Juan Carlos Monedero ronda el hotel Meliá de la ciudad de Caracas buscando señal de wifi. Su ponencia en el Encuentro para una Alternativa Social Mundial, organizado por la  Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) aconteció en la tarde del jueves 18. Horas después  se sienta en una de las escaleras exteriores para dialogar con Tiempo.

“Domesticar el sistema implica conservar las herramientas para sobrevivir, pero sin perder de vista la posibilidad de la confrontación. Esto para no caer en los errores de la socialdemocracia, que creyó que gestionando el sistema iba a poder vencerlo y en esa gestión te termina devorando. Como el gobierno de Alberto Fernández, que se convirtió en un mero gestor de lo posible y una antesala de Milei”, comenta Monedero, sobre el rol de los progresismos en el presente.

-¿No te preocupa ser conservador en esta época?

-No tenemos que dejarnos engañar por las palabras. Hay que conservar sin ser conservadores. En un mundo en constante movimiento, quedarte quieto es retroceder. Conservar entonces es peligroso. Hay que pensar en una conservación dinámica, no estática ni reaccionaria. En lo que yo planteo en Política para indiferentes, mi libro reciente, plantea que hay cuatro maneras de luchar contra el modelo.

Una es confrontarlo, que es algo que fracasó en el siglo pasado con la caída de la Unión Soviética y las posturas socialistas más extremas. La otra es domesticarlo, que es lo que han intentado los sindicatos, que tampoco ha funcionado con el auge del modelo neoliberal. Una tercera es huir del sistema, buscar salidas donde pretendas que no te afecte. Eso no deja de ser una salida individual. Y una cuarta es colocarte en las grietas del sistema para intentar desbordarla, hacer una especie de judo para usar la propia inercia que dé otras soluciones. Creo que este momento parteaguas se hace confluyendo las cuatro.

“Tenemos que respetar a los que se vayan, por si se van a buscar fuerzas desde afuera, nunca despreciarlos, tratar de rescatarlos. Y ver cómo podemos ubicarnos en las grietas del sistema para aprovechar las contradicciones. Es lo que hacen las cooperativas, Wikipedia o los sectores ecologistas cuando hablan de decrecimiento cuando eso no implique colapso económico. Son tiempos de imaginación, no podemos pretender soluciones reaccionarias mirando hacia atrás porque eso sería la ruina”, agrega el intelectual español.

Un día después de esta conversación fue parte del acto de cierre que protagonizaron Evo Morales, el hondureño Manuel Zelaya, el líder del MST brasileño, Joao Stedile, y, por supuesto, el presidente local Nicolás Maduro. Venezuela enfrenta elecciones presidenciales en julio y en este encuentro la cuestión ya es parte de las conversaciones en los pasillos.

-Con alguna reserva se viene comentando que es una elección difícil en Venezuela. ¿Por qué razones sería así desde su punto de vista?

-Estamos en un momento parteaguas. Basta echar una ojeada a la política internacional para darnos cuenta que se están rompiendo cosas que antes se habían respetado. Noboa puede entrar a la embajada mexicana en Ecuador, Israel puede masacrar a los palestinos sin obedecer a la ONU, se puede bombardear la embajada de Irán en Siria y cuando llega la respuesta el bloque occidental desautoriza a Teherán por lo mismo que autoriza a Israel.

Hay un punto de llegada de la crisis del modelo neoliberal, 2008 dinamita eso. Y un sector de las élites, en lugar de aceptar que el modelo no funcionaba, deciden radicalizar el discurso. Todo parece indicar que la guerra va a ser una de las soluciones preferidas por el statu quo para solventar los conflictos.

-¿Hay un escenario de guerra acá en Venezuela?

-Afirmar eso me produciría cierta desazón. Pero las propuestas de los Trump, Bolsonaro o Milei desembocan en violencia. Venezuela, que siempre ha sido un espacio de referencia alternativa a la lógica neoliberal, es una de las piezas a batir por el sistema. Si uno mira después del año 1991 quién ha protagonizado la ejemplificación de la alternativa es Venezuela.

Se intentó construir con Irán e Irak, pero no llegó a pasar. Esos procesos no terminaron de cuajar tanto como el bolivarianismo, el cual Trump usa para acusar a Biden, o el insulto de «chavista» en el ámbito europeo a las fuerzas de izquierda.

-Como si Venezuela fuera un lugar común del desastre.

-Se ha construido como el referente del mal. El modelo capitalista nunca ha funcionado sin antagonistas. Siempre nos construyen como enemigos. Por esto Samuel Huntington, el gran factótum de la política exterior norteamericana, intenta construir al mundo árabe como una civilización contra la que chocar. No estaba en el radar América Latina porque siempre la han despreciado. No esperaban que surgiera de aquí una propuesta diferente.

Sueñan las élites latinoamericanas y EE UU con poner de rodillas a Venezuela. Porque la caída de Caracas sería como la caída del Muro. En ese sentido, uno prevé que las elecciones, si la derecha fuera capaz de derribar al gobierno chavista, sería un triunfo que se apuntarían.

-María Corina Machado y Milei usan la palabra «libertad» por igual. También a su manera Bukele y Trump. Pero no parecieran tener en común un enemigo en contra.

-Comparten el método. Podríamos preguntarnos cómo es que los republicanos de Wisconsin, profundamente conservadores, apoyan a un tipo que consume prostitución, miente descaradamente y roba a la hacienda pública como Trump. Cómo es posible que sectores políticos europeos o latinoamericanos que siempre han odiado a los judíos como responsables de una conspiración internacional, de haber asesinado a Cristo o el pensamiento abyecto de Marx, hoy apoyan al gobierno de Netanyahu.

Hay una metodología de aniquilamiento del opositor, lo que hace que las derechas extremas europeas tengan pasión por lo que hace Israel, como la tenían por lo que hacía Putin, no nos engañemos. Putin ha sido siempre de las extremas derechas de Europa, aunque por cuestiones geopolíticas desempeña otro papel en América Latina. Pero la amistad de Putin es con Le Pen, con Abascal, con Orbán, con Meloni. Comparten el ejercicio autoritario del poder. Del mismo modo había diferencias entre Hitler, Mussolini y el emperador Hirohito.

-Una internacional reaccionaria.

-El otro elemento es que cuando las élites se dan cuenta de que el modelo económico no funciona en 2008, entran en una etapa nihilista, donde desaparece la empatía y se favorece el interés propio. Es la libertad entendida como la no interferencia de nadie respecto de tus propios intereses. Ahí también se encuentran al plantear comunismo o libertad.

Ahí está la venganza de las élites: un tipo de libertad totalmente enajenada de cualquier tipo de responsabilidad. Tiene el añadido esto con la pandemia, esa sujeción en nuestros países han aumentado un ansia de libertad que es suicida.