Uno de cada siete porteños ya tuvo coronavirus. Desde que el primer caso fue diagnosticado, en marzo de 2020, al menos 430 mil personas residentes en la Ciudad de Buenos Aires atravesaron la enfermedad. Eso equivale al 14% de los habitantes de la Capital Federal. El dato es una proyección oficial que se desprende del estudio de seroprevalencia presentado por el gobierno porteño esta semana. Los resultados analizados geográficamente permiten realizar un mapa de la desigualdad en la ciudad más rica del país: mientras que en la zona norte un 5,68% se infectó de coronavirus, en algunos barrios vulnerables los infectados fueron más de la mitad de los habitantes. ¿Cuán efectiva fue la estrategia sanitaria, entonces, en la zona con mayor tasa de incidencia del país?

“La situación habitacional o de vivienda marcó mucho el progreso del virus”, reconoce Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria del Ministerio de Salud porteño. “Así lo refleja el estudio de seroprevalencia que muestra una distribución heterogénea entre la zona Sur, Centro y Norte de la Ciudad. Allí lo que cambia son las situaciones de vivienda y hacinamiento. En el sur o en los barrios vulnerables una persona positiva puede contagiar más por sus condiciones habitacionales y su incapacidad de hacer aislamiento”, agrega en diálogo con Tiempo.

Un estudio de seroprevalencia estima el porcentaje de la población que desarrolló anticuerpos contra el virus. Para eso se selecciona una muestra representativa de la población y se le realiza un examen que busca detectar si su sistema inmunológico estuvo expuesto a la enfermedad. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, la Dirección General de Estadísticas y Censos estuvo a cargo del diseño del muestreo probabilístico. Identificó 2024 personas mayores de 18 años que pudieran expresar las diferentes variables demográficas (edad, género), de residencia (localización y tipo de vivienda) y condición socioeconómica (ingresos). También consideró población en barrios vulnerables, inquilinatos y geriátricos. El estudio se realizó entre el 8 de septiembre y 18 de octubre.

Esa investigación permitió probar que las personas que viven en los barrios del sur tienen casi tres veces más chances de contagiarse que aquellas que viven al norte. Según los datos provistos por el Ministerio de Salud porteño, al 25 de septiembre solo un 4% de los residentes de los barrios del norte habían cursado la enfermedad. El porcentaje crecía al 7,2% en la Zona Centro y al 11% en la Zona Sur. Es lo mismo que decir que una de cada 25 personas se había infectado en el norte, una de cada 14 en el centro y una de cada nueve en el sur. El promedio de toda la ciudad fue para ese período de una persona de cada diez.

Como el informe fue presentado recién el miércoles 4 de noviembre, la cartera sanitaria porteña proyectó que un aumento en el número de contagios elevaría la cifra al 14% de los residentes: es decir, un infectado cada siete habitantes de la ciudad. Esa proyección, confirmaron a Tiempo, también puede aplicarse a las distintas zonas geográficas. Eso permitiría proyectar que hoy los infectados en la Zona Norte serían el 5,68% (casi una persona cada 18); en la Zona Centro el 9,98% (una de cada diez); y en la Zona Sur un 15,25% (casi una de cada siete).

El porcentaje de residentes en barrios vulnerables infectados en la Ciudad de Buenos Aires fue en el estudio del 42 por ciento. Un número algo inferior al 53% que había dado el estudio de julio realizado en el Barrio Mugica (Villa 31). Consultado al respecto, Battistella destaca que el análisis reciente es más representativo y mezcla residentes de distintos barrios. Por lo que refleja un promedio de los habitantes de barrios populares consistente con el hecho de que algunos mantengan cifras del 50% de infectados.

El ministro de Salud Fernán Quirós contó el miércoles que el gobierno porteño está realizando un nuevo examen de las personas testeadas en julio en el Barrio Mugica para ver “la sostenibilidad de anticuerpos”, algo que permitiría conocer el mantenimiento o la pérdida de inmunidad, un dato central para prevenir un eventual rebrote. “De este virus es más lo que no sabemos que lo que sabemos. Así que vamos a repetir los estudios y seguir buscando cada tres meses”, agregó Battistella.

La estrategia de testeos

Según la estimación del Ministerio, al 25 de septiembre había un 10,1% de personas en la Ciudad de Buenos Aires que habían cursado la enfermedad. Eso equivalía a 310.761 porteños. Como el test realizado detecta anticuerpos recién a los 14 días de la infección, la cartera liderada por Quirós comparó esa cifra con los 109.281 casos diagnosticados al día 11 de septiembre. La ecuación reflejó que el sistema de salud había detectado prácticamente a un tercio de las personas infectadas con Covid-19 en el distrito.

“Es una relación extremadamente eficiente porque implica que hemos tenido la capacidad de encontrar a las personas enfermas a partir de una estrategia de investigación epidemiológica que combinó rastreo, testeo y aislamiento”, explicó Quirós en conferencia de prensa. Decir que dos de cada tres infectados no fueron diagnosticados a tiempo por la Ciudad no parecería ser un motivo para alegrarse a priori. Pero lo cierto es que la mayoría de la población cursa esta enfermedad de manera asintomática, y las dificultades en la detección son un problema a nivel global.

Según los datos provistos por la cartera sanitaria porteña, mientras la Ciudad diagnosticó a uno de cada tres infectados, en Nueva York se detectó a uno de cada diez, en Ginebra y Madrid a uno de cada once y, en San Pablo, a uno de cada 12. “Cuando nos decían que había que testear más siempre respondimos que no sirve mirar solo la cantidad de tests, porque te parás en cualquier esquina a testear y no es efectivo”, explica Battistella. “Testeamos al nicho más probable y por eso la política fue muy buena: triplicó la tasa de otros países”, precisa.