Durante la madrugada del 27 de junio de 2016 una explosión despertó a todos en el barrio La Tablada, ese corazón desangrado de la zona sur de Rosario por tantos años de balacera narco. Luego se supo por el informe de los bomberos que la caldera del laboratorio Apolo, dedicado principalmente a la fabricación de sueros, había salido despedida por la presión del vapor, causando al menos cinco heridos –uno con más de la mitad del cuerpo quemado– y derrumbes en los edificios vecinos. Los dueños Ariel Furfaro y Jorge Salinas fueron acusados benévolamente por la Justicia de no realizar inspecciones periódicas ni de cumplir con la contratación de personal calificado, entre otras responsabilidades administrativas, por lo que decidieron mudar el laboratorio a Ramallo, en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la pésima reputación ganada en Rosario ya no los abandonaría: la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT) los clausuró luego de detectar la producción y distribución de un lote de fentanilo contaminado que provocó un brote de neumonía en pacientes internados en terapia intensiva. Según el Ministerio de Salud de Nación, hay 30 muestras de pacientes afectados que están siendo analizadas; 18 son del Hospital Italiano de La Plata, donde ya murieron nueve y también está el fallecimiento de una persona en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA) de Rosario.
“El 2 de marzo de 2022 ingresamos un pedido de informes bajo el número del expediente 46708 que solicitaba información sobre la venta de fentanilo en la ciudad de Santa Fe, luego de difundida una investigación periodística. El proyecto figura como caducado en el sistema de expedientes de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe. Ahora, tres años después, el fentanilo aparece detrás de la muerte de un paciente internado en el HECA en Rosario y la provincia asegura que reforzará la vigilancia del producto”, destaca el periodista y diputado provincial del Frente Social y Popular de Santa Fe, Carlos del Frade.
“Hace 15 años que el fentanilo –continúa– es la droga de mayor circulación en la población más consumidora del mundo que es el pueblo de Estados Unidos. No es casual que, en esta colonia estadounidense, entonces, aparezca uno de los negocios más redituables del país del norte. Tampoco es casual que no se haya profundizado en aquel pedido de informe que alertaba sobre la presencia del fentanilo en nuestra provincia”.
El “Leo Mattioli rubio”
El jueves 15 de mayo, por orden del juez federal de La Plata Ernesto Kreplak, se allanaron y clausuraron simultáneamente el laboratorio HLB Pharma Group S.A, ubicado en San isidro; su planta asociada de Ramallo y la droguería rosarina Nueva Era, que abastece a una amplia red de organismos públicos de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Formosa, Santa Fe, Neuquén y San Luis. La denuncia había sido presentada por la ANMAT luego de detectar que el lote N° 31202 fabricado el 12 de diciembre de 2024 y con vencimiento el 29 septiembre de 2026 de fentanilo inyectable de uso medicinal estaba contaminado con las bacterias Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii.
La clausura de los laboratorios HLB Pharma y su planta en Ramallo volvió a poner en el ojo de la tormenta a la dupla Furfaro-Salinas. Según trascendió, el laboratorio ya había sido acusado de vender propofol y dopamina sin autorización ni trazabilidad, producir lotes de soluciones parenterales con envases no aprobados e incurrir en «desvíos críticos de calidad» reiterados, entre otras irregularidades. Finalmente, el 8 de mayo se prohibió la distribución del fentanilo responsable de lo que ya se considera el peor brote de infección asociada a medicamentos en la historia reciente de Argentina.
También se sabe que García Furfaro tiene una denuncia penal por estafa que espera pronunciamiento de la Cámara de Casación y que, en la época de Apolo (entre 2005 y 2012), Salinas “repartía su tiempo entre Rosario y Buenos Aires. Cada semana venía con un auto distinto. Chatas Porsche, Audi A2, A5 y A6; hasta un día llegó en un Hummer que estacionó en la puerta del laboratorio», según lo describe una nota del diario La Capital. Los memoriosos también recuerdan que solía hacer viajes en jets privados y que había logrado montar un laboratorio en Paraguay que, casualmente, también terminó clausurado.
Su gusto por los anillos y las pulseras de oro sumaban a su perfil excéntrico por lo que sus empleados lo apodaron «el Leo Mattioli rubio». «
ANMAT y la falla del control
El brote por ampollas contaminadas de fentanilo para uso medicinal que provocó hasta el momento la muerte de nueve personas en La Plata y otra en Rosario expuso fallas en los controles. Lo primero que destaca es la ausencia de esterilización adecuada en, por ejemplo, tanques, filtros y líneas de
llenado.
También se pueden cuestionar las compras hospitalarias en el sentido que varios centros de salud no verificaron las alertas sanitarias al reponer anestésicos. Tanto o más grave fue la supervisión intermitente de la ANMAT: ya había documentado irregularidades en el desempeño de los laboratorios, pero la clausura recién llegó con la tragedia consumada.
En ese sentido, por Disposición N° 3158/25 publicada el 13 de mayo en el Boletín Oficial, la Agencia prohibió la “distribución, comercialización y uso de todos los productos registrados a nombre de la firma HLB PHARMA GROUP S.A., que pudieren encontrarse en circulación en todo el territorio de la República Argentina, por graves irregularidades en los procesos de producción”.
Sergio
30 May 2025 - 19:43
Siempre hay una manito política detrás de cada caso de este tipo