de la propiedad de la tierra o de su situación laboral.
Refleja las funciones diversas y esenciales que todas las mujeres desempeñan para sostener los sistemas agroalimentarios, incluidas el liderazgo, las tareas de cuidado y el trabajo doméstico, al tiempo que apoyan la seguridad alimentaria, contribuyen a la prosperidad económica y mejoran la nutrición y los medios de vida de sus familias y comunidades.
Invertir en la mujer rural es una estrategia para erradicar el hambre y la pobreza
La directora general adjunta de la FAO Beth Bechdol remarcó que invertir en la mujer rural no es solo una cuestión de derechos humanos, sino una estrategia para erradicar el hambre y la pobreza extrema. Cerrar la brecha de género podría aumentar el producto bruto mundial en un billón de dólares y reducir la inseguridad alimentaria de 45 millones de personas.
“Cuando una mujer rural tiene acceso a los mismos recursos y oportunidades que un hombre, los rendimientos de sus cultivos aumentan significativamente, mejorando la nutrición de toda su familia y comunidad. El año 2026 será un llamado a la acción global para cerrar la brecha de género en el campo”, declaró durante el anuncio.
En el evento explicaron también que recientes datos internacionales muestran por qué el empoderamiento de las agricultoras será un eje central en el año que comienza. El economista jefe de la FAO Máximo Torero Cullen señaló que el 2026 servirá para visibilizar el rol de las mujeres que sostienen los sistemas agroalimentarios porque afirmó que el empoderamiento femenino se ha estancado en la última década: ganan menos, trabajan más horas y cuentan con menor protección.
El organismo destacó que cada día de calor extremo reduce la producción de cultivos de las mujeres un 3% más que la de los hombres, debido a su menor acceso a recursos y tecnologías. Incluso en granjas del mismo tamaño, sus tierras producen 24% menos, no por falta de capacidad, sino por desigualdades en propiedad, financiamiento y mecanización.
Por su parte, Gerardine Mukeshimana, vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), recordó que las agricultoras son la columna vertebral de la vida rural y cumplen funciones clave en la conservación del suelo, la selección de semillas y la transmisión de conocimientos.
Por eso, el fondo sostiene que su potencial depende de un acceso real a financiamiento, capacitación, mercados y espacios de liderazgo y, en consecuencia, invierte más de mil millones de dólares por año en créditos para el desarrollo rural.
La subsecretaria general de Agricultura de Irlanda, María Dunne, recordó que la igualdad de género fue central en la transformación económica de su país, que desde 2023 puso en práctica un plan que ofrece subsidios de capital, capacitación agrícola, liderazgo y habilidades digitales. “Incluir a las mujeres rurales en la toma de decisiones vuelve las políticas más inclusivas y sostenibles, y que cuando ellas prosperan, también lo hacen sus comunidades”, concluyó la funcionaria.
En la web de la organización hacen una invitación: “tanto si la interesada representa a una ONG, un medio de comunicación, un gobierno, una organización de agricultoras, una universidad, una empresa o un sindicato, como si es una particular deseosa de participar en las celebraciones del Año Internacional de la Agricultora, esta es su oportunidad de involucrarse”.