Gianni Infantino apostó todo por Estados Unidos. La FIFA inauguró el año pasado sus nuevas oficinas en Miami, comando central del fútbol global. Fue en ese edificio del 396 de Alhambra Circle, en Coral Gables, que esta semana Infantino se reunió con la fiscal general de los Estados Unidos, Pamela Bondi, y con el director del FBI, Kash Patel. Un símbolo de la época. Son las instituciones que investigaron a la FIFA haciéndola explotar por el aire en 2016. Entre esos escombros entró Infantino, amigo de Donald Trump. “¡Estamos deseando trabajar juntos para garantizar que Estados Unidos dé la bienvenida al mundo en 2025 y 2026 para una celebración mundial del fútbol en paz y felicidad!”, escribió con signos de admiración el presidente de la FIFA en sus redes. En junio habrá Mundial de Clubes. El año que viene habrá Mundial masculino XL. Estados Unidos ya no investiga al fútbol, ahora lo controla.

“La primera edición de 48 equipos no solo entretendrá y alegrará a miles de millones de personas en todo el mundo, sino que también impulsará significativamente la economía, dejando un legado sostenible para los niños y niñas de EE. UU., así como para los demás coanfitriones: Canadá y México”, celebró Infantino en la misma publicación. Son los vecinos con los que se presentó candidatura en unidad aunque ya nada sea lo mismo. La elección de la triple sede ocurrió durante el congreso de la FIFA en Moscú, días previos al Mundial de Rusia 2018. Un buen regalo para Trump, que atravesaba su primer mandato. Ya nada es como antes. El segundo tiempo del magnate empezó con ofensas a sus vecinos. Anunció que renombraría el Golfo de México como Golfo de América, trató a Canadá como el estado 51 y amenazó con anexar a Groenlandia. El himno de Estados Unidos fue abucheado en un partidos de la NHL, la liga de hockey sobre hielo, en Ottawa.

¿Y si el sentimiento anti estadounidense crece en este nuevo tiempo de Trump? Es una pregunta que se hacen analistas y que impacta en el deporte. No es una cuestión del fútbol. Los Juegos Olímpicos de 2028 serán en Los Ángeles. ¿Cómo se combinarán todo eso con una política de fronteras cada más cerradas, con visados más estrictos y deportaciones? La pregunta no es sólo si los fanáticos querrán ir a Estados Unidos. La pregunta es quiénes podrán hacerlo.

Ahí hay una dimensión del asunto. Pero lo que también hay que observar es lo que sucede con los aranceles. Es la otra pregunta que da vuelta por estas horas: ¿qué harán los patrocinadores afectados? Una firma como la surcoreana Hyundai, que mantiene un acuerdo con la FIFA, ¿podría reconsiderar su postura ante los dos torneos que se vienen en Estados Unidos? El mundo es una incertidumbre, el fútbol también. 

Infantino dice que su sociedad con Estados Unidos le permite a la FIFA duplicar sus ingresos. Entre el Mundial de Clubes de este año y el Mundial 2026 con 48 selecciones se espera un movimiento de diez millones de personas, según el informe que presentó la FIFA mientras Trump sacudía al mundo con sus aranceles El estudio, elaborado por OpenEconomics y en colaboración con la Organización Mundial de Comercio, estima un rendimiento de 47 mil millones de dólares entre los dos certámenes. El mundo cambió por estas horas, aunque nadie sepa cuánto.

No es sólo la FIFA la que está agarrada de Estados Unidos. Los equipos de Europa viajan a hacer sus pretemporadas y a jugar partidos amistosos. Y una decena de clubes de la Premier League, como el Manchester United, el Liverpool y el Arsenal, tienen propietarios estadounidenses y, algunos de ellos, hasta cotizan en la Bolsa de Nueva York. Es el país donde hoy juega Lionel Messi. Pero el sismo comercial puede impactarle a las marcas más consumidas del deporte mundial. ¿O acaso empresas como Adidas y Nike no tienen su mayor producción en países como Vietnam o Indonesia, que se enfrentan ahora aranceles altísimos?

La Conmebol viene de organizar su última Copa América. Ahora propone un Mundial 2030 XXL con 64 equipos. Siempre se puede exprimir un poco más. Torneos más grandes, calendarios más apretados, y todas las fichas puestas en la potencia económica. Un columnista del diario The Guardian escribió en estos días que la FIFA ya no se dedica a abrir nuevos mercados. “Ahora -según Leander Schaerlaeckens- se centra plenamente en monetizar el deporte, sin importar los daños colaterales”. Esta es la FIFA que acuerda con el FBI. La anterior también monetizaba el fútbol sin importarle demasiado las consecuencias. Los daños colaterales los sufrió ella misma. Esta es otra época.