La falta de respuestas de la economía nacional facilitó la reaparición de un vocablo con pasado nefasto en la historia reciente. La hiperinflación asomó en los pasillos de los últimos foros económicos de los que participó Tiempo y en cuestión de días ganó espacio en el debate de los economistas, que reconocen números escandalosos de la carestía para este año pero no coinciden en los pronósticos sobre una hipotética escalada imparable.

Para el economista Claudio Lozano, titular del Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), «el único dique de contención para la inflación es el colapso y la recesión de la actividad económica, que son objetivos del gobierno, y que harán que la economía caiga un 6% en el segundo semestre», definió en diálogo con Tiempo.

Lozano agregó que «eso es lo que hace que el traslado no sea mayor. Vemos una inflación este año por arriba del 42% pero abierta a un aumento mayor atado a lo que pase con el dólar y al acuerdo de gobernabilidad» con las administraciones provinciales, que dependerá, a su vez, de la letra chica del acuerdo con el FMI y del pacto con los gobernadores sobre el Presupuesto 2019.

Mientras tanto, agregó, «la incertidumbre alimenta la sensación de que los precios pueden seguir subiendo» y la irrupción de una posible salida vía convertibilidad o similar «hace prever que el dólar puede subir hasta los 50 pesos».

Mientras que Lozano no ve una hiperinflación en el horizonte cercano por la caída de la actividad, el economista Mariano Kestelboim indicó a este medio que si bien el avance de los precios está lejos de los parámetros tradicionales para una hiperinflación, una tasa del 50% se podría considerar «al menos en el umbral de una híper» en dos décadas que se caracterizan por inflaciones muy bajas o por la deflación.

Lo que explica que la Argentina aún no esté en un escenario de hiperinflación es que los sindicatos «no han reclamado todavía por una recomposición salarial que lleve al ingreso a los niveles del alza de los precios» que redundaría en una espiralización de la inflación por descontrol de la puja distributiva.Un segundo factor, agregó, es el acuerdo con el FMI, que en el mejor de los casos «permitirá extender la agonía del gobierno, pero si no se concreta el adelanto de todos los fondos del FMI por el stand by el gobierno se cae», estimó.

La carta del campo

Desde una perspectiva opuesta, el consultor Orlando Ferreres previó una inflación de entre el 4,5% y el 5% para el mes que viene y un global de entre el 42% y el 45% para todo 2018. El número de septiembre sería menor al 6% que ven otros analistas condicionado por una incipiente moderación de los precios tras el restablecimiento de las retenciones.

A diferencia de los críticos, el titular de Orlando Ferreres & Asociados pronosticó para 2019 una caída fuerte de la inflación que redondearía un promedio anual del 23% «porque no habrá un arrastre del tipo de cambio y, si bien habrá nuevos aumentos de los servicios, no serán del mismo tenor que los de este año».

El rol de las elecciones será clave. «El gobierno se va a cuidar para no hacer locuras. Está el programa Precios Cuidados, que sirve como límite. Y hay muchos descuentos porque se vende muy poco», consideró.

Para el analista, apenas bastará con el impacto de la cosecha para empezar a ver un cambio de tendencia económica a partir de abril. Ferreres reconoció en diálogo con Tiempo que «no se sabe qué pasará con la industria y los servicios» pero vaticinó que el campo aportará 2 puntos al PBI vitales para empezar a salir de la crisis.

La hiperinflación en cambio «no se vislumbra para nada porque no hay expansión monetaria y porque la tasa de interés está en el 60%. Hay una inflación del 45% que es alta pero producto del tipo de cambio y los servicios públicos, no por la suba de otros bienes», finalizó.

En sintonía, el economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), David Miazzo, también pronosticó una inflación anual de entre el 40% y el 45% pero remarcó que los indicadores económicos actuales están lejos de anticipar un fenómeno hiperinflacionario.

«Las medidas que se fueron tomando no tuvieron el timming requerido, pero para pensar en una hiper debería haber una caída muy grande de la oferta de productos y una falta de dólares, que hoy son dos elementos garantizados. La oferta está tanto por abastecimiento local como por importaciones. Además la demanda está contenida por el tipo de cambio en alza, que tiene el apoyo del FMI», argumentó Miazzo.

El especialista agropecuario destacó como tercer elemento clave la política monetaria de tasas altas «que destruye la actividad productiva y complica las cadenas de pago pero, por otro lado, evita el desbande monetario». En ese sentido concluyó que la combinación de esos factores «hace que una hiperinflación sea sumamente improbable. En el peor de los casos vamos a tener un IPC del 45% que puede licuar el salario, pero no habrá un desbande», dijo.

Miazzo recomendó un monitoreo del gobierno «para ver si se producen abusos o prácticas no competitivas» en las cadenas de formación de precios. En cambio, rechazó el establecimiento de precios máximos. «

TRANSPORTE

Desde el sábado rigen los nuevos valores para el transporte público de pasajeros del área metropolitana. El boleto mínimo pasó de 11 a 12 pesos mientras que en las siete líneas de trenes metropolitanos costará entre 0,50 y 0,75 centavos más.