Hace dos años, F recibía la noticia de que, por fin, elevaban a juicio la causa por el abuso sexual de su hija Osita por parte de su padre. Ambas llevan años esperando este momento, que llegará el 27, 28 y 29 de octubre en un juicio por jurados, para lograr justicia y para comenzar otra etapa en sus vidas.

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El pedido de juicio por jurado de parte del imputado complicó el patrocinio de F y hubo que comenzar de nuevo. Pero hasta ese momento, ya llevaba por lo menos siete años esperando y suplicando por avances en la justicia. Hace unos meses se hizo cargo la abogada feminista Samanta Pedrozo y logró acelerar la llegada de este momento. “Ya son ocho años de la denuncia. Una de las cosas más tortuosas fue que estuvieron cuatro años para hacerle la cámara Gesell a una nena de 5. Cuatro años en los que esta niña tuvo que seguir yendo a una terapia, porque es tortuoso. Incluso, después de esos cuatro años de espera le hacen la Cámara Gesell a mi hija, y el resultado es tan contundente que pidieron automáticamente la detención de esta persona”. El progenitor de la niña permaneció detenido tres meses, pero salió luego porque no había riesgo de fuga.  

Una vez que elevaron a juicio la causa, la última espera de estos años fue agotadora tanto para Osita como para F. “Imaginate lo que es vivir así, pensando todo el tiempo que te llaman en cualquier momento y eso no sucede. Llevo ocho años pensando cada día que me levanto, cada día que me acuesto, en lo que le pasó a mi hija. Porque es un pensamiento que está en el corazón y no se va”, agrega la mamá de la nena.

La mamá de Osita se enteró de los abusos contra su hija en jardín de infantes, cuando una docente le señaló que la nena se hacía pis seguido. Ella, como primera medida fue a una pediatra quien le recomendó una psicóloga. Después de un año recién la nena pudo contar que era abusada por su propio padre.

Cuando empezó esa terapia, recuerda F, pensó que la nena estaba viviendo alguna situación de violencia que ella había visto en su expareja, de quien se había separado hacía unos años sin ningún tipo de conflicto. Pero jamás se imaginó un abuso. “Pensé que quizás era buen padre a pesar de ser violento conmigo. De hecho, nosotros teníamos un régimen de común acuerdo en el divorcio, y él podía ver a la niña cuando quería. Nunca hubo un conflicto ni ninguna denuncia previa a todo esto. Nunca, jamás denuncié a esta persona por nada”, aclara F. Esa terapia enloqueció al progenitor de Osita. “Se puso como loco, no quería que vaya. Desde la primera sesión de terapia Osita ya empezó a contar cosas que no contaba en casa, de situaciones de violencia que vivía. Nos citó a los dos como padres. O sea, esto no fue una cosa unilateral. Nunca pensé que todas las cosas que nos fuimos enterando con el correr del tiempo. Al año de terapia, ella pudo contar que la usaba sexualmente”, dice F entre lágrimas.

F agrega que fue tan difícil el proceso pero que la esperanza se consolidó en ella cuando declararon otros testigos. “Porque de repente era la palabra de una niña y la de su mamá, algo que en este mundo es muy poco. Todavía me entero de cosas horribles, por ejemplo, que mi hija dormía en un colchón en el piso meado. Por contar algo light”, dice. “La trataba a mi hija como un objeto y no como un ser humano”.

En esos meses, el progenitor de Osita intentaba con insistencia hablar con la psicóloga de la nena. Como la mujer se negaba la acusó de estar en su contra. “Fue muy heavy todo ese tiempo hasta que nos enteramos qué le pasaba a la nena. Y una vez que nos enteramos fue heavy de otra forma, porque Osita ya estaba salvo, pero quedaba todo lo que tenía que hacer yo como mamá. Desde, primero cuidarla a ella, y después empezar con todo esto en el sistema judicial”.

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Los difíciles caminos de la Justicia

No sólo en el fuero penal hay denuncia contra el progenitor de Osita. También la hay en tribunales de Familia donde lo denunció luego de que la intentara golpear a ella y a su pareja en su propia casa. “Una cuando va a denunciar piensa que van a decirte ‘vení, tenés que hacer esto, te acompañamos’. Pero no, automáticamente se te pone en la lupa de la duda. Fueron muchos años en la lupa de la duda. Una se pregunta, ¿cuánto más? ¿cuántas declaraciones más? ¿cuántas pruebas más? Me hicieron un montón de tests. Sentí que era la acusada. Son ocho años que el dolor, que se va dispersando y lo procesás. Pero todavía no puedo procesar toda esta violencia que he sentido durante estos años. Yo tengo que estar concentrada en la violencia que sufrió mi hija. Yo no soy la víctima, la víctima es Osita. Pero cuando termine todo esto, yo voy a tener que procesar mi rol de víctima en toda esta situación”, agrega F, conmovida.

Que F resalte, una y otra vez, que nunca tuvo conflicto con el progenitor de su hija no es casual. Son muchas las mujeres que salen a buscar justicia y terminan ellas acusadas. Las culpan de inventar, de obstaculizar el vínculo con el progenitor o intentan ampararse en el SAP, el falso síndrome de alienación parental, argumento detrás del cual se ocultan los abusadores. Estos retrasos por parte de la justicia también son moneda corriente sobre todo cuando se trata de casos de abuso sexual en las infancias. Son delitos complejos de desentrañar, pero a esta altura, no imposible.

Las demoras junto con la estigmatización e incluso la criminalización de las madres, es algo bastante habitual, dice la abogada de F, Samanta Pedrozo. “La justicia argentina es sumamente patriarcal y tiene un sesgo masculino, es un sistema judicial conformado, descrito y trabajado por hombres. También, sabemos que el sistema judicial es muy selectivo y muy criminalizador, pero cuando hay mujeres involucradas suele ser más rudo y se pone más riguroso. En este caso, en una de las audiencias, nos tocó a la fiscal y a mí, tener que aclararle al juez que la investigada no es F es el imputado”, relata Pedrozo.

En este caso, hubo muchos testigos vitales para la causa, que se inicia en 2017, que no habían declarado nunca. Por ejemplo, la maestra del jardín de la nena que fue determinante y un profesor con quien la nena logró hablar del tema. Dice Pedrozo, “en el sistema penal, los operadores judiciales, jueces, fiscales y muchos colegas tienen una visión muy restrictiva del derecho penal. Tradicionalmente se investiga si ese hecho fue cometido o no y después se juzga a la persona que lo cometió sin investigar los contextos. Cuando se mira con perspectiva de género, que es un mandato constitucional, lo que se hace es profundizar en todo lo que rodea al hecho. Apenas llegué a esta causa, lo primero que noté es que se trataba de una que venía con esa visión restrictiva.”

A lo largo del juicio declararán alrededor de 16 testigos, la mayoría de la querella y la fiscalía.

El feminismo y sus redes

Al enterarse del abuso que había sufrido su hija, F comenzó a interiorizarse en el tema. Así conoció colectivos como Yo si te creo que fueron más que importantes en el pedido de justicia que mantienen. “Yo no era una mujer feminista, en Narnia vivía. Pero cuando buscás sobre estos casos, las primeras personas que aparecen son las mujeres para apoyarte o para atenderte. Este tema era para mí muy lejano, sin embargo, estuvieron las organizaciones, principalmente Yo sí te creo y después un montón red de mujeres, de amigos y amigas. Es fundamental porque son los que te sostienen y te dan fuerzas. Empecé a entender que lo que le había pasado a mi hija le pasaba un montón de niños y de niñas. Las cifras son muy crudas, y la mayoría de los abusos en las infancias pasan en cuartos cerrados y son muy difíciles de probar.”

Por su parte, Samanta aporta, es importante reafirmar la lucha en este contexto político y social en el que estamos, en el que se ponen en tela de juicio nuevamente los derechos de las mujeres y de las infancias. Nosotras llegamos al juicio con toda la prueba contundente pero aun así en la lupa de la duda. Porque es un juicio por jurados, porque los que van a juzgar son ciudadanos y los ciudadanos están atravesados por la cultura y por todo lo que pasa socialmente. Así que reafirmar la lucha es muy importante, que los casos se visibilicen, que la gente pueda acompañar. La lucha colectiva que es lo más importante. Porque la lucha jurídica es muy difícil, pero se hace un poco más fácil cuando tenés un grupo de gente que te apoya y te acompaña”, finaliza Pedrozo.

F cuenta que Osita está muy conmocionada por este momento. “Es una niña brillante y es una niña feliz. Durante estos años, después de la Cámara Gesell nos dedicamos a que sea feliz, a darle la vida lo más sana y libre posible, a estar para ella y su hermano en todo. Es una niña que está bien. Deberá seguir trabajando un montón de cosas porque acá lo aberrante es al cuadrado: primero sufrió un abuso y después sufrió un abuso de parte de su padre. Lo va a tener que trabajar toda la vida. Y yo sé que mi rol para con ella va a ser acompañarla y darle todas las herramientas que ella necesite para para poder estar bien.”  «

(Tanto F como Osita son nombres de fantasía para proteger la identidad de la víctima)

Convocatoria

El grupo de apoyo Todxs Por Osita (@todxsporosita) y la familia de la menor, decidieron hacer pública la grave denuncia de abuso sexual en la infancia contra el progenitor de la niña ante las sucesivas demoras por parte de la justicia.

Para Osito, la nena que tenía 4 años al inicio de esos abusos y hoy tiene 13 años, es este un momento definitorio, por eso es que convocan a acompañarlxs el 27, 28 y 29 de octubre a las 8 de la mañana en los tribunales de Lomas de Zamora.