Músico, cantante, compositor, productor e ingeniero de sonido, Mariano Esain, alias Manza, es un eterno protagonista de la escena under porteña y un emblema dentro del indie local. Hoy presenta Inventario, su primer disco solista. Casi 35 minutos con ocho canciones tocadas, grabadas y mezcladas por él.

“Mi primera idea era llegar a un resultado diferente a todo lo que había hecho, y entendí que tenía que hacerlo solo”, puntualiza Manza. Comenzó a trabajar en el disco en plena pandemia, lo que terminó de sentenciar la necesidad de hacerlo solo y ese trabajó de laboratorio lo llevó a descubrir un lenguaje nuevo. En los dos primeros meses de la cuarentena encaminó todo y supo que tenía algo entre manos.

“Eran ideas que tenía, algunas canciones que estaban perdidas, pero eran más conceptos que no había aplicado antes, en mis anteriores proyectos o en bandas en las que toqué. Cosas que quería  hacer y no había podido concretar. Son canciones comunes pero arregladas diferentes”, detalla. Sabía que no quería hacer un disco acústico, ni nada que sonase a una banda en el sentido más clásico.

“Necesitaba recorrer el camino en solitario para ver dónde llegaba, no quería hacer algo tradicional. Sabía que estas ideas no eran para ese formato. Por eso esto era algo que tenía que hacer yo”.  Manza imaginaba a un solista como con una orquesta, un estilo crooner (con una forma de cantar suave y murmurante, sin proyectar la voz) pero acompañado por ruidos, grabaciones de campo, instrumentos distorsionados, sonidos al borde de desintegrarse. Ribetes shoegaze (subgénero del rock alternativo surgido a finales de los años 1980 en el Reino Unido con bandas como My Bloody Valentine, The Jesus and Mary Chain, Slowdive, The Velvet Underground y algo de The Beach Boys y Brian Eno) con guitarras distorsionadas y arreglos pedales de efectos reverberantes y letras, entre sombrías y melancólicas.

“La diferencia con las canciones que venía haciendo son de concepto. Siempre que me preguntan remarcó que es un disco de contrastes: lo sombrío y lo luminoso, lo orgánico y lo sintético, lo obsoleto y lo contemporáneo”, completa el músico. “Había algo que tenía ganas de explorar. Ciertos tópicos frecuentes en mis temas que tienen que ver con la fragilidad de las relaciones y ese tipo de cosas. Tenía la curiosidad de intentar expresar eso con música y no con palabras. Siempre hice canciones de ese tipo de letra sensible con una música más potente, con más adrenalina y en este caso quería hacerlo al revés. Quería expresar emociones en sonido y no tanto en letras. Me puse a trabajar y encontré un tipo de sonido que me dejaba conforme, y recién ahí fui encontrando las letras”, precisa Esain.

Mariano Esain, en movimiento.

“Creo que usualmente la música acompaña las palabras y en este experimento el proceso fue al revés. Tenía ganas de trabajar con ruidos, sonidos que no fuesen convencionales, algo de distorsión o de falla. Podría ser un aparato que funciona mal o un pedal de guitarra usado de un modo que se supone no es el correcto. O grabado en aparatos con fallas. Eso reflejaba mejor lo que quería decir”, agrega.

Esain lideraba a Martes Menta, su primera banda independiente que fue pionera en la movida sónica de comienzos de los noventa (como Los Brujos, Babasónicos, y Demonios de Tasmania) y llegó a telonear a Soda Stereo.  Luego lideró Menos que cero y más tarde se destacó  con el trío acústico Flopa Manza Minimal, compartido con Florencia Lestani y Ariel Minimal. Luego, con cuatro discos y más de 10 años de carrera, fue parte de Valle de Muñecas y logró otra vez un estilo reconocible. Produjo, grabó y mezcló más de 100 discos, incluyendo en su lista a  Pez, Mimi Maura, Siempreterno, Coiffeur y Blues Motel, entre muchos otros. “La verdad que estoy orgulloso de la carrera que hice. En un punto logré lo que todo músico quiere: hacer discos que a uno le gustaría escuchar. Es a lo que uno apunta, es un objetivo cumplido. Yo tengo varios que me han dejado conforme y feliz con el resultado. No tengo uno que me haga seguir renegando”, sostiene.


Mariano Esain siente que la escena está en un buen momento, más allá del contexto. “ Todo el tiempo voy a ver bandas o trabajando con grupos nuevos o no demasiado conocidos y hay mucho material más que interesante. Hay de todo para ir a ver. Hay cosas interesantes dentro del rock, del hip hop o la música experimental. Cada escena tiene algo. Hay mucha oferta, de hecho no sé si hay tanto público para tantas cosas, pero siempre está bueno que haya ciclos, recitales, tanta gente haciendo música.”

“La música siempre tiene que ver con su tiempo -reflexiona-. No es que tiene que hablar explícitamente de lo que pasa en la coyuntura, pero de alguna manera refleja un momento. Lo que pasa en el día a día, en la realidad, está pasado por un filtro, que es del creador. Una canción te puede te puede hacer pensar, puede reforzar el pesimismo o la esperanza, o ayudar a evadirte. Y no solo en la canción. La música en vivo genera algo tribal, una cuestión colectiva que cada vez está más ausente en el resto de los aspectos de la vida. Hay algo que sucede cuando vemos a alguien tocar: es una conexión con lo emotivo, que se potencia cuando le sucede a muchas personas al mismo tiempo y en el mismo lugar.”

El músico reconoce las dificultades, pero cree que la música tiene una energía que excede las dificultades cotidianas. Al menos le gusta imponerse desafíos que lo saquen del hastío y de la indignación que generan las injusticias: “No hay que quedarse quieto. Quería subirme el techo y creo que un camino solista me dio eso. Estoy pensando todo el tiempo nuevas ideas, quiero mostrar estas canciones y que en cada recital que hagamos  sea una versión única, la versión de esa noche”, concluye. «

Mariano Esain – Inventario

  1. «Inventario».
  2. «Grandes éxitos».
  3. «Extranjero».
  4. «Diario de viajes».
  5. «Retrovisor».
  6. «Luces bajas».
  7. «Hoteles en silencio».
  8. «Último aliento».