El director artístico del 2° Festival Internacional de Cine Infinito Super 8, Paulo Pécora, y su pareja, Mónica Lairana, idearon este encuentro por amor al cine y a un formato que, desde que nació en 1965, creó adeptos por su facilidad de uso. Querían difundir y darle visibilidad a todo ese universo de artistas que utilizan la herramienta del super 8 como lenguaje. Se verán más de 150 películas filmadas por distintos realizadores y realizadoras, buscando poner en valor un formato que democratizó sin duda alguna la realización cinematográfica.
Se desarrollará hasta el 30 de noviembre en diversas sedes: se inauguró este martes en el microcine de la Universidad del Cine (UDC), en San Telmo. Las funciones continuarán allí a lo largo de la semana, así como en la Casa Nacional del Bicentenario, el Museo del Cine, en La Boca, y la Casa Cultural La Tomada, en Chacarita.
“Este año crecimos un poquito y tenemos muchas más películas, más secciones, más sedes y más días. Estamos muy entusiasmados porque, la verdad, hay mucha producción para mostrar. Largos, cortos… de alguna manera, lo que quiere hacer el festival es ser una vidriera, un lugar de encuentro, de difusión y de intercambio para las y los realizadores que se mueven en el mundo del super 8 y para aquellas y aquellos que también quieran explorarlo. Directores clásicos y nuevos que aman este formato que tiene 60 años”, comenta Pécora, contento pero atareado.
Es el único encuentro cinematográfico de su tipo en el país y reunirá algunas de las mejores obras de Argentina, España, Japón, Bolivia, Estados Unidos, Chile, India, Paraguay, Suiza, Brasil, México, País Vasco, Kurdistán, Armenia, Irak y otros países como Indonesia, Colombia, Canadá, Australia, Italia, Nueva Zelanda, Egipto, Grecia y Perú.
El festival contará con competencias, muestras paralelas y focos especiales, incluyendo un homenaje al pionero Mario Piazza; el segundo largometraje de la artista Melissa Aller, que lo proyectará con dos proyectores y música en vivo; también un homenaje a otros pioneros argentinos del cine experimental, como Claudio Caldini; y la nueva versión de Samoa, largometraje experimental de Ernesto Baca, veinte años después de su estreno en BAFICI.
El festival exhibirá, a su vez, Pradera, la última película inédita de Narcisa Hirsch, cineasta argentina de origen alemán, pionera del cine experimental nacional, fallecida el año pasado en San Carlos de Bariloche a los 96 años, considerada una de las más importantes a nivel mundial.
“Trabajamos para que se puedan apreciar los trabajos de referentes como de nuevos creadores, y que se note la versatilidad de esta forma de filmar. Está claro -como decimos con Mónica cada vez que nos preguntan por qué lo hacemos- que en un contexto de mucha incertidumbre para el sector audiovisual sentimos que este era el momento para hacerlo. Nos pusimos a trabajar con ahínco, con muchas ganas de hacer algo que valga la pena, que es la única manera de sobrellevar un contexto hostil como el que nos toca”, asegura Pécora, quien, junto a su equipo, ya está trabajando y acopiando ideas para el próximo, el tercer encuentro.
En la sección de muestras invitadas, el festival contará con Cine al Margen, un programa curado por el realizador y archivista Ignacio Tamarit, que incluye films originales de los años 70 y 80 realizados por autores como Horacio Vallereggio, Luz Álvarez, Susana Tozzi y Roberto Cenderelli. Como complemento especial del programa será exhibido el mediometraje Margotita (1984), protagonizado por la singular Margot Moreyra y dirigido por el recordado cineasta y guionista Jorge Polaco. La proyección contará con la presencia del cineasta Pablo César, quien se ocupó de la cámara en el rodaje del film.
También habrá talleres a cargo de la artista plástica y cineasta experimental Paula Pellejero. Además, habrá muestras e instalaciones artísticas relacionadas con el tema (la principal en la Casa del Bicentenario).
Sin duda, hay mucha tela para cortar en este territorio. “Muchos artistas tomaron el super 8 como una especie de herramienta creativa o expresión cinematográfica. Es muy personal, muy fácil de usar, permite mucha autonomía. Democratizó la herramienta para filmar. Se llama ‘súper’ porque es un poquito más grande que el 8 mm, que es un formato anterior, nacido en 1930”, explica Pécora. “Entonces, el super 8 lo que hizo fue facilitar de alguna manera el cine a un público más amplio, más hogareño, porque estaba pensado para eso, pero al mismo tiempo les permitió a muchos artistas generar obra a partir de ese formato en miniatura”.
“Y ese cine se ve de una manera muy particular porque, independientemente de que sea una ficción, un documental o un trabajo experimental, tiene una textura visual única. Al proyectarlo en pantalla, se empieza a notar el grano de la emulsión fotográfica y tiene otra profundidad de campo. Y eso le da esa textura que amamos. Hay ahí un montón de cuestiones relacionadas con la visión, con el ojo y con la diversidad de materiales que hacen que estos trabajos sean únicos e irrepetibles, algo que nada tiene que ver con el 4K u otras técnicas que buscan otra cosa. Esto es artesanal, pero a su vez hermoso”, afirma el director y curador del encuentro, quien destaca la importancia de que todas las funciones y actividades sean gratuitas, para que, en tiempos difíciles como los actuales, la accesibilidad sea tomada como algo primordial. “Es un encuentro para disfrutar y hecho a pulmón”.
Infinito Super 8
Festival Internacional de Cine en Super 8 milímetros. En la Universidad del Cine. Pje. Giuffra 330; Casa Nacional del Bicentenari, Riobamba 985, y otras sedes, hasta el sábado 30 de noviembre. Programación completa, sedes y horarios del festival en www.infinitosuper8.com.ar, con entrada libre y gratuita.
