La imagen circuló primero en redes sociales y pronto ocupó los portales de noticias: Carlos “El Indio” Solari, figura central del rock argentino, visitó a Cristina Fernández de Kirchner. El registro fue compartido por su hijo, el diputado Máximo Kirchner, que acompañó la foto con un mensaje alusivo a los tres años del intento de magnicidio contra su madre: “Me voy a comer tu dolor… Les comparto un momento de un buen encuentro”.

La foto muestra a la expresidenta, al Indio y a su esposa, Virginia Mones Ruiz, en un ambiente distendido. El gesto tiene una carga política inevitable, pero también cultural: dos figuras que exceden sus espacios específicos y que condensan en sus trayectorias parte de la historia reciente de la Argentina.

El Indio Solari, líder de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, es un un artista hermético en sus apariciones públicas y mucho más desde que la enfermedad lo obligó a alejarse de los escenarios. Cada una de sus declaraciones o intervenciones adquiere, por eso, un valor simbólico fuerte. Su visita a Cristina Fernández de Kirchner no se leyó únicamente como un acto de apoyo personal, sino también como una señal hacia un sector amplio de la sociedad que lo sigue considerando una voz de resistencia y crítica al poder.

En paralelo, la propia figura de Cristina conserva un peso cultural que desborda la política. El atentado que sufrió en septiembre de 2022 marcó un quiebre en la percepción de la violencia política contemporánea y sigue siendo un punto de referencia para pensar la fragilidad de la democracia. La elección de recordar esa fecha con la compañía del Indio refuerza el vínculo entre arte, militancia y memoria colectiva.

El encuentro terminó convertido en noticia nacional y en objeto de análisis tanto en medios tradicionales como en redes sociales. El Indio y Cristina, cada uno desde su ámbito, encarnan pasiones y lealtades intensas. Que esas dos figuras se muestren juntas en una fecha cargada de memoria reciente refuerza la idea de que la cultura y la política, lejos de transitar caminos separados, se entrelazan de manera necesaria.