El comunicado que el Fondo Monetario dio a conocer cuando Gita Gopinath, su número 2, abandonaba el país es un blanqueo de las preocupaciones que asoman en Washington sobre la gobernabilidad de Argentina.

En la pieza, firmada por la propia Gopinath, no se menciona al programa vigente (es el que firmó Martín Guzmán en febrero de 2022) ni sus metas, actualizadas para este año en enero pasado, cuando el directorio del FMI aprobó la séptima revisión. Entre ellas, la exigencia de que el Banco Central acumule un total de U$S 10.000 millones en reservas netas para fin de año y que la administración nacional exhiba para esa misma fecha un superávit fiscal de dos puntos del PBI.

La consecución de este último punto es la piedra de toque de todo el esquema de la administración ultraderechista. «Trabajar de manera pragmática para generar apoyo social y político también es fundamental para garantizar la durabilidad y eficacia de las reformas», dijo el comunicado.

La mención al pragmatismo no es casual. En los ambientes cercanos al FMI y a las grandes firmas de inversión que poseen títulos de deuda de la Argentina hay preocupación con lo que consideran que es el «dogmatismo» de la administración ultraderechista, que justamente ayer dio una nueva muestra de manejarse con ese chaleco de fuerza con la presentación que hizo el presidente Javier Milei ante un auditorio ultra conservador en Nueva York, EE UU (ver página 5).

«El Fondo quiere cobrar su deuda», dijo Gerardo Martínez, secretario de Relaciones Internacionales de la CGT tras su reunión con Gopinath el jueves. Lo mismo podría decirse de los acreedores, aunque en realidad lo que quieren es que los bonos en sus carteras se valoricen, para lo cual precisan –al igual que el Fondo– una administración con estabilidad política y capacidad de gobernar.

Por eso el FMI recomienda echar lastre y aplicar algunas aspirinas sobre los amplios sectores sociales atacados por el ajuste. De allí que plantea: «Son esenciales esfuerzos sostenidos para apoyar a los segmentos vulnerables de la población y preservar el valor real de la asistencia social y las pensiones, así como para garantizar que la carga del ajuste no recaiga desproporcionadamente sobre las familias trabajadoras».

Al achicar la economía, el mileismo aspira a reducir la inflación y la demanda de dólares, lo que le permitiría mejorar el nivel de reservas del BCRA y aplicar la unificación cambiaria sin necesidad de una nueva devaluación.  «