Liliana vuelve del trabajo y va camino a su casa por el mismo recorrido que hace a diario. Pasa por la puerta del Hospital Ramos Mejía, camina por Urquiza algunas cuadras y dobla en Alsina. “Buenas tardes”, la saluda una voz grave de mujer. “Hola, buenas tardes”, responde Liliana mientras acelera su paso. El saludo vino de la ‘Gorda Natalia’, una histórica vendedora de droga que conoce todo el barrio y que desde hace años está identificada por la policía de la Ciudad. Las personas encargadas del narcomenudeo son varias y se dividen en tres bandas. Los vecinos los llaman transas, fisuras, narcos. Durante todo el día están en la calle vendiendo estupefacientes y amedrentando a quienes transitan por el lugar. La justicia porteña hace oídos sordos al reclamo de los vecinos y la comisaría local solo tiene diez agentes disponibles para patrullar las calles, pese a que la Ciudad incrementó el presupuesto en el sector mientras redujo el resto de los ministerios (ver recuadro).

Los hechos ocurren en varios puntos del barrio de Balvanera y parte de Once, en un perímetro que incluye Plaza Miserere, las avenidas Rivadavia, Jujuy y Belgrano; también las calles Loria y Alsina. Desde hace años los vecinos lo popularizaron como el Polo Falopero.

¿Denuncias? Hay miles. ¿Imágenes? Sobran. Pero nada alcanza para que las autoridades porteñas y la justicia local tomen cartas en el asunto y desbaraten definitivamente a estas bandas que aterrorizan a vecinos y vecinas del barrio.

Venta las 24 horas del día

Alberto Aguilera es integrante de la “Red de Vecinos Manzana 66”. Es un histórico habitante del barrio de Balvanera que hace lo imposible para acabar con la inseguridad en la zona. “El tema es que la policía viene, los agarra y la justicia no los habilita a llevarlos”, contó a este medio Aguilera, mientras hace memoria para recordar el nombre del resto de los transas. “Son tres bandas que hay en la zona y se disputan el territorio. Cada tanto se enfrentan a golpes de puños y con otros elementos. Todo a plena luz del día o de noche. No existe horario para vender droga o molerse a palos”, agrega el vecino.

En la primera semana de febrero, la Red de Vecinos se reunió con el comisario Pedro Villanova, quien por entonces estaba a cargo de la Comisaría 3A, para abordar la creciente ola de inseguridad producto de la venta de droga y la disputa territorial entre bandas. “Villanova nos confesó que apenas tiene disponibles a diez agentes de la policía para patrullar las calles del barrio, porque la gran mayoría de los uniformados están dentro de la comisaría cuidando a los detenidos”, suma Aguilera.

La reunión entre el comisario y vecinos se concretó en la comisaría situada en Lavalle al 2600. Una pequeña dependencia que se convirtió en un centro de detención provisional, sin espacio, y con casi treinta prisioneros temporales esparcidos por el edificio. A los pocos días de este encuentro, el ministerio de Seguridad removió al comisario Villanova y fue reemplazado por otro uniformado jerárquico.

Violencia cotidiana

La preocupación de los vecinos apunta a la inacción del gobierno porteño, la necesidad de que actúe rápidamente para trasladar a los detenidos a lugares apropiados y que la justicia respalde los procedimientos policiales para desbaratar las bandas que venden droga en el barrio. “Sin dudas, la justicia porteña es la gran responsable de la situación actual. No interviene y todo indica que no piensa hacerlo. Los transas nos amenazan y agreden constantemente y esos hechos cada vez son más frecuentes. La droga la venden en las inmediaciones de la Escuela Zapiola, a la altura de Alsina al 3100 y también en otros puntos del barrio”, detalla.

Ciertamente, la Escuela Nº 13 DE 6 «Gral. José Matías Zapiola», situada justo en la esquina de Urquiza y Alsina, se convirtió en uno de los puntos de expendio de estupefacientes que está activo las 24 horas del día los 365 días del año.

“Ahora, como la escuela está de vacaciones, el edificio es copado por los transas y venden la droga en la puerta del colegio, pero esto ocurre casi todo el año. El otro día, por ejemplo, sin luz a las 4 de la madrugada, en la puerta del Hotel Géminis (Alsina 3062, entre Urquiza y La Rioja) -que es el lugar donde está todo el foco de la droga de casi todo el barrio- los transas se agarraron entre ellos por el dominio del territorio. Se disputan quién vende, a quién le toca, a quién no le toca. Eran como diez tipos pegándose con palos, a las piñas y a los botellazos. Este lugar se ha convertido en zona de nadie y quienes vivimos aquí estamos solos”, dijo a Tiempo Adriana Jablonskis, que vive a metros del hotel Géminis y frente a la escuela.

En la zona la delincuencia se naturalizó. En las puertas del Hotel Géminis, durante el día hay diez o quince personas tiradas en el piso, esperando que bajen la droga para comenzar con la venta. Los narcos y transas caminan libremente, los consumidores roban a los vecinos para conseguir dinero, y todo esto ocurre a plena luz del día. Quienes denuncian, aseguran que los hechos de inseguridad se incrementaron estos últimos meses. “El otro día, uno puso una manta a vender cosas robadas a la mañana, en plena calle, en medio de la vereda. Desde mi casa escucho todo. Le compraban unas zapatillas y le decían ‘esto equivale a 3 gramos’. Hace unos años con este calor sofocante podía salir al balcón, ahora ya no puedo porque todo lo que ocurre es muy amenazante”, agrega Adriana.

La vecina afirma que quienes venden droga son los mismos de hace diez años, las mismas caras conocidas por quienes viven en el barrio y sobre todo por la policía. “La Gorda Natalia”, por ejemplo, ya estuvo presa mucho tiempo y luego salió. “Rápidamente volvió al mando de su banda y maneja todo a metros de mi casa. Me la paso llamando al 911 y nadie hace nada. Cuando la zona está más tranquila pongo mi casa en venta porque me quiero ir, ese es mi único objetivo. Como muchos otros ya no podemos vivir en este barrio”, termina Adriana.

Este medio se puso en contacto con el ministerio de Seguridad porteño, que hoy conduce Waldo Wolff, para conocer las acciones que llevarán adelante y las medidas que están implementando para solucionar los hechos de seguridad ocurridos en el Polo Falopero. “Desde que asumió la nueva gestión, se comenzó a trabajar por aquellos lugares donde el tejido social está más tenso. Si bien hay un plan para toda la Ciudad, se comenzó en los barrios lindantes con la Provincia de Buenos Aires en donde hay una situación un poco más compleja”, señalan desde la cartera de Seguridad. “De la misma manera que abordamos esas zonas, así como Constitución y Retiro, seguiremos con Once y otros lugares núcleo”.

La Seguridad se salva del recorte

En diciembre pasado, Tiempo realizó un informe en base a una comparativa elaborada por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), donde analizó el proyecto del presupuesto 2024 de la Ciudad. Entre otros puntos, detectó que Jorge Macri asumió su gobierno con fuertes recortes económicos en todas las áreas salvo en lo referido a la Seguridad ciudadana. En líneas generales, el nuevo macrismo ajustó todas las funciones del Estado porteño excepto “Servicios de Seguridad”. La caída en Servicios Sociales es menor (3,2%) que la de las demás funciones que fueron recortadas, que sufrieron siegas de entre 16% y 25%. Dentro de éste ítem se redujo un 22,2% el gasto proyectado en Cultura, un 11,7% el de Vivienda, un 5,9% el de Salud y un 2,3% el de Educación. Además, según detalla el documento, “reduce el presupuesto de los Ministerios de Cultura (-18,7%), Desarrollo Humano y Hábitat (-10,3%), Educación (-11,9%) y Salud (-6,25%)”. La reducción en el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat profundiza la tendencia a la baja que se sostiene desde 2022, durante el segundo mandato de Horacio Rodríguez Larreta.