Los Halcones volvieron campeones de Estados Unidos. Fue hace una semana. La selección argentina de fútbol para personas con discapacidad intelectual se quedó en Houston, Texas, con la categoría más alta de la Genuine Cup. Los Halcones le ganaron la final 4-1 a los No Barriers de Polonia. Hubo festejos después de levantar la copa y muchos abrazos con la familia cuando regresaron al país. Pero la mirada familiar puede ser distinta a la de los entrenadores. “Para nosotros son deportistas, no seres de luz”, dice Nicolás Ucha, coordinador de la Federación de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual (Faddin), en medio de la alegría. Es deporte e inclusión, también competición.

Esta semana se habló mucho de discapacidad pero no por el fútbol, no por el triunfo de Los Halcones, que tenían merecido más títulos y tapas, sino por el veto del gobierno a la Ley de Emergencia en Discapacidad y, sobre todo, por la marcha para que eso no sucediera, que fue respondida con violencia policial. La contracara de ese abandono oficial son los clubes, también golpeados por decisiones del gobierno, como el aumento de los aportes para el sistema previsional, pero que siempre ofrecen un lugar para la inclusión o dan alguna respuesta.

El mejor ejemplo fue el de Los Halcones, aunque fuera sin quererlo. Su festejo como campeones en Houston puede resultar inspirador. En la misma Genuine Cup, Boca ganó en la tercera categoría mientras que Racing terminó subcampeón en la segunda. “El deporte inclusivo argentino -publicó Faddim en su cuenta de Instagram- está a la altura de los grandes desafíos internacionales”. 

El futbolista que se expresó contra el veto fue Rodrigo Rey, arquero de Independiente, padre de Bencio, que fue diagnosticado con Transtorno del Espectro Autista (TEA). Rey publicó un extenso mensaje de su esposa, Laura. “Desentenderse de un derecho tan básico de la propia humanidad es inadmisible”, decía el texto, que a su vez intentaba correrse de una lectura política: “El autismo no debería caer en la grieta política jamás”. Lo de Rey es valiente y su expresión sobre el tema es muy valorable, pero la decisión del veto es puramente política.

Más allá de todo están los clubes y el aporte que hacen a la inclusión. Nicolás Ucha, el coordinador de Faddim, lleva diez años en esa causa que describe como difícil pero, a la vez, hermosa. Nicolás perdió un brazo en un accidente automovilístico y su propia vida es una historia de superación. Tiene una diplomatura en actividad física y deporte adaptado, y trabaja en el departamento de discapacidad del club Quilmes. “Los clubes -dice- tienen un rol fundamental en todo esto. Tienen que abrir las puertas y hacer sentir a todos parte del mismo. Pero a la vez un club de fútbol, sea uno grande o uno chico, tiene la ventaja que visibiliza mucho, y eso ayuda a concientizar a la sociedad”. 

Racing Integrado es pionero en cuanto a discapacidad. Se fundó hace treinta años con una mirada que en su momento era innovadora. “Cuando con Daniel Rosello creamos el departamento de discapacidad pensamos en que los socios de Racing y la comunidad de Avellaneda puedan participar y tener el mismo derecho que cualquier persona para desarrollar una actividad deportiva, cultural o social. Eso fue una visión anticipada de lo que es el paradigma de la discapacidad en la sociedad”, dice Hernán Gliniecki, presidente de Racing Integrado.

Valeria Blanco, esposa de Hernán y directora del área, explica que los clubes son esenciales para que se cumpla el derecho al ocio y a las actividades deportivas de las personas discapacitadas. “Muchas veces -dice- es una utopía, pero trabajemos para que se lleve a cabo. Y está vinculado también a una cuestión de salud: en Racing vimos cómo ayuda a disminuir psicofármacos, a mejorar los vínculos sociales y solucionar problemas de conductas”.

Gliniecki piensa más allá. “Nuestro objetivo -explica- es que baje un lineamiento desde la Conmebol, desde la FIFA, para que el fútbol con discapacidad tenga el mismo desarrollo y el mismo crecimiento que tiene el fútbol masculino y que está teniendo el fútbol femenino. ¿Por qué no pueden tener un contrato para que sea un espacio laboral de inclusión? Por supuesto que no es equiparable, pero también están defendiendo la camiseta. Deberían tener un contrato por derecho. Hacia eso aspiramos, al menos, desde Racing Integrado. Ahí está la verdadera igualdad de oportunidad y derechos”.

“Lo deportivo -agrega Ucha- favorece mucho a las personas con discapacidad, ya sea en el desarrollo físico, social, emocional, así como también enseñando y transmitiendo los valores del deporte. Con las frustraciones en el deporte pasa como en la vida misma. Uno no gana siempre y una derrota para una persona con discapacidad puede servir para afrontar la vida cotidiana”. Trabajar sobre eso, como dice Ucha, como lo hace él mismo, y Blanco y Gliniecki, como lo hacen tantos clubes, es trabajar por una sociedad más justa. Muy necesario por estos tiempos.