La vida por Perón. Pero también por Evita, por el gremio, por los compañeros y compañeras del frigorífico, por sus hijos, por los de abajo. María Bernaviti de Roldán dedicó sus días y noches a pelear por la dignidad de los nadies. Fue la primera mujer delegada sindical del gremio de la carne allá por los explotadores años cuarenta en sus pagos de Berisso, puso el cuerpo y su lengua combativa en las movilizaciones del 17 de octubre de 1945, fue cráneo candente del Partido Laborista y de míticas huelgas, pilar de la resistencia y símbolo olvidado del peronismo.
Su vida y obra es narrada en primera persona en Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política, del historiador y sociólogo británico Daniel James. El libro es un clásico de clásicos de la Historia oral, y en el presente es rescatado, a 20 años de su publicación original, por la luminosa casa editora Omnívora. Oportuna reedición, que permite acercarnos una vez más a las experiencias y el sentir de las mayorías populares en la historia argentina. Lectura obligatoria para el peronismo en estos años de crueldad “libertaria”.

María hace memoria sobre el 17 de octubre frente al grabador de James allá a finales de los años ochenta, poco antes de morir en 1989, entre el crac hiperinflacionario y la génesis del PJ neoliberal entreguista: “Fue la toma de la Bastilla argentina, yo no la vi la Revolución Francesa, pero para mí fue la toma de la Bastilla argentina. La gente sentía alegría, la gente no se golpeaba, nos e insultaba: ‘La vamos a ganar, va a venir Peroncito’”.
Dueña de una oratoria ejemplar, también maternal, les habló a los descamisados en La Plata y en Plaza de Mayo. Doña María, que antes de ser mujer tuvo que ir a trabajar en los mataderos de Berisso, donde la carne y la sangre eran propiedad del patrón.
Menos de una semana antes de hablar frente a la Casa Rosada, María sabía que algo se estaba gestando. Eran jornadas tórridas. Cipriano Reyes, fundador del Sindicato Autónomo de la Industria de la Carne y del Partido Laborista en 1943, un hombre muy cercano al entonces secretario de Previsión Social, había desaparecido de la ciudad. “Está en La Rioja”, decían algunos. “Está en Tucumán”, murmuraban otros. En realidad, el dirigente sindical estaba recorriendo la patria para organizar, aún sin saberlo, lo que sería un suceso histórico y trascendental, no sólo para la conformación del peronismo, sino para el devenir de la historia de estas pampas y más allá.
El 17, María recibió el llamado de Reyes: Perón estaba detenido en la Isla Martín García y era la hora de las masas. Era hora de luchar. Junto a sus compañeros pararon los frigoríficos y caminaron 15 kilómetros hasta La Plata para pedir por la libertad de Perón. Después se subió a un camión y llegó a la Plaza de Mayo. En las escalinatas de la Casa de Gobierno se improvisó un escenario y la delegada Swift dio un discurso para arengar a las masas: “Si Perón no aparece en la Plaza de Mayo vivo y sano antes de las 12 de la noche, los obreros seguiremos sin trabajar, paralizando al pueblo argentino pase lo que pase. ¡La vida por Perón!”.

En el libro de James, recuerda María la llegada de Perón a la plaza: “El discurso de esa noche del coronel, que venía todo agitado, todo cansado, todo mal dormido fue para nosotros, los que sabíamos que nuestra patria estaba mal, que la gente trabajadora estaba derrotada completamente, humillada si se quiere, por las patronales, no sólo en los frigoríficos, las palabras que dijo esa noche me han quedado grabadas hasta el día que Dios me llamo”. La más maravillosa música para el pueblo argentino.
Libro de Historia, fresco de época, crónica combativa, manual de supervivencia. El trabajo de James sobre Doña María también reflexiona sobre el potencial de la Historia oral para repensar los procesos políticos, el rol de las mujeres, la cultura popular de la Argentina en el corto y agitado siglo XX. La historia de una vida, de la eterna María Roldán, que hecha luz sobre las batallas cotidianas de miles de laburantes y su luminoso día de justicia.

Recuerdos de la plaza
“Y después la gente volvió al trabajo, a su lugar, sin dormir, medios desnudos, sin zapato alguno, pero volvieron. Llegamos a Berisso a las siete de la mañana.
Yo pienso que Perón sin el apoyo del pueblo no habría sido Perón. Empecemos por el 17 de Octubre: si el 17 de Octubre no estábamos en Plaza de Mayo y todo el pueblo en la calle, Perón se tenía que volver a la cañonera, y no sé si lo mataban o no, porque la vida de Perón estaba en un hilo, porque ya las tres Fuerzas Armadas se dieron cuenta de que el pueblo argentino estaba con Perón, que había una mayoría. No era un regalito. No nadie regaló nada acá. Todo lo hace el pueblo”.