Quienes escuchan a diario a Mauricio Macri justifican su silencio. Agazapado, el expresidente no oculta el malestar que le provoca el desdén que le dedican desde el gobierno, corrido de la principal negociación electoral del PRO con La Libertad Avanza, que se sigue tejiendo con momentos de tensión e histeria en la provincia de Buenos Aires. El fundador del PRO tampoco calla las coincidencias que tiene con la política económica del gobierno, pero al mismo tiempo asume que no están dadas las circunstancias para intervenir como quisiera. Prefiere guardar silencio público, reírse de los rumores sobre un supuesto final de su carrera política y prepararse para promover la libertad de acción, como titular del partido, para que el PRO de cada provincia defina la alianza que considere conveniente.

Aunque parece una salida elegante ante la declinación de su influencia, cerca del magnate sostienen que es una forma de construir un rol superador, para conducir el partido por encima de los pactos coyunturales de estas elecciones legislativas. Las chances del PRO en esos distritos es tan menguante como pasa en la provincia de Buenos Aires. El problema no es que Macri quedó afuera de la negociación principal con La Libertad Avanza, sino que el partido amarillo mide por debajo de los diez puntos en varias provincias. En territorio bonaerense los números asoman más bajos todavía y reflejan la dura realidad que recuerda el titular del bloque del PRO en la Cámara Baja, Cristian Ritondo, cada vez que lo cuestionan por los diálogos que tiene con LLA en provincia. En su entorno sostienen que si las proyecciones de las encuestas se confirman y el PRO va solo, entonces puede afrontar una nueva y estrepitosa derrota, peor que la sufrida en la Ciudad de Buenos Aires en los comicios del 18 de mayo. La lectura funciona como una justificación de la autonomía que tiene Ritondo, como parte de un tridente que comparte con el diputado Diego Santilli y con el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, con oficinas en Mar del Plata. «Es increíble que hayan dicho que el acuerdo ya estaba cerrado, cuando estaban empezando la negociación y no cuando la terminaban», lamentó un dirigente macrista sobre el anticipado anuncio de un diálogo donde el PRO tendrá un rol muy secundario.

La libertad de acción que podría tener el PRO en cada provincia es una forma que juega Macri para habilitar la negociación en la de Buenos Aires, sin desautorizarla, y darle aire a los gobernadores del partido amarillo, pero también a las filiales que no son oficialismo en sus provincias, o que fueron socios del radicalismo en Juntos por el Cambio. La realidad de los distritos también le permiten a Macri habilitar algunos anticuerpos contra los que están dispuestos a ceder posiciones con los libertarios. La voz que seguirá resonando en forma crítica al tándem Ritondo – Santilli – Montenegro será la del gobernador de Chubut, Ignacio «Nacho» Torres.

«Prefiero pasar de un bloque de 90 diputados, a un bloque de 30 que tenga espíritu de cuerpo y coherencia, que caer en el alcahueterismo por ‘mojar’ y sobrevivir en una lista”, le dijo esta semana el chubutense al periodista Luis Novaresio. «Hablan como Milei, se peinan como Milei, aplauden todo sin espíritu crítico. Eso le hace mucho daño a la dirigencia. En este nuevo tablero de la política, lo impostado no prende, nadie puede engañar al electorado. Esos que creen que con cebarle el mate al armador de turno de La Libertad Avanza van a sobrevivir, podrán estar cuatro años más de diputado, pero no van a hacer la diferencia. Es una mirada mediocre de la política”, lanzó Torres. No dio nombres, pero en el PRO no hay otros dirigentes con más chances de caer en esa caracterización que Santilli, Ritondo, Montenegro y el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, que ya se pasó a La Libertad Avanza.

Torres tomó distancia de la negociación bonaerense. “Voy a seguir defendiendo medidas que están bien de este gobierno, y voy a seguir rechazando medidas que atentan contra los intereses de la Nación o de mi provincia”, aseguró. Fue casi en la misma línea de lo que piensa Macri, pero tratando de cristalizar un nuevo liderazgo dentro del partido amarillo sin el expresidente al lado. El chubutense tiene sus méritos: fue el primero en pelearse con Milei cuando amenazó con cortarle los fondos a la provincia y al mismo tiempo limitó el poder de Macri, por entonces empeñado en prodigarle gestos al gobierno para sellar el pacto que pretendía. No hubo acuerdo PRO-LLA, Macri no puede sentarse con el tridente de Milei para negociar, el mismo tridente que, por el contrario, sí dialoga con Torres después de los chispazos que tuvieron a fines de 2023 y principios de 2024.

El gobernador patagónico quizás tensa la cuerda porque sabe que en Buenos Aires se viene un pacto donde habrán muchos malheridos. Los intendentes del PRO en territorio bonaerense, a pesar de vivirlo como una capitulación, están dispuestos a bancar el acuerdo de Ritondo, pero siempre y cuando el pacto no los perjudique mucho. No niegan que los números de las encuestas son preocupantes, pero no quieren ser cómplices de una entrega sin garantías. Ahí Ritondo pone a prueba su cintura con los mandatarios municipales, pero le piden que busque gestos de generosidad con un equipo libertario que hasta ahora pide sumisión a cargo de sobrevida. Por eso la mayoría sigue en estado expectante y despliega planes B hasta que llegue el momento final de las definiciones. Una fecha será el 9 de julio, cuando cierre el plazo para la inscripción de alianzas y luego el 19, día previsto para presentar las candidaturas. Será el punto de largada de la campaña hacia las elecciones legislativas bonaerenses del 7 de septiembre.

Dentro del partido amarillo tampoco pierden de vista que no todo es armonía en el mundo libertario. Las internas no se notan porque Milei se puso al frente del despliegue desde este jueves en La Plata. Encabezó un congreso partidario provincial y dejó de pegarle a Cristina Fernández de Kirchner. En su lugar eligió apuntar contra el gobernador bonaerense Axel Kicillof, como destinatario de la nueva polarización que busca construir, con José Luis Espert a la cabeza.

El problema es que la estrategia que lidera su hermana Karina, articulada por el armador Sebastián Pareja, no representa a todo el partido de LLA. La agrupación «Las Fuerzas del Cielo» (que lideran Santiago Caputo y Daniel Parisini, alias Gordo Dan) no estuvo en el encuentro platense que armó Karina. El dato no pasó inadvertido para el hervidero macrista, que se sigue preguntando sobre el rol que les dejarán en la negociación tirante que vigila a desgano Mauricio y ejecuta Ritondo con empeño, mientras Torres lo cuestiona porque el clima de capitulación resulta indisimulable.