En estos días en que se batieron los lamentables y siniestros récords de muertos y contagiados por Covid-19, en los que argentinos contados por más de 40 mil son atrapados por el virus y medio millar se convierte en víctima fatal cada 24 horas, ellos siguen con sus trapisondas. Justamente esta semana tan particular terminó con un par de títulos desopilantes de los diarios que habitualmente lucharon contra la cuarentena. La Nación encabezó su portada: “Pese a la suba de contagios, ratifican que las restricciones duras terminan este fin de semana”. Clarín no le va en saga: “Argentina pasó los 40 mil contagios, y levantarían el confinamiento el lunes”.

Una sincronización evidente. Se muestran quejosos de que no hubiese más restricciones a partir de mañana. Lo que dispuso el gobierno termina hoy. Y ahí nomás aparecieron los diarios más influyentes diciendo que pese a que arrecian los contagios, el gobierno acaba con las restricciones.

Lo hemos dicho hasta el cansancio desde el mismo momento en que empezó el enfrentamiento radical de los medios contra el gobierno. Si en marzo de 2020, Alberto Fernández hubiera decidido no tomar medidas contra el Covid, no proceder a la cuarentena, los diarios se habrían afiliado a ella. La cuestión es siempre, llevar la contra. Como el presidente, en medio de múltiples elogios en todo el mundo, decidió ser muy serio con la cuarentena, a los pocos días el camino que eligieron los medios hegemónicos que viven distorsionando la realidad en la Argentina, fue el de combatir las restricciones. Y empezó una campaña en la que no se le dio tregua al gobierno, criticándolo porque la cuarentena demasiado larga impedía trabajar, producir, empobrecía a la gente, todo aquello que por supuesto va de Perogrullo en una situación como esta: naturalmente, toda la sociedad termina pagando la circunstancia en que una peste suspende la vida. Y esta es la peor de todas las pestes de estos años.

Pero ahora, andando el tiempo, esos medios ponen títulos en contrario, siempre desestimando lo dictaminado por el gobierno.

Es enloquecedor. Parece orquestado de una manera demencial. Sin embargo, está perfectamente dentro de lo previsto para lo que suelen hacer estos medios.

Toda esta semana ha sido una locura. Tomaron la noticia falsa de que desde Chile habían ofertado de regalo 15 mil vacunas y que el gobierno argentino las había rechazado. No se detuvieron ante la observación clara de que se trataba de una mentira, sino que progresaron en su cantinela, con su endemoniada crítica durante tres o cuatro días. La soberbia, lo inexplicable de no haber aceptado ese generoso ofrecimiento. No había tal oferta. Jamás se produjo. Era un invento de TN, de los diarios. Jamás el gobierno argentino recibió algo así… Pero esa mentira prosperó durante toda la semana. Nunca fue desmentida.

 

Como las mentiras de las vacunas. Una tras otra. Primero fue contra la Sputnik V. Hicieron una campaña de que envenenaba, no servía, que había acomodos, y de ese modo prosperó la idea de que no era buena. Con lo cual, a los que de por sí estaban en una situación antivacuna les sumaban el argumento de lo “peligroso” que era vacunarse y que lo harían con “una vacuna que no tenía aceptación internacional”. Falso de toda falsedad.

Cuando esa mentira fue vencida por los hechos, por el gran reconocimiento que la Sputnik V ha tenido en todo el mundo, apareció la Sinopharm: en TN y Canal 13 llegaron a decir que era “testimonial” porque solo tenía un 3% de eficacia. Mentira total. Su eficacia anda por el 80% y más, un récord en positivo, si se aplican las dos dosis…

No se detienen en esa lucha despiadada. Porque luego, cuando se iba a producir el encuentro del presidente argentino con el de México, Andrés Manuel López Obrador, la campaña saltó sobre la AstraZeneca. Se pusieron a denunciar que tenía poca vigilancia y cuidado, que solamente siete personas iban controlando el paso de las vacunas. Como si fuera posible amontonar más gente para ver el transcurrir de cada frasquito, hablando en términos exagerados.

Esta semana nos permitió ver hasta dónde son capaces de jugar con lo avieso, lo falso, lo mendaz, y llegar a límites que les parece que la gente no percibe. Aunque a mí me da la sensación de que son muchos más los que sí advierten a qué están jugando.

Mientras, siguen con sus robos indiscriminados. La gente, que es recelosa cuando el gobierno aumenta una tarifa, no dice nada, no reacciona ante el robo de Cablevisión, que le cobra un 20% de aumento cuando solo tiene permitido un 5%. Hay poca protesta. La empresa sabe los riegos que corre, pero también tiene claro que el peligro se disipa mientras siga manejando a los jueces. Lo sabe muy bien: aquellos usuarios que decidieron pagar el 5% y no el 20% reciben llamados todo el tiempo, los amenazan con que les van a cortar el servicio, los abruman… Hace cinco meses que están robando ese dinero. La cifra es de unos 12 mil millones de pesos. Pero persisten en una verdadera estafa al bolsillo de los usuarios sin que pase absolutamente nada.

Y mientras tanto, tienen entretenidos a esos usuarios –y a toda la ciudadanía– con la pelea por las clases presenciales, o la calidad de las vacunas, o alguna de las variadas patrañas que se superan una tras otra, todas con un grado de cinismo que persiste, aumenta y bate récords.

Entendamos con claridad: esta semana los medios volvieron a ejercer su papel desestabilizador, golpista. Nunca hay que apartarse de lo que están haciendo. Lo que generan no es otra cosa que un golpe de Estado. Un golpe dado poco a poco. Un golpe que no sea abrupto. Un golpe que no se note. Se trata de esmerilar, deteriorar, opacar todo lo posible al presidente y a su Gabinete hasta que, como una cosa natural, como una fruta madura que se cae del árbol, sola, el gobierno también se dé contra el piso. «