El pasado 8 de marzo vivimos probablemente la movilización más grande de la historia en esta fecha. El gran poder de convocatoria deja en evidencia varias cuestiones.

En primer lugar, no es casual que el 8M más masivo se dé en el marco de un gobierno que retrocede en derechos todos los días. El salto de los feminismos en los últimos años es también un desafío pendiente, el de ampliar la agenda y hablarle a toda la población.

Pero últimamente y luego de los últimos avances, hemos logrado poner en agenda otras preocupaciones: desde el impacto del endeudamiento con el FMI en la vida cotidiana, hasta los malestares en torno al funcionamiento del sistema judicial, la situación social en los comedores y los barrios populares, el aumento de la pobreza, y la necesidad de reformas en muchos sentidos en nuestro país. No es casual que el gobierno de Milei haya elegido a los feminismos casi como principales contrincantes.

Estamos en las antípodas de su proyecto político. En cada ciclo neoliberal, mujeres y diversidades hemos demostrado la construcción de redes solidarias y hemos fortalecido nuestra organización en cada rincón del país.

En segundo lugar y muy importante: los feminismos y su agenda representan e interpelan a una parte de la sociedad. Este no es un dato menor. Ser el movimiento social con mayor capacidad movilizadora nos da pistas sobre por dónde debe recomponerse la representación política, por dónde deben construirse los nuevos proyectos y sobre qué base se debe erigir una nueva etapa política de un sector que busque la igualdad, la justicia social, la erradicación del hambre y la pobreza, es decir, del campo popular. La convocatoria amplia y masiva en diversos sentidos deja en evidencia que la caracterización de los feminismos como culpables de las derrotas electorales es por lo menos falsa, fuertemente ideológica.

Ahora bien. Los feminismos han construido redes, organizaciones, sindicatos, se han nucleado en asambleas, se han organizado federalmente, incluso internacionalmente. ¿Cuáles son los desafíos y el rol en esta etapa? Quizá debamos fortalecer una estructura propia, quizá debamos pasar al campo de lo institucional, con herramientas que nos permitan traducir todo lo logrado en plataformas más concretas. Nos queda un aporte a la construcción de un proyecto político que represente nuestros valores, nuestra idea de país y de organización, hacia eso vamos.