En medio de un cuadro enrarecido, el gobierno se apresta a pagar deuda este miércoles U$S 4343 millones en concepto de intereses y amortización de los bonos emitidos en el canje de 2020.
De acuerdo al detalle elaborado por la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), los pagos abarcarán U$S 1694 millones por los Bonares (legislación argentina) y U$S 2649 millones por los Globales (legislación de Nueva York), de los cuales una fracción equivalente a U$S 182 millones se deberá abonar en euros.
La obligación se repite cada seis meses, aunque la cifra se irá incrementando en los próximos semestres, porque los intereses son crecientes (step-up) y comenzará la amortización de los bonos más largos.
Los títulos públicos, según la estimación del mismo organismo, representan la obligación en moneda extranjera más elevada de la administración pública. El stock en circulación ronda los U$S 96.239 millones, superando los U$S 54.619 millones adeudados al Fondo Monetario Internacional y los U$S 40.018 millones a otros organismos internacionales (el BID, el Banco Mundial, la CAF, el Club de París y otros más).
A diferencia de otras ocasiones, esta vez el gobierno no tuvo que hacer muchas piruetas para reunir el dinero, ya que en abril el FMI aportó U$S 12.300 millones, cifra reforzada por otros préstamos del BID y del Banco Mundial.
La supuesta tranquilidad que entrega esa foto no se condice con las intrigas que genera el devenir de la película. El fuerte déficit de la cuenta corriente (bienes, servicios y rentas), el crecimiento exponencial de los gastos en dólares por el turismo emisivo y el fin de la cosecha gruesa, que hará mermar la liquidación de exportaciones, siembran dudas sobre la evolución del tipo de cambio en los próximos meses.
La inquietud se potenció a partir de un informe de la banca de inversión JP Morgan que alcanzó una amplia difusión, en el que aconsejó desarmar posiciones en activos argentinos. La entidad se amparó en “el pico de ingresos agrícolas ya atrás, la probabilidad de salidas continuas por turismo, posibles ruidos electorales y cierto bajo rendimiento del peso que motivó intervenciones cambiarias en el dólar futuro” para recomendar a sus clientes tomar las ganancias en los títulos en pesos que desde la flexibilización del cepo, “carry trade” mediante, rindieron un 10% medido en dólares en apenas dos meses.
El JP Morgan es recordado porque lideró la disparada de capitales extranjeros en 2018, en lo que fue el inicio de una serie de devaluaciones que le clausuraron toda chance de reelección al macrismo. Pero pánico al margen, hay razones más de fondo para explicar la subida del dólar, que llegó a $ 1260 el último viernes y ya le está ganando a la inflación en la evolución desde enero.
Una de ellas es la cantidad de reservas disponibles y la capacidad de conjurar una potencial salida de capitales. Un trabajo hecho por Eduardo Levy Yeyati y Eduardo Filippini para el grupo financiero Adcap señala que las reservas del Banco Central están muy por debajo de lo recomendado por el FMI. En 2016, el organismo diseñó una guía sobre el tema para los mercados emergentes para hacer frente a posibles shocks comerciales y flujos de capital negativos. En ella se tienen en cuenta el grado de endeudamiento, la base de dinero ampliada que podría alimentar una corrida y el nivel de exportaciones. Según esos factores, Argentina debería tener reservas netas por al menos U$S 57.800 millones para mantener un esquema de tipo de cambio libre y U$S 78.700 millones si quisiera sostener un tipo de cambio fijo.
Sin embargo, descontado el swap con China, el Banco Central sólo posee U$S 28.200 millones. “Un objetivo razonable de punto medio podría ser U$S 68.000M. Eso implicaría más que duplicar las reservas actuales”, resalta el estudio de Adcap.
También marcó cuestiones de fondo un informe del Banco Provincia. Su Gerencia de Estudios Económicos señaló que “hay dos factores estructurales latentes que le ponen presión al tipo de cambio: el déficit de cuenta corriente y la incertidumbre respecto de cómo hará el Estado Nacional para cancelar sus compromisos de deuda de 2026 y 2027, que superan los U$S 30.000 millones -y que rozan los U$S 40 mil millones si sumamos los pendientes para la segunda mitad de 2025”.
“Entre los U$S 10.000 millones de cuenta corriente y los U$S 15.000 millones de vencimientos de deuda, la economía argentina debería tener ingresos de capitales por U$S 25.000 millones en los próximos dos años (U$S 50 mil millones en el acumulado), extras a los desembolsos del FMI, para mantener el esquema cambiario y honrar los compromisos”, agrega el trabajo. Como se aprecia, las dudas a largo plazo subsisten y son muchas. «