Hugo Antonio Moyano se llama igual que su padre, el secretario general de Camioneros. Coinciden en los dos nombres y también en el apellido, marca registrada del sindicalismo argentino. De 42 años, el abogado Moyano se graduó en la Universidad de Mar del Plata: en la UBA da clases de Elementos del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social. En octubre fue electo diputado; hace diez días comenzó su mandato. En el debut le tocó el debate del Presupuesto 2026. Una jornada tensa en la que el mileísmo obtuvo la media sanción pero fracasó en el intento de atar al mismo proyecto la derogación de dos leyes sensibles: el financiamiento universitario y la emergencia en discapacidad, vetadas por Javier Milei pero ratificadas con mayorías especiales por ambas Cámaras.

Para analizar el impacto de lo que ocurrió en el Congreso, Moyano recuerda una cita del escritor mexicano Octavio Paz, fallecido en 1998: “Toda victoria es relativa y todas las derrotas, transitorias”. Desliza la frase en la primera respuesta de la entrevista. Hincha de River, nacido y criado en «La Feliz», no tiene complejos ni problemas en que lo llamen “Huguito”. Así lo nombran conocidos de la política y del movimiento obrero. También lo hacen periodistas -necesidad de diferenciarlo del padre- y ahora algunos de sus pares del bloque. Sobre la fugacidad y provisoriedad de los triunfos políticos (sean electorales o legislativos), dice que la democracia siempre “es dinámica”. Acaso imprevisible, producto de la volatilidad de los humores sociales.

“Huguito” es apoderado legal de varios gremios y además preside el partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET), estructura que cuenta con personería jurídica a nivel nacional. Por esas curiosidades o circularidades de la historia y de la vida, el flamante diputado apela a la misma frase de Octavio Paz que su padre supo pronunciar siete años atrás, durante un acto multitudinario sobre la avenida 9 de julio. Aquella concentración ocurrió en febrero de 2018. Eran tiempos de declinación del gobierno de Mauricio Macri.

La repetición del aforismo del Premio Nobel mexicano viene a cuento de lo que algunos analistas empiezan a observar en el horizonte político: lo que algunos llaman “el síndrome del tercer año” (consiste en el declive de los gobiernos tras un resultado favorable en las elecciones de medio término). Con del triunfo electoral de octubre, Milei -se sabe- optó por lanzarse con dureza e intransigencia en pos de dos grandes objetivos parlamentarios en el marco de sus “reformas estructurales”. En primer lugar, el presupuesto que en el capítulo XI incluía la derogación de leyes con afectación fiscal como el financiamiento universitario, discapacidad, zonas frías y actualización automática de asignaciones. También va por una Reforma Laboral que es considerada inaceptable y hasta un riesgo existencial para la CGT. El debate por la “modernización laboral”, de todos modos, se postergó hasta febrero.

“Por ir por todo se quedaron sin nada”, ironiza Moyano cuando repasa los movimientos llevados a cabo en la última semana por el presidente de la Cámara baja, Martín Menem; por el titular de la comisión de Presupuesto, Alberto “Bertie” Benegas Lynch; y hasta por el propio ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, a quien muchos consideran el ideólogo de la híperconfrontación elegida para el tratamiento del presupuesto. “Creen que pueden ir por todo. Piensan que por el supuesto equilibrio fiscal se pueden llevar puesta cualquier situación económica y política. Pero, ojo, el clima previo que se vivía el otro día en el Congreso, de euforia y de que les salía todo, ya no existe. Y con la reforma laboral les está quedando claro a los que pensaban que (aprobarla) era tan fácil que no será así”, advierte el legislador y gremialista.

Hugo Antonio Moyano (hijo): "En el aspecto normativo la Reforma Laboral de Milei es peor que la dictadura"

–Tras el 26 de octubre parecía que el gobierno lograría aprobar el Presupuesto y la Reforma Laboral sin mayores estridencias. Lo del capítulo XI cambió todo. ¿Está surgiendo un escenario parecido al que vivió Macri a fines de 2017, en el inicio de su tercer año de gobierno?

-La política en general y la democracia también es dinámica. Creo que la soberbia con la que actúa el gobierno le impide ver eso, e incluso cumplir con algunos consejos que le da el Fondo Monetario Internacional. Porque (el organismo) le dice que busquen consensos. La cuestión no es solamente llegar a los objetivos de un ficticio equilibrio fiscal, o lograr las metas macroeconómicas que se proponen. Hay que tener en cuenta que están gobernando y que las decisiones tienen consecuencias sociales y sobre la población. La insistencia en derogar las leyes de Emergencia y de Financiamiento Universitario, por otro lado, era «ir por todo». Porque son dos leyes que claramente tenían apoyo social antes de que Milei ganara las elecciones. Además, tras el veto se había insistido con los dos tercios. Los mismos diputados que habían votado para ratificar esas leyes ahora no querían quedar expuestos (votando el capítulo XI del presupuesto, NdR). Era demasiado.

–¿Cuál será el efecto político de lo que sucedió el otro día en Diputados con el resentimiento que produjo en el PRO el acuerdo del gobierno con el PJ oficial más los gobernadores del Norte por la Auditoría General de la Nación?

-Lo que hacen en el Congreso es lo mismo que han llevado en la práctica política electoral. Le han armado “construcciones políticas alternativas” a los gobernadores del PRO, los han dejado afuera de todo. A los radicales los tratan prácticamente como si no existieran. Hacen una atrás de la otra y no les importan las opiniones de los que, supuestamente, son aliados. Ellos tienen la política de seguir para adelante y cumplir con las metas que se trazan, pero eso los está resintiendo. Y de cara a la reforma laboral, también, de alguna manera, se abrió para nosotros una expectativa positiva. Porque tuvieron que postergar el debate. Hubo varios motivos para eso. No sólo una marcha importante en la Plaza (de Mayo). Lo que pensaban que era tan fácil se está demostrando que no lo es.

–Esta es su primera experiencia como diputado, ¿qué particularidad ve en la composición del Congreso y qué se propone para su mandato?

–Sí, es mi primera experiencia aunque ya había sido asesor en el Congreso en un corto período de Julio (por Piumato) y, después, con Facundo (Moyano, su hermano), unos cuantos años más. Por lo que he visto de afuera y por lo que me comentan muchos el Congreso actual tiene algunas cuestiones negativas: la discusión política se ha reducido a intentar protagonismos personales que en muchos casos degradan y denigran a la propia política. En cuanto a lo personal, yo accedo al lugar de la lista por un consenso de la CGT y, lógicamente, con el respaldo de Camioneros. Pero hubo un consenso de la CGT a partir de un espacio que abrió el gobernador de la provincia, Axel Kicillof: en ese punto es importante resaltar el valor que tiene que lo haya hecho de forma institucional y no personal. Lo mismo pasó con la CTA. A mí me tocó asumir esta responsabilidad, y en el caso de la CTA a Hugo Yasky. Creo que esto es un valor para destacar.

Hugo Antonio Moyano (hijo): "En el aspecto normativo la Reforma Laboral de Milei es peor que la dictadura"

–¿Qué opina del proyecto de Reforma Laboral del gobierno y qué balance hizo de la marcha de la CGT?

-Es una de las Reformas Laborales más regresivas, quizá la más regresivas, de toda la historia de nuestro país. Y la marcha fue muy importante y en un momento oportuno. La Reforma Laboral todavía no ha sido tratada en el recinto de la Cámara de origen, que es el Senado. La marcha del jueves de la CGT fue el punto de inicio de un plan de acción. Si el gobierno no atiende las demandas y los reclamos, si mantiene este avance contra todos los derechos laborales y la modificación de las estructuras de relaciones de trabajo, se van a ir endureciendo las medidas que se puedan tomar.

–¿Qué es lo más grave del proyecto de Reforma Laboral?

–En el aspecto normativo es más grave que las reformas de la dictadura militar. Inclusive cuando la dictadura militar reforma la ley de Contrato de Trabajo y otras instituciones no fue tan regresiva en algunos puntos del proyecto actual. Y después toma cosas de los intentos de reforma de la ley Mucci (del alfonsinismo), atacando el modelo sindical. También de las reformas flexibilizadoras de Menem. Pero esto de “modernización” no resiste el menor análisis. También tiene claves de la ley Banelco, como que en la negociación colectiva los convenios por empresa prevalezcan por sobre los de actividad. También retoma reformas de Macri: por ejemplo, lo del fondo de cese laboral. Tratar de disminuir a la mínima expresión la responsabilidad solidaria de las grandes empresas. Además, deroga a la justicia social como un criterio de interpretación de las normas.

–¿Cuál es su análisis del tan discutido Fondo de Asistencia Laboral, el tan nombrado FAL, que está incluido en el proyecto de “modernización laboral” impulsado por Sturzenegger?

-Es un fondo de asistencia laboral, o sea para asistir a la indemnización. Y lo novedoso y perverso es quién lo financia: lo financia la Seguridad Social. Lo dice el proyecto, específicamente. En este punto hay una contradicción palmaria en el discurso fiscalista que establece que siempre debe establecerse la fuente de financiamiento. En la Reforma Laboral de Milei no hay ningún estudio de impacto de cómo se va a compensar ese esa baja en el financiamiento de la Seguridad Social. Dicho de otro modo, si le sacás el 3% a los jubilados para asistir financieramente a los empleadores que quieran despedir… estás vaciando o desfinanciando la Seguridad Social. Por otro lado, ese fondo se sigue engrosando y lo van a administrar las entidades habilitadas por la Comisión de Valores para que hagan un negocio financiero. O sea, la plata de los jubilados se utiliza para despedir trabajadores y para que hagan negocio los amigos del sector financiero. Este gobierno es perverso por donde se lo mire. Y esta medida, además, es contradictoria con el fundamento fiscalista y de equilibrio fiscal que tiene el gobierno.

-En las últimas semanas se sucedieron noticias sobre el hotel 15 de diciembre de Mar del Plata, o el anuncio del cierre de la Clínica Antártida. Incluso a ustedes, como familia, se los relaciona con el titular de la AFA, “Chiqui” Tapia. Algunas personas del gobierno parecieran estar obsesionadas con los Moyano. Patricia Bullrich es un ejemplo. ¿Cómo lo vive usted?

–Yo pienso que Milei es igual o más gorila que Macri. No veo diferencias. Pueden haber diferencias de la construcción cultural pero se repiten los personajes. La historia continúa. Y sobre lo que ha representado Moyano frente a las reformas laborales, no se olvide que Hugo fue el que denunció la ley Banelco de un gobierno en el que, posteriormente, Patricia Bullrich fue ministra de Trabajo. Ahora, por esta vuelta a la historia, Bullrich está como presidiendo la Comisión de Trabajo en el Senado. No hay ninguna sorpresa con todo esto. Con Macri pasó lo mismo. Capaz la metodología de Macri era utilizar los servicios de inteligencia para presionar a los jueces y mandar allanamientos. Es lo que pasó en el 2017 y 2018. Pero nuestra reacción va a seguir siendo la misma: estar parados en el lugar que hay que estar, y como ocurrió a lo largo de la historia.

-¿Y le preocupa esa escalada contra la familia?

-No, no. Ya ha ocurrido en otros momentos. No sé si se acuerda del 21F, cuando el gobierno de Macri mandó más de cuarenta allanamientos a Camioneros y a otras organizaciones también les hizo lo mismo. La reacción siempre fue la misma. En aquel momento, por ejemplo, fueron a presionar al juez (Luis) Carzoglio dos personajes de la AFI, ahora SIDE. Concretamente le dijeron que lo tenían que meter preso (a Pablo Moyano). Eso era como consecuencia de la reforma laboral. Pablo, en ese momento, había dicho: “Espero que no se produzca otra Banelco”. Bueno, ahora estamos por el capítulo tres de la misma situación. Pasó con De la Rúa, con Macri y ahora esperemos que no se produzca otra Banelco.