El martes 12 El Espejo Musical celebra doce años de trayectoria con una presentación en Café Berlín. Este quinteto repasará temas de sus dos discos (El espejo y Octaedro) y presentará nuevas composiciones, siempre encuadradas dentro de la estética que viene recorriendo desde sus inicios: música popular instrumental con elementos contemporáneos.

El quinteto está integrado por Silvia Rupar en flauta, Osvaldo Fernández en guitarra eléctrica, Ricardo Rodríguez, en guitarra y composición, Federico Disalvo en bajo y Daniel Lago en batería.

La música de El Espejo Musical ofrece una interesante mixtura entre el folklore urbano con elementos que rozan coloraturas cercanas al jazz, el rock e, incluso, la música académica y contemporánea.

Esto no es casual, ya que todos los integrantes del ensamble provienen de experiencias musicales de distintas vertientes, lo que hace que el aporte de cada uno contribuya a construir un discurso sonoro rico y variado.

Tiempo Argentino dialogó con Ricardo Rodríguez quien, además de su amplia experiencia como músico, es musicoterapeuta y profesor de dicha especialidad.

-¿El Espejo Musical qué origen tuvo?

-Es la culminación de un camino en la música que empecé de muy joven. En los ochenta formé parte del grupo Trixy y los Maniáticos, una de las bandas fundadoras del punk local. Estaba liderado por Sandra Elena Chaya (Trixy), que fue una de las primeras líderes femeninas de un grupo de rock. Posteriormente trabajé con Lía Carballo, hermana de Celeste y más tarde  armé un grupo llamado Tótem.

Pero creo que el antecedente más cercano desde lo estético es Ante Diem, un grupo que paralelamente tuvimos a fines de los 70 y principio de los 80. Lo integrábamos Osvaldo Fernández, Rodolfo Disalvo en bajo, Sergio Landone en percusión y yo en guitarra.

-¿Por qué decís que es el antecedente más cercano y cómo derivó en la actual agrupación del Espejo Musical?

-En 2012 Fabián Spampinato nos convocó a grabar un tema para Sinfonía para catedrales vivas, un disco triple de homenaje a Litto Nebbia. Lo recaudado por las ventas de este disco era destinado a comedores infantiles de Mar del Plata. Así que nos reunimos y grabamos el tema “Por algo es”, del álbum Huinca de Litto. Y en ese momento surgió la posibilidad de reunirnos.

La estética de la propuesta sonora del grupo tenía muchos elementos que fusionaban el rock con algo de folklore y tango. Lamentablemente Disalvo falleció y por este motivo decidimos transformarnos en El Espejo Musical. Lo sorprendente es que nuestro actual bajista es el hijo de nuestro inolvidable compañero fallecido.

espejo

-A lo largo de estos doce años hubo varios cambios en el grupo. ¿Esto afectó en algo su propuesta musical?

-Considero que no. Es más, creo que cada integrante que se incorporó la fue enriqueciendo. La música es un camino de constante aprendizaje. Y el encuentro con diferentes personas que traen distintas experiencias hace que el resultado se vaya transformando de manera continua.

-¿Cómo es la mecánica con la que se maneja el grupo con la composición y los arreglos?

-La mayoría de las composiciones de El Espejo Musical son mías, pero también hay otras de los integrantes del grupo. Todos hacemos aportes cuando aparece una idea o tema nuevo. La misma metodología la utilizamos cuando abordamos obras de Piazzolla o Spinetta, por ejemplo. Es un trabajo en equipo. O, como suele decirse de manera graciosa, uno trae una idea y los demás se la hacen mierda (risas).

-El año pasado tuvieron varias presentaciones e, incluso, publicó un video.

-Es así. Actuamos en El Obrador, en Pista Urbana, en BeBop y en Circe, donde tuvimos el honor de contar con la participación de Patricio Villarejo en cello, quien hizo maravillosos arreglos para algunos de nuestras composiciones. También hicimos el video de nuestro tema “Betty Boop” gracias a un subsidio que nos otorgó el Instituto Nacional de la Música (INAMU).

Nuestra idea para este año es poder presentar El Espejo Musical en vivo la mayor cantidad de veces posible. El momento es difícil, pero pienso que apostar a la cultura es algo enriquecedor y es también una forma de encuentro totalmente positiva.

-Qué es lo que tienen programado para esta próxima presentación en Berlín Café?

-Tocaremos temas de nuestro segundo álbum y versiones nuevas de los del primer disco, que lo grabamos con percusión electrónica ya que todavía no contábamos con un baterista. Creo que con esta formación les dimos una vuelta de tuerca interesante, como si el tiempo los hubiera hecho madurar. Esto también tiene que ver con la actual formación de El Espejo Musical, con la que le pudimos dar un química distinta. Nos gustaría volver a grabarlos con este nuevo quinteto. Es algo que también tenemos en carpeta.

-En tu caso personal, ¿cómo fue el paso de integrar una banda de punk a involucrarte con otros estilos?

-Es el camino que recorre cada uno en su vida. Estudié guitarra clásica mientras me dedicaba a los proyectos más cercanos al rock. Participé de un curso de Guitar Craft con Robert Fripp. Pero creo que hubo un punto de inflexión, y fue cuando participé del Taller de Composición de Música Popular Instrumental creado por el maestro Ricardo Capellano en el Conservatorio de la Ciudad de Buenos Aires, taller que hoy está dirigido por María Laura Antonelli y Edgardo González.

Esa fue una gran experiencia ya que era encontrarse todos los sábados con una veintena de músicos con diferentes instrumentos y vertientes. De esas interacciones surgían muchas cosas interesantes y descubrí otras maneras de encarar la composición. Empecé a ver que la música instrumental era un mundo de infinitas posibilidades.

-¿Esta última experiencia te sirvió a la hora de componer y encarar otros proyectos?

-Sin duda que es así. Formé parte de Por si las moscas, un dúo de guitarras que en cierto modo surgió de lo experimentado en el  taller de Capellano. Además me involucré más con la guitarra y el tango. También formé dos dúos, uno con María Luján Catalano y otro con Patricia Pellizari, en los que encarábamos música ciudadana.

-¿Y cómo entra la musicoterapia dentro de este universo?

Es una manera de ayudar a las personas por medio de la música. Esa ayuda es algo que sigo sintiendo aún hoy con mis pacientes y con mis alumnos de la universidad. Es increíble todo lo que se puede conseguir. Trabajé muchos años en una escuela con chicos con diversas discapacidades y todo lo que le devuelven a uno es realmente conmovedor.

El Espejo Musical se presenta el  martes 12 a las 20.30 (puntual) en Café Berlín, Av. San Martín 6656, CABA. Entradas por Livepass.