Desde el fatídico tuit que Pablo Quirno publicó el martes por la mañana, el gobierno sacrificó divisas por un monto estimado de U$S 543 millones para evitar que el precio del dólar se saliera de control. Ese día el secretario de Finanzas anunció en las redes sociales que “el Tesoro Nacional participará en el mercado libre de cambios con el fin de contribuir a su liquidez y normal funcionamiento”.

La suma es aproximada, ya que los balances del Banco Central se publican con cierta demora. El martes, el saldo de la cuenta del Tesoro (que refleja las tenencias en dólares que el gobierno guarda en el BCRA) bajó en 238 millones de dólares y el miércoles subió 34 millones. Ya sin datos oficiales, operadores del mercado señalan que el jueves el Tesoro vendió U$S 54 millones en el mercado mayorista (MULC) y el viernes U$S 285 millones.

A esos datos se suman la llamativa baja de U$S 342 millones desde mediados de agosto. Ese goteo levantó sospechas de intervenciones previas no declaradas y de que el gobierno ya había dejado de cumplir su promesa de dejar flotar el tipo de cambio incluso antes del anuncio de Quirno.

Si esa hipótesis fuera correcta, la suma invertida en controlar al dólar es muy similar a los U$S 897 millones que el gobierno debe pagar este mes a organismos internacionales (Club de París, BID y la Corporación Andina de Fomento), según la estimación de la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Se suponía que los ahorros en dólares que el gobierno había logrado hacer eran para abonar esos compromisos, a los que también se suman otros U$S 1000 millones en el último trimestre del año. El rally de deudas a levantar continúa en enero, con U$S 4300 millones en amortización e intereses por los bonos de la deuda.

La intervención dio resultado y fijó el tipo de cambio en torno a los $ 1360 por dólar. Pero contraviene el espíritu del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que en abril había puesto la libre flotación entre bandas como una condición para brindar un salvataje de U$S 20.000 millones. En el gobierno, de todas maneras, advierten que los dólares del FMI no fueron tocados y forman parte de las reservas del Banco Central. Este último organismo declara que se mantiene “sin intervención” en el mercado de cambios.

El ancla que no ancla

Más allá de tecnicismos, el nuevo esquema de flotación sucia parece indicar que el ancla cambiaria, una de las tres promocionadas por el Ministerio de Economía como base del actual programa, ya no está en condiciones de fijar ese frente. También está floja la pata monetaria, luego del zafarrancho por la eliminación de las Lefi, la suba de la tasa de interés a niveles astronómicos, la desaparición del crédito y el regreso de los pasivos remunerados del Banco Central. Así, sólo el ancla fiscal impide que el barrilete del programa económico levante vuelo.

“Priorizar el resultado electoral para evitar una devaluación llevó al Tesoro a vender una porción significativa de los dólares que acumuló en el último tiempo”, señala un documento del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). “Implica que uno de los pilares del programa económico, el refinanciamiento de los vencimientos de deuda en dólares, parece alejarse indefectiblemente. En definitiva, vuelve al centro de la escena el debate sobre la sostenibilidad del esquema cambiario”, agrega.

Por eso, desde hace varias semanas se puso de moda la palabra “reseteo” para hablar del futuro inmediato del plan. El consenso es generalizado incluso entre los economistas más ortodoxos. Carlos Melconian, insospechado de kirchnerista, llegó a deslizar que podría volver el cepo cambiario.

El monetarista Diego Giacomini pidió la renuncia del ministro Luis Caputo: “Hay un plan económico dinámicamente inconsistente en lo cambiario, monetario y fiscal; y eso no se arregla con votos a X o Y; sino que se arregla con otro equipo económico y otro plan”.

Los directores de EcoGo, Marina Dal Poggeto y Sebastián Menescaldi, no sólo pronosticaron una devaluación, sino que ya avizoran un nuevo acuerdo con el FMI que reemplace al que se firmó hace cinco meses. “Aun asumiendo un resultado favorable al gobierno, las chances de sostener el ajuste deflacionario con el actual esquema son realmente muy bajas”, sostuvieron en un artículo periodístico que firmaron en conjunto. “Asumimos que el Ejecutivo va a buscar recalibrar el programa, ajustando las bandas cambiarias y señalando un sendero creíble de acumulación de reservas a un nivel de dólar más alto, en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI congruente con tasas de interés más normales”.

Pronósticos en tiempos turbulentos

Las consultoras, entidades financieras y centros de estudio que participaron en el REM (el Relevamiento de Expectativas de Mercado que todos los meses realiza el Banco Central) adecuaron al alza sus pronósticos sobre la evolución del dólar. Así y todo, consideraron que la intervención del gobierno en los mercados será efectiva para mantener la divisa dentro de los $ 1470, tope actualizado de las bandas cambiarias, si es que estas continúan vigentes hasta fin de año.

Así, el promedio de las respuestas consignadas en el informe que se publicó esta semana arrojó un tipo de cambio de $ 1441 para diciembre de este año, un 7% más de lo que habían contestado el mes anterior.

En tanto, hubo coincidencia de que el desorden monetario se reflejará en los niveles de actividad. Se espera que la tasa de interés TAMAR (la que se aplica a los plazo fijo de más de $ 1000 millones) baje del 54 anual al 35% hasta diciembre, pero el PBI sólo subiría 4,4% en 2025, bastante menos que el 5% que se manejaba hasta el mes pasado.