El Congreso arrancó con su nueva composición. Pero lejos de un oficialismo arrollador, el debate por la reforma laboral se postergó a febrero y el Presupuesto pasó a Senadores sin puntos claves para el gobierno como la derogación de la Ley de Financiamiento Universitario y la emergencia en discapacidad.

A pesar de la repartija de recursos a gobernadores cercanos, los resultados no contentan al presidente Javier Milei. Entonces, ¿hay vida en la oposición? El flamante diputado nacional Juan Grabois ensayó algunas respuestas a  este interrogante. «Milei gobierna con una minoría social intensa pero organizada, y con una oposición que muchas veces duda más de sí misma que del adversario. Si Unión por la Patria logra ser clara, valiente y enraizada en el pueblo, puede frenar mucho más de lo que parece», aseguró.

Juan Grabois: "Hay oposición en la Argentina y se puede ganar"

–Te tocó asumir la banca con Unión por la Patria (UP) perdiendo la primera minoría. Parece ser un escenario muy adverso. ¿Cuáles son los movimientos que debería dar UP para lograr ser una oposición consecuente que incluso logre frenar avances del gobierno?

-Adverso es el escenario del pueblo argentino desde que gobierna este proyecto de saqueo, no desde que perdimos una minoría parlamentaria. Y cuando uno tiene claro para qué pelea, incluso desde una posición desfavorable se puede dar pelea en serio. Después, la realidad es que la oposición en el Congreso no será perfecta, pero existe. Es la oposición con la que logramos voltearles el capítulo once del Presupuesto 2026 que pretendía derogar de un plumazo las leyes de presupuesto universitario y emergencia en discapacidad. Para que, particularmente, Unión por la Patria sea una oposición consecuente hay que hacer tres cosas básicas que no son fáciles, pero son indispensables. Primero, ordenarnos como fuerza política alrededor de un programa, no de cargos ni de especulaciones electorales. Defender el trabajo, la producción nacional, la soberanía y la justicia social no puede ser un eslogan, tiene que traducirse en votos coherentes, en proyectos claros y en límites explícitos. No se puede negociar todo como si fuese un mercado persa, ni abstenerse frente a leyes que destruyen derechos básicos. Por otro lado creo que es necesario articular el Congreso con la calle. Si la oposición es solo parlamentaria, pierde. La única forma real de frenar los avances de este gobierno es con organización popular: sindicatos, movimientos sociales, pymes, universidades, Iglesia, cooperativas. El Congreso tiene que amplificar esos conflictos, darles cauce institucional y protección política. No al revés. Cuando el pueblo se mueve y el Congreso acompaña, incluso un gobierno con mayoría piensa dos veces las cosas. También hay que terminar con el miedo y la tibieza. Milei gobierna con una minoría social intensa pero organizada, y con una oposición que muchas veces duda más de sí misma que del adversario. Si Unión por la Patria logra ser clara, valiente y enraizada en el pueblo, puede frenar mucho más de lo que parece. Si se dedica a esperar que el gobierno se desgaste solo o a negociar migajas, va a ser cómplice por omisión. Y yo, al menos, no vine al Congreso para eso.

-Después de las elecciones el gobierno se mostraba imparable en el Congreso, sin embargo, no poder aprobar el presupuesto como querían y tener que postergar la reforma laboral para febrero demuestran que eso no es tan así. ¿A qué le atribuís estos traspiés del oficialismo? ¿Debilidad propia o todavía hay oposición después de octubre?

-Es que, como ya dije, hay oposición en Argentina y se puede ganar. Estuve caminando por todas las columnas en la marcha del jueves, y vi que en este país hay una reserva de comunidad organizada,  hay lazos comunitarios que son inherentes a la identidad de nuestro pueblo. Ellos nos quieren hacer creer que nunca se puede ganar. ¿Por qué Milei está tan emperrado en cagar a las personas con discapacidad y a las universidades? Él quiere mostrar que no pierde nunca. Sacaron las leyes, las vetó, se las volvieron a aprobar. Entonces las desconoció y quiso meter la derogación por la ventana en el capítulo once. Y perdió. Entonces, el efecto revelación es que le podemos ganar, y lo podemos frenar.

Juan Grabois: "Hay oposición en la Argentina y se puede ganar"
Foto: Eduardo Sarapura

-En varias entrevistas mencionás que aun en minoría uno debe sostener sus convicciones ante un escenario deshumanizante. Aun así, la política también es persuadir, hacer y convencer. ¿Qué debería hacer el campo nacional y popular para volver a representar como soles decir vos?

-Lo primero que creo es que sostener convicciones no es encerrarse en una trinchera testimonial. Es exactamente al revés: es tener algo verdadero para ofrecer cuando vas a convencer. Nadie persuade desde el vacío o desde la vergüenza de lo que es. La política es persuadir, sí, pero primero hay que volver a saber qué somos y a quién representamos. El campo nacional y popular tiene que hacer un camino de reconexión profunda con la realidad del pueblo, no con sus propias roscas. Hay millones de argentinos que laburan 12 horas, que viven endeudados, que no llegan a fin de mes y que sienten que la política les habla en un idioma ajeno. Si no entendemos ese enojo, esa frustración y hasta esa bronca, no vamos a representar a nadie. Representar no es decirle al pueblo lo que quiere escuchar, es caminar con el pueblo en lo que está viviendo. Por ejemplo, tierra, techo y trabajo no son consignas meramente reivindicativas, son un programa de desarrollo si existe la voluntad política de que así sea. Producción nacional, fortalecimiento del cooperativismo, reforma tributaria progresiva, control de los recursos estratégicos, justicia social en serio, si no podemos explicar en pocas palabras cómo vive mejor una familia laburante con nosotros que con este modelo de crueldad, entonces el problema no es de comunicación, es político.

-Se habla mucho de la crisis de representación.

-No se puede representar si no se es creíble. Eso implica coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre cómo se vive y a quién se defiende. Volver a representar no es marketing ni redes sociales, aunque también importan. Es volver a estar, a poner el cuerpo, a organizar, a escuchar más de lo que hablamos.