Guillermo Francos renovó su centralidad en el gabinete. Después de sortear habilidoso los rumores de una prematura salida por aparentes cortocircuitos con el presidente y su círculo de colaboradores, el ministro del Interior desempolvó su voluntad dialoguista y se mueve con audacia a plena luz del día por todo el arco político para multiplicar las alianzas de un gobierno escaso de apoyo institucional para avanzar en las reformas que entiende impostergables.

El exrepresentante argentino ante el Banco Interamericano de Desarrollo se reúne semanalmente con gobernadores, legisladores y empresarios que llegan a su despacho en Casa Rosada con pedidos variopintos. Así lo hizo en los últimos días con el cordobés Rodrigo de Loredo, el macrista Hernán Lombardi y el referente de Patria Grande, Itaí Hagman. Algunas versiones hablan de una cena con intendentes del conurbano bonaerense presuntamente realizada el jueves, aunque cerca del funcionario aseguran desconocer ese encuentro en el que habría recibido reclamos de ayuda a los sectores mas afectados por las medidas económicas.

Como tutor de la lapicera del libro de quejas, Francos se muestra predispuesto a encontrar soluciones a cada uno de los reclamos que le llegan. A cambio pide sólo una cosa: colaboración.

El principal objetivo del oficialismo es que el texto de la ley ómnibus sea tratado en el recinto sin modificaciones. Aunque la insistencia del Ejecutivo de ir ‘a todo o nada’ no cesa, el titular de la cartera de Interior sabe que sin negociaciones el gobierno no logrará más que multiplicar enemigos en un Congreso adverso. Con estas fichas, el exfuncionario sciolista reconoce en la intimidad que están dispuestos a ceder parte de las exigencias y que el texto pase con el 70% de los artículos pretendidos. El otro 30%, que tiene “cosas algo polémicas”, admiten desde su círculo, afuera. Al menos, hasta el inicio de las sesiones ordinarias.

La reforma electoral está dentro de ese porcentaje negociable, como el propio Francos reconoció entre risas ante el plenario de comisiones de Legislación General, Asuntos Constitucionales y Presupuesto este miércoles. «Si no están los votos para la reforma electoral, eso no va a trabar el tratamiento de la ley”, confirmó en la sesión.

Puertas adentro del Ministerio admiten que desde el principio tenían en claro que este capítulo contaba con una dificultad extra para aprobarse, pero la decisión de no presentarlo hubiese significado un retroceso rimbombante para un gobierno tan reciente. “Teníamos que ir por todo, si el peronismo nos veía débiles, nos comía” se sinceró ante este medio un experimentado armador que perteneció a las filas del justicialismo.

A pesar de la demostración de fuerza que quiso dar el oficialismo, esta semana tuvo jornadas convulsionadas dentro del Congreso. El tratamiento del proyecto de ley estuvo cargado de discusiones en las maratónicas sesiones en comisiones, donde los acuerdos de mayorías parecen estar cada vez más lejos. Como contó Tiempo esta semana, la posibilidad de que se expida un único dictamen es casi nula.

Legisladores con el olfato entrenado dentro del recinto adelantaron que podrían haber al menos tres, uno por el peronismo, uno por La Libertad Avanza y el PRO y un tercero que combinaría la voluntad de acompañamiento con restricciones de la Unión Cívica Radical y Hacemos Coalición Federal de Miguel Ángel Pichetto.

Con un margen de representatividad insuficiente para poder gestionar cualquier modificación en soledad, el acompañamiento de los aliados parlamentarios es fundamental para que el proyecto avance como pretenden. A sus 38 bancas, LLA suma 37 voluntades del PRO y otro puñado de sillas huérfanas, como el monobloque que comanda José Luis Espert, que le entrega una base aproximada de 80 diputados, número lejano a los 129 presentes necesarios para dar quórum.

A pesar de este escenario, en el Ministerio del Interior se muestran confiados. Con calculadora en mano, desde Balcarce 50 están convencidos de que el pichettismo dialoguista y el bloque radical harán gala de su republicanismo y colaborarán con la declaración de la emergencia y las reformas más urgentes. De concretarse, las 23 y 34 bancas que poseen dichos espacios sumarían un total de 132 voluntades que garantizarían, al menos, el tratamiento del proyecto en el recinto.

Además de aferrarse a los sectores de centro, Francos apuesta por los representantes de los gobernadores dentro del Palacio Legislativo. Después de la reunión que el ministro mantuvo con el catamarqueño Raúl Jalil y el tucumano Osvaldo Jaldo, sus colaboradores repiten que ambos mandatarios quedaron “encantados” con las reformas que plantea esta ley ómnibus, por lo que su acompañamiento podría concretarse. En tanto, sin negar ni desmentir estas versiones, las vocerías de ambos jefes provinciales se limitan a decir que las reuniones fueron fructíferas en materia institucional.

Aunque tienen en claro que no deben caer en la trampa de subestimar al justicialismo, el círculo del titular de la cartera de Interior cree que el bloque de Unión por la Patria podría romperse en algunos meses, dadas las diferencias y negociaciones individuales que cada uno de los espacios que lo integran están llevando adelante. De suceder, insisten en que muchas de esas bancas podrían migrar hacia la heterogénea masa de apoyo oficialista, un hecho más que beneficioso para las mega reformas que busca implementar el gobierno.

Guillermo Francos se mantendrá como la única línea dialoguista del gabinete y esta semana continuará con su cargada agenda de reuniones en su despacho en Casa Rosada. Tal como prometió, el ministro hará lo posible para garantizar que Javier Milei tenga la ley aprobada antes del paro general de la CGT el próximo 24 de enero. De sus aliados dependerá si podrá anotarse o no un nuevo poroto. «