Ambientadas en una Nueva York a la que el paso del tiempo ha convertido en ficción, las historias que integran el grueso y espeso volumen de El bar de Joe toman a la realidad de finales de la década de 1970 hasta mediados de la siguiente como un punto de partida, que es al mismo tiempo escénico y estético.
Creadas por el guionista y escritor Carlos Sampayo y el artista gráfico José Muñoz, en ellas se reune el ecosistema que suele habitar los espacios nocturnos: los descastados, los delincuentes de bajo rango, los tristes, los artistas fracasados, los solitarios, los tramposos, los perdedores, los viciosos, y el resto de las especies que se han apartado, de forma voluntaria o no, de la mirada de Dios. Las ovejas negras del mundo que, por distintas razones, extraviaron el camino.

Editado por el sello Salamandra Graphic, El bar de Joe podría ser definido como un spin-off de Alack Sinner, el trabajo más popular y exitoso de la dupla Muñoz-Sampayo. Sus historias extienden el mismo imaginario de policial bien negro y sucio que toma como escenarios los bajos fondos de la Gran Manzana, pero en el período anterior al triunfo electoral de Rudolph Giulianni, que se convirtió en alcalde de la ciudad enarbolando la bandera de la Tolerancia Cero.
El bar del título es el escenario principal de esta serie, en el que los personajes que desfilan a lo largo de sus 15 relatos no son más que pasajeros. Seres en tránsito, en general perdidos, que encuentran en el tugurio que regentea el tal Joe un refugio temporal, una guarida o un espacio oportuno para poner en escena los diversos dramas que cada uno atraviesa. Una especie de infierno al paso al que el plumín de Muñoz ilustra a partir del uso magistral del claroscuro.
Los personajes de El bar de Joe

Un arquitecto latino, indocumentado y paranoico. Un asesino que traba amistad con su víctima. Un boxeador acabado que no puede tragarse su orgullo y arruina una pelea arreglada. Una fotógrafa abrumada por la soledad que encuentra el amor y enseguida lo pierde. Un adolescente se apiada de su padre agonizante y lo tira por la ventana. Tres amigos se reúnen después de años sin verse y cada uno finge tener una vida perfecta.
Las historias escritas por Sampayo apuestan por un realismo roñoso que Muñoz se encarga de convertir en extraño, a partir de rostros de facciones grotescas que muchas veces van más allá de lo humano. La obra también exhibe cierta erudición popular, a partir de un entramado de citas y referencias literarias, musicales o cinematográficas que van construyendo un contexto reconocible, pero al mismo tiempo ajeno. Un volumen apasionante, una joya del noveno arte, un incunable que no puede faltar en la mesa de luz de la dama o la biblioteca del caballero.

En el mundo de «Alack Sinner»
Las historias de El bar de Joe son subsidiarias del universo neo noir que Carlos Sampayo y José Muñoz crearon en Alack Sinner, su trabajo a duo más reconocido. Policial que abreva en las fuentes del hard boiled y la serie negra, deudor del espíritu de las novelas de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, sus historias transcurren en la Nueva York pringosa que tan bien supo retratar el cine de los gloriosos años ’70 y que con tanto esmero reprodujo Todd Philips en su estilizada versión del Guasón (la primera, de 2019). Como en esos antecedentes, en Alack Sinner la violencia se filtra por las grietas que abría la tensión social, atravesando de forma transversal la estructura de clases. Publicada originalmente en algunas de las revistas de historietas más importantes de Europa, Alack Sinner (Salamandra Graphic) es un clásico absoluto y una de las obras más influyentes de la historieta argentina.