Hace casi dos meses asistimos a la victoria de unas propuestas políticas que desde hace bastante más tiempo vienen tomando cuerpo en distintos escenarios. Mientras las principales figuras del gobierno vienen demostrando una falta notable de capacidades para el desarrollo de sus funciones, los representantes de los sectores más concentrados de la economía saben que serán beneficiados con sus políticas. El modo brutal con que se mueve el oficialismo genera dudas respecto de si solo cabe calificarlo de amateur, de falta de experiencia o si se trata de un modo de despliegue inicial, que luego cambiará en función de cómo seguir sosteniendo sus proyecciones políticas (o las de los Caputo, los Macri, etcétera).
Sea como sea que caractericemos lo que sucede, quienes enseñamos en las aulas de cualquier nivel educativo bajo el enfoque de los derechos humanos, tenemos un desafío enorme por delante.
Hasta ahora hemos enseñado sobre el Estado de derecho, desde enfoques más administrativistas, institucionalistas o críticos. Hemos enseñado la Constitución Nacional, haciendo énfasis en los derechos y deberes que allí se establecen, celebrando que tengamos una norma rectora que reconoce con jerarquía constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos. También hemos enseñado que no puede incorporarse a la carrera docente quien haya sido condenado/a por delito de lesa humanidad. Enseñamos que la democracia no puede ser sólo ir a votar cada 2 o 4 años, sino que una democracia mejor es aquella en la que las personas participan de su ejercicio, esto es, porque hay canales institucionales para que las organizaciones sindicales, sociales y políticas pueden expresarse, porque no hay represión a la protesta social, porque existen mecanismos para la exigibilidad de los derechos. También enseñamos que los derechos conquistados son, en definitiva, resultado de la lucha por la distribución de la riqueza y de los bienes simbólicos, asumiendo que, historia mediante, democracia y capitalismo son compatibles. Y finalmente también enseñamos que la vida en comunidad no es resultado de procesos naturales ni del azar ni de la astrología, sino que es producto de la lucha social. Por lo tanto, ampliar los límites de la democracia liberal para poder hacer la vida más digna es materia enseñable si de verdad creemos que los pibes y pibas que recibimos todos los días esperan un mundo que los incluya, en el que puedan imaginar futuros mucho más solidarios que los pueden soñar bajo las falacias del emprendedurismo, la ineficiencia del mundo privado y la crueldad del mercado.
Desde que vemos a quienes representan al gobierno decir “bala o muerte”, “el que las hace las paga”, “viva la libertad carajo” y “Voy a atender una por una a la gente que tiene hambre, no a los referentes”, nos preguntamos: ¿cómo vamos a seguir enseñando que la democracia es disputa política, que la pobreza de natural no tiene nada, que la desigualdad existe porque los mismos de siempre se quedan con el producto del trabajo también de los mismos de siempre, que no nacimos para ser madres y que la patria no puede ser la sumatoria de hectáreas explotables a costa de un millar de ciudadanos sin techo?, ¿cómo vamos a seguir promoviendo sujetos con capacidad crítica y con responsabilidad por quienes los y las rodean, si las autoridades les dicen que lo mejor que tiene Argentina es Ezeiza?. Habremos de resolver pedagógicamente los mejores modos de seguir enseñando lo que es nuestra responsabilidad. Pero haga lo que haga la dirigencia política, propia o ajena, nuestra tarea es la de formar en aquello que sabemos, también historia mediante, que es la posibilidad de una vida con infinitas más chances de ser mejor vivida. Esto incluye enseñar que no todo es así y para siempre y que muchos y muchas antes pudieron organizarse y hacerle “ole”, por un rato o por décadas, a los deseos del capital, en búsqueda de cumplir sus convicciones de liberación colectiva.
* Vicepresidenta del Partido Solidario de CABA y referente del Frente Educativo.
Carolina Ragazzon
9 February 2024 - 13:44
se ve que lo que enseñaron no se aprendió. Así votaron.